Savannah.
Stephen abrió la puerta sin dejar de mirarme, llevaba consigo una expresión que no podía entender, sostenía una sonrisa divertida en su rostro y eso hacía despertar más mi curiosidad. ¿Que estoy haciendo? Me pregunte una vez dentro de la habitación, inspeccione los alrededores cayendo en cuenta que estábamos en la habitación de Alice, su cama king totalmente acomodada, cubierta por unas bonitas sábanas blancas con un estampado de flores rosa pálido, dos almohadas al frente y dos mesitas de noche en ambos lados, una acompañada solo de una lámpara que por el momento era la única luz presente en la habitación. Sentí su mirada penetrante a mis espaldas y me giré para encararlo, su mirada recorría todo mi cuerpo y yo opté por hacer lo mismo, esta vez centrándome solamente en su rostro. La luz tenue del lugar parecía favorecerle o quizás era en el estado en que me encontraba, se miraba increíblemente hermoso. Parecía un ángel caído del cielo, sus exorbitantes ojos hacían que cualquiera se perdiera en ellos. Cualquier persona en su sano juicio caería ante el, pensaba como podía ser posible que una sola persona poseyera tanta belleza y a su vez un aura tan oscura y espeluznante. Una sonrisa torcida se asomo en su rostro haciéndome retroceder, chocando la parte trasera de mis rodillas con la cama, el camino hacia mi y sacó algo de él bolsillo de sus vaqueros que no pude visualizar.
- ¿Que haces aquí conmigo Savannah? - Alzo una ceja incrédulo.
- No lo sé. - Fue lo único que alcance a decir, tampoco sabía que demonios hacía aquí.
Sus ojos me miraron fijamente como si intentarán descifrar algo, comenzaba a ponerme sumamente nerviosa y cuando pensé en huir el se acercó, quede entumecida en mi sitio. El acuno mi rostro y seguido acarició mi mejilla con la yema de sus dedos.
- Abre la boca. - Ordenó. Como si mi cuerpo trabajará automáticamente sin el consentimiento de mi cerebro abrí la boca sin apartar mis ojos de los suyos.
El coloco una píldora en mi boca y me ofreció una cerveza que sacó de su bolsillo, ¿tenía esto planeado ya? Tomé la cerveza vacilante y pensé unos segundos antes de tomarla e ingerir su contenido junto con la píldora. Una sonrisa de pura satisfacción apareció en su rostro logrando así asustarme ¿Que rayos estoy haciendo? ¿Donde había quedado todo eso de mantenerme alejada? Pensé por un momento, me encontré atónita al verlo repetir la misma acción, coloco una píldora en su boca y tomó la cerveza de mis manos. El roce ligero de sus dedos logro estremecer mi cuerpo y giré mi rostro a otro lado ocultando mi estado.
- ¿Has consumido drogas antes Sav? - Espeto intrigante.
- No, de que hablas? ¿Acaso me diste drogas? - Masculle molesta.
- No te obligue, tu sola accediste. - Comento tranquilo.
- Eres un imbécil. - Hablé entre dientes. La sangre comenzaba a mermarse en mi interior, el pareció notarlo.
- Calmate dulzura, tampoco es como si fueras a morir. - Sonrió arrogante - disfrutalo, deja de actuar como si fueras una santa.
Estaba por decirle un montón de cosas pero extrañamente mi cuerpo se relajó, mi mente comenzaba a nublarse y toda molestia o rabia se evaporó. El me lanzo una sonrisa que parecía sincera, se veía encantadoramente cómodo y la tensión se esfumó logrando tranquilizarme por completo.
- ¿Lo ves? No esta nada mal, disfruta Sav.
- ¿Que me diste?
- Deja de hacer tantas preguntas y muestrame eso que hacías allá afuera.
La confusión llegó a mi como una ráfaga de luz, escanee su rostro buscando alguna respuesta. El pareció entender y camino en dirección a un pequeño equipo de sonido que se encontraba en una esquina de la habitación, Alice lo había comprado con la finalidad de no escuchar a sus padres discutiendo como solían hacerlo. Despreocupado saco su móvil y lo conecto, me miró de soslayo y una canción comenzó a sonar, la conocía muy bien Slow Motion.. Se sentó en la cama y no despegó los ojos de mi en ningún momento.
- Baila Savannah, lo haces muy bien. - Saco un cigarro extraño de uno de sus bolsillos y me lo ofreció.
Por una extraña razón me sentía tranquila, capaz, libre de hacer cualquier cosa, lo tome y el lo encendió enseguida. Le di una calada y reconocí el olor de la marihuana, la había consumido algunas veces con un ex novio y debía admitir que realmente me hacía sentir muy bien. Inhale dos veces más y se lo entregué, mi mente estaba en otro lugar y todo parecía una entelequia, algo etéreo fuera de este mundo. Cerré los ojos absorbiendo todo el momento, mi cuerpo de repente se sentía tan ligero y la musica comenzaba apoderarse de mi, sin pudor alguno comencé a danzar mis caderas al ritmo de la música, meneaba mi cuerpo deliberadamente frotando las palmas de mis manos contra mis senos, mi abdomen y muslos. Dirigí mi vista a Stephen quien parecía totalmente fascinado, sus labios se encontraban ligeramente abiertos, su mirada se había oscurecido varios tonos pero aún así el brillo en sus hermosos orbes grisáceos era notable.
Me acerqué quedando frente a el sin dejar de bailar un tanto seductora, moviendo mis caderas y meneando el trasero hasta abajo haciéndolo rebotar dándole una escultural vista, una punzada de orgullo me recorrió por haber elegido el vestido perfecto se que acoplaba a esta extraña situación repentina. La diosa dentro de mi aplaudía para si misma, sus manos recorrían mi anatomía descaradamente y eso no pareció afectarme nada.
- ¡Vaya sorpresa! baila para mi Sav, no te detengas. - Su voz se torno ronca y sus palabras salieron en un susurro casi inaudible que logró prenderme mucho más.
Sus manos se posicionaron en mis caderas y de un jalón me coloco a horcadas sobre el, acercó su rostro a mi cuello y con una de sus manos tomo mi cabello aspirando el olor de este, un escalofrío estalló en mi columna vertebral llevándome a un abismo sin retorno. Su labios rozaron levemente con los míos, se alejó para observarme a los ojos con una expresión indescriptible, su respiración tan cerca envolviendo la mía. Estuvimos así algunos segundos o quizás minutos que parecían interminables, coloco ambas manos a los costados de mi cara y estampó sus labios con los míos, quisiera decir que me resistí o que me aleje pero eso no seria cierto. Lo recibí voluntariamente perdiéndome en sus besos húmedos y cálidos, una corriente recorrió todo mi sistema y me halle cayendo en sus redes. Sus besos se volvieron violentos y desesperados, su lengua se abrió paso a toda mi cavidad bucal manteniendo una lucha con la mía, mordisqueo mi labio inferior repetidas veces causando un calor irresistible en cada parte de mi cuerpo, su miembro duro se presionaba dolorosamente sobre mi feminidad que cohabitaba palpitante sobre su regazo. Sus manos bajaron a mi trasero apretándolo con fuerza y un gemido suave salió de mis labios haciéndolo gruñir en respuesta.
Unos golpes en la puerta hicieron que nos separáramos de golpe, el se aferró a mi cuando noto mis intenciones, lo mire por unos segundos fascinada de la vista, sus ojos oscuros expresaban puro deseo, sus labios ligeramente rojos entre abiertos, su respiración ruidosa y agitada. Algunas gotas pequeñas de sudor bajando por su sien, me encontraba fascinada al pensar que yo era la causante de tal estado, reí para mis adentros y lo empuje suavemente alejándome de el. Visualice mi reflejo rápidamente en el espejo que se encontraba frente a la cama y me sorprendí enseguida, mi cabello parecía un nido de pájaros, mis labios estaban hinchados y rojos, mis ojos decorados por un brillo y un tono rojizo, las pupilas dilatadas y mi vestido por encima de mis glúteos. Lo miré de reojo y note que aún seguía sentando en el mismo sitio, con una sonrisa de oreja a oreja instalada en su cara mirándome sin escrúpulos. Sentí el calor en mis mejillas y acomode rápidamente mi vestido, peine mi cabello con mis dedos y me dirigí a la puerta torpemente cuando esta se abrió mostrándome en frente la persona que menos pasaba por mi mente, abrí la boca para decir algo y la cerré de nuevo. Baje la cabeza y salí disparada de la habitación con un sin fin de cosas en la mente, ¿Que carajos acababa de pasar? La pena llegó a mi, invadiendo hasta el último bello de mi cuerpo, había perdido la cabeza y me había dejado caer inevitable y voluntariamente a los brazos de Morfeo.
----------------------
María♥
ESTÁS LEYENDO
Tentación Peligrosa ©
DiversosSavannah Blade había estado observando discretamente a la familia que se había mudado recientemente al vecindario, específicamente al lado de su casa. Se la pasaba noches enteras pensado en Stephen James, el hijo mayor. Inevitablemente despertaba mu...