VIII. Al otro lado

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Vos lo dijiste
Nuestro amor
Fue desde siempre un niño muerto
Sólo de a ratos parecía
Que iba a Vivir...
(Mario Benedetti)

(Mario Benedetti)

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—Tony... ¿Tony? ¡¿Tony?! ¡Tony no te vayas! —la voz de Steve le provocó un escalofrío.

Tony se detuvo en el umbral de esa puerta luminosa. Al otro lado, su pequeño Peter lo esperaba.

Tony alzó su rostro, se sentía frío, ya no había lágrimas frescas ni secas.

Y en su pecho, donde días y horas esperando por su Alfa hubo un corazón roto, ahora no sentía más que vacío.

En su vientre no había más vida. La vida lo esperaba, irónicamente, al otro lado: en la muerte. Su hijo esperaba por él ahí.

En su estómago, donde toda una vida aletearon mariposas por su compañero, ya no quedaba nada.

Porque él era sólo un cascarón, el recipiente de un alma que estaba frente a su destino: sólo debía cruzar al otro lado.

Todo lo que no tuvo en vida, esperaba por él en la muerte.

Su cuello se movió un poco, cuando giró su rostro para mirar a Steve, pero su cuerpo se mantuvo inmóvil.

Steve –oh, su hermoso Alfa casi invencible, casi pues fue vencido por él, por él que tanto lo amaba–, esperaba ahí. Tan vacío ahora que su Omega no estaba en sus brazos. Ahora que él baile de esta vida terminó.

—Yo lo siento —Tony sabía que de estar vivo, él volvería a llorar con estas palabras—, siento haberte fallado, haberles fallado. No había nada que yo quisiera más en este mundo, en esta vida, que a ustedes. Y no te culpo porque eres, fuiste, mi corazón.

Steve podía sentir el vacío en su pecho y aun así esas palabras dolían. —¿Fui?

Tony sonrió, la sonrisa más triste de la historia. —Ya no tengo corazón —se volvió entonces hacia la luz.

Steve se adelantó sin pensar, rompiendo la distancia entre ellos. —Y aun así...quiero estar ahí, anidar donde una vez lo estuvo, hábitat para siempre en ti, ahí pertenezco. Ese es mi lugar, con o sin corazón. Siento haberlo roto cuando debía quedarme para repararlo con el mío.

La cosa es que Tony no lo culpaba, porque había sentido su dolor, sabía que era imposible soportarlo.

Tal vez pudieron seguir juntos, con sus corazones rotos, de haberse quedado juntos.

Tal vez no.

Era algo que ya nunca sabrían...no en vida, no en esta vida.

—¿Papi? ¿Papá? —fue esa vocecita la que detuvo a Tony. El pequeño Peter del otro lado.

Y fue esa ligera pausa lo que permitió que Steve tomara su mano y cruzaran juntos.

Al otro lado, risitas felices sonaron.

Al otro lado, lágrimas de felicidad.

Al otro lado, había una oportunidad.

Del otro lado no había corazones rotos.

Los corazones rotos eran para los vivos. Ellos ya no lo estaban.







* * *

¿Qué tal? ¿Alguien lloró? 🙈

Queda el epílogo, en un rato lo subo 🙆

Corazones rotos (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora