Capítulo 9

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«El sol se ocultaba detrás del horizonte de arena infinito. Al principio era naranja. Luego, se volvió rojo sangre. Y luego, azul marino. Todo se oscureció cuando desapareció el sol y, de repente, se me llenaron los ojos de lágrimas. Ah... "este debe ser el fin del mundo". Eso es lo que pensé. Quiero desaparecer como ese atardecer. Morir es aterrador. Así que solo quiero desaparecer, como si nunca hubiera existido.»

Burning, 2018, Lee Chang Dong. 

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El domingo se había pasado más rápido de lo que le hubiese gustado, por lo que ahora Haneul se encontraba entrando al aula de clases con su mochila en la espalda y las manos metidas en los bolsillos de su abrigo, intentando hacerlas entrar en calor, mientras sentía cómo el frío no dejaba sus piernas desnudas. Lo que más odiaba de haber estudiado en escuelas con uniforme toda su vida era el hecho de que, en su condición de mujer, su vestimenta siempre era una falda obligatoria, por lo que los días helados tenía que tragarse todas sus quejas y aparecer con la falda a la altura de las rodillas a las siete de la mañana por el portón blanco del instituto. Por lo menos, cuando vivía en Perú, el clima era más soportable, pero no podía decir lo mismo de Seúl. Realmente no tenía nada contra el frío; lo amaba, e invierno era de sus estaciones favoritas del año. Sin embargo, prefería soportarlo con pantalones calientitos y no con una falda de tela delgada que ni siquiera era por decisión propia.

Se sentó en su sitio asignado, dejando su mochila en el piso, y empezó a sacar de esta todo lo necesario para aquel día escolar; su agenda, su cartuchera, una libreta que pueda usar cuando no quería prestar atención a clases... al terminar, suspiró. Todo estaba en completo silencio, y solo de vez en cuando podía escuchar el trino de algunas aves colándose en el aula. Creía que era la primera vez en toda su vida que llegaba tan temprano y, por tanto, se llevaba el título de la primera persona en hacer presencia en el salón de clases. Se sentía muy raro, aunque agradecía añadir una nueva experiencia a su lista de cosas que le gustaría vivir. Con todo, se aburría. Así que se puso de pie, con intenciones de llegar hasta la ventana y apoyar la frente en el vidrio por un buen rato para mirar el exterior en un intento de entretenimiento, pero antes de siquiera dar el primer paso, la persona protagonista de su fin de semana cruzó la puerta del aula con los audífonos blancos en ambas orejas.

No la notó al instante. Llevaba su celular en la mano e iba centrando toda su atención en este. Mas, cuando llegó a su sitio y la mochila morada de la castaña se cruzó en su campo visión, levantó la cabeza y las miradas de ambos se encontraron. Haneul lo comparó a la escena de una novela coreana en la que la pareja principal se reencuentra luego de años sin contactarse ni saber nada del otro (porque al parecer, internet nunca era una opción) y le causó gracia, porque el protagonista reaccionaría tal cual lo estaba haciendo Jeon JungKook en aquel momento: labios entreabiertos inconscientemente por la sorpresa, ojos más grandes de lo normal, y un fuerte rubor cubriéndole las orejas. Tuvo que morderse los labios para no reír, sumado a que tampoco deseaba hacerlo sentir incómodo, por lo que respiró hondo, alzó una mano y le soltó un casual "hola" con la intención de aligerar el ambiente.

No obstante, antes de que el pelinegro pudiese decir o hacer algo en respuesta, dos alumnos más entraron al aula. No les prestaron atención y siguieron su camino hasta las mesas del fondo, pero el rubor de JungKook se intensificó a tal punto que le llegó a las mejillas. Aprovechó que Haneul sí había prestado atención a los recién llegados y se sentó en su sitio, dándole la espalda a la chica y sin intenciones de quitarse los auriculares. Cuando la castaña regresó a observarlo, dejó que una sonrisa se apoderase de su rostro y decidió sentarse también. Había comprobado que el muchacho recordaba, si no todo, gran mayoría de lo ocurrido la noche del sábado. Se descubrió a sí misma sintiéndose aliviada, y no pudo evitar soltar una risa.

Manos | Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora