Stephen.
Mi día había comenzado normal como cualquiera, que planes tenía para hoy? Pasar por lucy. La había conocido en un café que se encontraba a unas cuantas cuadras de casa, era sexy. Su cabello hasta las caderas y su culo era lo que más me fascinaba, era una morena excéntrica y seria mía. Me divertiría mucho con ella, a la vista se dejaba mirar como una chica experimentada y provocativa, tenía que descubrir que tan lejos podía llegar. Que tan retorcida era su mente.
Tome las llaves del auto y me trepe en el, revise los bolsillos de mis vaqueros en busca del papel donde me había anotado su dirección y cogí rumbo a la misma.
Luego de algunos minutos de conducir llegue a su casa, toque la bocina dos veces y luego le escribí un mensaje de texto avisándole que estaba esperándola fuera de su casa.
"Estoy aquí bonita, Sal." - Envíe el mensaje y me dediqué a esperar que saliera.
Mi celular vibro mostrando su nombre.
"Salgo en 5, cariño." - Contestó ella en menos de 10 segundos. Debía admitir que está chica llamaba mucho mi atención. Y el interés que mostraba hacia mi subía mi ego 10 escalones más arriba de donde lo tenía.
Luego de esperar unos 5 minutos la vi salir, llevaba una falda negra pegada al cuerpo que llegaba hasta su cintura, en conjunto con un corpiño azul marino adornado con un llamativo encaje negro en los bordes. Se veía jodidamente buena, sus senos se miraban provocativos y sus curvas estaban llenando mi mente de pensamientos impuros. Sacudí mi cabeza y sonríe por lo bajo, baje del auto y me incline en este mientras la veía acercarse a mi a paso decidido. Sus boca pintada de un rojo fuerte esbozo una sonrisa llena de picardía, se acercó a mi y dejo un beso en mis labios el cual respondí bruscamente besándola con deseo mientras mis manos tomaron su culo apretándolo, haciéndola soltar un gemido ahogado. Sus labios se movían con avidez denotando urgencia, sus piernas se enroscaron en mis caderas haciendo enrollar su falda dejando expuesto su rico trasero. La gire colocándola en el capo del auto, abrió sus piernas y me dejó posicionarte entre ellas, dejándola sentir mi miembro ya erecto, gimió en mi boca y jale de su cabello profundizando más el beso. Nos separamos cuando el aire en nuestros pulmones estaba casi extinto.
- Me encantó.- Sonrió y dejo un beso fugaz en mis labios. - Pero así nunca llegaremos a la fiesta. - Soltó sonriendo aún más.
- Razón tienes. - Le dedique una sonrisa encantadora y no pasó desapercibido sus mejillas sonrojándose.
Trepamos al auto y encendí el estéreo para aligerar el ambiente, Lucy me daba algunas miradas las cuales le devolvía con una sonrisa. Iríamos a una fiesta en casa de no sé quien, ella insistió en ir a pasar un rato agradable y luego llevarla a mi casa, pasaría la noche conmigo. Eso era lo único que encontraba agradable.
Llegamos al lugar el cual estaba atestado de gente, había parejas comiéndose, personas muy ebrias entre otros. Logré divisar algunas chicas con las que me había acostado lanzándome miradas curiosas y otras tantas sólo me dedican sonrisas llenas de secretos. Lucy parecía no notarlo ya que se encontraba muy relajada saludando a cuanto se le acercará, me gustaba que fuera así. Nos adentramos cada vez más a la casa, la sala de estar era espaciosa, las paredes de color caoba. Algunas fotografías familiares a las que no le presté mucha atención, unos muebles beige con algunas mesas pequeñas a los lados adornaban el lugar. En una esquina una mesa con diferentes tragos, botellas y sodas y en el lado contrario había una escalera que daba lugar a el segundo piso de la casa. La música sonaba estrepitosamente fuerte, el ambiente era agradable en cierto modo.
- Cariño, iré a felicitar a la cumpleañera ¿quieres acompañarme? -. La voz de Lucy me saco de mis pensamientos.
- Por supuesto, adelante. -Hice un ademán con mi mano. - Primero las damas.
Ella sonrió y se encamino hasta la cocina, tomando de mi mano. Me perdí por algunos instantes en el vaivén de sus caderas. ¡Dios, esta chica es ardiente! Reí por lo bajo y ella me lanzo una mirada de soslayo. Al llegar a la cocina visualice dos chicas de espaldas colocando bocadillos en algunas bandejas, no preste mucha atención y tome asiento en unas de las sillas que se encontraban junto al comedor que se encontraba en medio de la cocina.
- ¡Alice!, ¡Te ves ardiente! - Chillo Lucy llamando la atención de la rubia quien se giro enseguida esbozando una sonrisa, las mire de reojo darse un efusivo abrazo.
Alice, hmm. Era una rubia muy bonita, sus cabellos caían en ondas sobre sus hombros. Tenia algunos pequeños tatuajes en el hombre izquierdo y su brazo derecho. Piernas finas y cintura pequeña, sus ojos eran verdes y se notaba segura de si misma. Sus ojos recayeron en mi sin disimulo alguno, su mirada subía y bajaba por toda mi anatomía descaradamente. Me dedico una mirada llena de pena cuando salió de su ensoñación y desvío la mirada.
-¡Lucy! Viniste hija de perra. - Se lanzó a sus brazos y note como susurro algo en su oído. - Sav, ven acá quiero presentarte a alguien. - Se dirigió la rubia a la otra chica, algo en mi se activo al instante.
Ella volteo sobre su propio eje con una sonrisa relajada, la cual se esfumó en segundos cuando sus ojos hicieron contacto visual con los míos. Su rostro se volvió confuso y su semblante cambio, mostrándose pálido pero solo por unos escasos minutos. Me impresiónaba la manera en la que podía recobrar la compostura tornándose a una expresión fría y dura, ignoro por completo mi presencia, no sin antes rodar los ojos.
- ¡Hola, mucho gusto savannah Blade! - Sonrió estirando la mano hacia Lucy, quien la estrecho confianzuda. Se dijeron algunos cosas las cuales no les estaba prestando atención.
Mi mente se encontraba divagando en lo sexy que veía Savannah en ese diminuto vestido negro. Dejaba a la vista unas preciosas piernas definidas haciéndola ver estupendamente increíble, su cabello suelto hasta sus caderas totalmente lacio. Su rostro y sus bonitos labios delineados que provocaban morderlos, llevaba algo de maquillaje en sus ojos y los labios ligeramente rojos. Era la primera vez que la veía de tal manera, vaya! ¿Donde esta mojigata ahora? Me gustaba esta versión de ella pero definitivamente la original me gustaba mucho más. La voz de Lucy me saco de mis pensamientos.
- Stephen, ella son Alice y Savannah. - Las presento Lucy. Camine a paso lento y me acerqué sonriendo con altanería.
- ¡Ladys! - Estire mi mano y alce las cejas divertido. Alice no dudo ni un segundo en tomarla, me regaló una sonrisa y se dedicó a morder ligeramente sus labios.. otra víctima, pensé.
Por al contrario Savannah me dio una sonrisa llena de incredulidad y el destello en sus ojos irradiaba molestia. Reí por lo bajo, ella se dirigió a la mesa por los bocadillos que había estado ordenando en la bandeja minutos antes. Alice propuso volver a la fiesta, Lucy y la rubia salieron primero halagandose por sus atuendos. Savannah intento escabullirse pero me apresure hasta el umbral de la puerta obstruyendo su paso.
- Necesito pasar. - dijo fría sin mirarme. De alguna extraña manera me gustaba esa actitud demandante que poseía.
- Sabes Savannah debo admitir que estoy impresionado. - Di dos pasos y ella retrocedió. - Te ves preciosa.
Ella rodó los ojos, me dio una sonrisa molesta e intento pasar por mi lado. Me ancle frente a ella, tan cerca que podía ver un pequeño lunar que tenía debajo del labio. Estaba irritada y tensa, acorte la poca distancia que quedaba. Podía sentir su aliento fresco, el aroma de su fragancia. Mordió su labio inferior tan fuerte que pensé que se sacaría sangre.
- Por favor, dejame pasar. - Quiso sonar dura pero su voz salió en un susurro casi inaudible. Nuestras respiraciones se unían, su respiración se volvía cada vez más lenta y pesada.
- Te ves tan buena Sav que desde que entre aquí no he dejado de pensar en lo divina que debes verte sin ese vestido. - Rocé sus labios levemente y ella soltó un jadeo. - En tu melodiosa voz gimiendo mi nombre. - Deposite un beso en su mejilla y me giré alejándome.
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Tentación Peligrosa ©
RandomSavannah Blade había estado observando discretamente a la familia que se había mudado recientemente al vecindario, específicamente al lado de su casa. Se la pasaba noches enteras pensado en Stephen James, el hijo mayor. Inevitablemente despertaba mu...