Stephen.
Lo había conseguido, la tenía totalmente vulnerable ante mi. Se le veía hermosa, sus mejillas ligeramente sonrojadas, mantenía sus ojos cerrados y su boca se encontraba entre abierta dejando escapar algunos gemidos que me embriagaban de placer, sin embargo había algo más.. la deseaba sí, de eso no había duda pero era solo eso, deseo.
Conseguiría la manera de tenerla en mi cama y luego solo seria una más del montón, sin embargo quería ver que había más allá de toda esa inocencia absurda, que tan lejos era capaz de llegar por un poquito de atención. Sus ojos se abrían por momentos y se volvían a cerrar con fuerza mientras frotaba su feminidad con mi dedos, sus gemidos eran melodía para mis oídos, mordía sus labios tratando de calmarse pero su voluntad decaída en pocos segundos. La observé descaradamente sin perderme nada de ella, cada gesto, cada expresión de su rostro y sus labios, capturando esa imagen en mi memoria.
Empujo sus caderas hacia adelante, dejando escapar algunas palabras que no logré entender, su manos se aferraron al pasto y su pecho comenzó a subir y bajar con ferocidad, sus mejillas estaban sonrojadas con ímpetu y por un momento efímero me pareció sorprendentemente perfecta.
–No cierres los ojos Savannah, quiero verte. - Le ordené determinado.
–Yo.. N-no, No puedo. - Tartamudeo con dificultad.
–Abre los ojos. - Ordene nuevamente, esta vez más excitado.
Trato de mantener su mirada con la mía, definitivamente me estaba encantaba mucho esto. Mi respiración se tornó pesada y mi miembro parecía querer reventar dentro de mi ropa.
–Sie sind köstlich, Sav.
Ella se estremeció, dejándose llevar por un orgasmo arrollador, soltando gemidos sin pudor. Su pecho subía y bajaba en respuesta, respiraba con dificultad mientras intentaba calmarse, en un movimiento rápido cerro sus piernas y bajo la cabeza para luego levantarla y observarme detenidamente.
Meti ambos dedos en mi boca y la saboree, su cara ardía de la vergüenza y eso me resultaba muy entretenido.
—Sabes muy bien Sav, eres preciosa y más cuando dejas salir a flote tus emociones. Desde ahora eres mi Harley Queen. - Sonríe seguro acercándome a ella, hasta estar lo suficientemente cerca.
—¿Harley Queen? no sé si lo hayas notado pero no soy rubia. - Respondió con timidez.
—Lo sé, no lo decía por eso. A lo que me refiero es que no necesitas tener aspecto de una chica mala para ser una. - La tome por el cuello y la bese bruscamente, dominando de principio a fin —Ahora si podrás dormir bien preciosa, buenas noches.
Le di la espalda sin más y me dirigí a casa, eso había sido muy fácil. Había conseguido diversión más rápido de lo que pensaba y seguiría teniéndola hasta que me aburriera de esa niña tonta. Sonreí para mi sintiéndome cada vez mejor, todo estaba saliendo como quería.
Entre a casa sin hacer mucho ruido, mis padres debían estar en cama desde hace mucho rato pero igual no quería interrumpir el sueño de ninguno. Me dirigí a la cocina por comida y algunas bebidas, camine a mi habitación pero me detuve al escuchar ruidos extraños en la sala de estar y desvíe mi curso.
Lo que vi no me sorprendió mucho porque era algo que ya sabía pero si llamo mi atención, Greysel se encontraba con una de sus amigas besándose en los muebles, camine silenciosamente hasta ellas y me senté en frente mientras me terminaba una de las cervezas que traía en las manos.
Ellas notaron mi presencia y sonrieron al mismo tiempo.
–Te gusta lo que ves, James? – Pregunto Perla, la amiga de mi hermana.
La conocía de hace poco, fue una de las primeras amigas que tuvo Greysel al llegar aquí, era una morocha simpática. Tenia un buen trasero y unos senos pequeños, un rostro fino y unos bonitos ojos verdes. La había follado un par de veces, era una niña muy perversa y le encantaba el sexo en exceso. Cosa que a mi no molesta en absoluto pero a veces podía llegar hacer muy fastidiosa y no necesito eso en mi vida.
–Mmjm.. Si, pero esta muy aburrido, Mucha ropa.
La sonrisa maliciosa que se formó en sus rostros me dio a entender que lo que venía era interesante. Se comenzaron a desvestir entre ellas mismas, besándose y dándose chupones y mordisquitos en los senos y en el cuello. Saque mi miembro erecto sobandolo para relajar todas las sensaciones que estaba experimentando, sus bragas cayeron al suelo dándole paso a un frenesí de ideas excitantes que cruzaba por sus mentes.
Mi respiración se volvió un desastre, masturbaba mi miembro con desespero observando el precioso panorama delante de mi, mis hombros se sentían pesados y quería dejarme ir de una manera más satisfactoria así que me levanté tomando a Perla por el brazo y colocándola de espaldas hacia mi, arrodillada en el mueble inclinando su cabeza hacia abajo.
Le tome el cabello y lo enrolle en mi mano halando de el mientras la penetraba con rudeza, embistiendola una y otra y otra vez, gemidos salían de su boca mientras trataba de ahogarlos sin mucho éxito. La imagen de Savannah llegó a mi mente, sonrojada dejándose llevar y ese fue el detonante para el carnaval de sensaciones que explotaron dentro de mi, solté un gruñido aferrando ambas manos a las nalgas de Perla, mientras descargaba toda la adrenalina de ese momento.
Salí de ella con brusquedad propinándole un último gemido más, se dejó caer en el mueble y yo arregle mi ropa marchandome a mi habitación sin siquiera mirarla. Tome una ducha recopilando todos los acontecimientos de esta noche, una sonrisa se formó en mis labios, me sentía increíblemente exhausto lo que me hizo mirar la hora al salir del baño. 2:30a.m
Las horas habían pasado volando, me coloqué unos bóxers y me acosté mirando al techo un rato y por una vez más en la noche volví a pensar en Savannah, en esos llamativos ojos y esa mirada cargada de misterio. En sus labios delineados y su patética imagen de Santa, de Pulcra. Descubriría lo más profundo de ella, quitaría esa máscara de niña buena a de lugar.
Despeje mi mente y me deje vencer por el sueño.
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Tentación Peligrosa ©
RandomSavannah Blade había estado observando discretamente a la familia que se había mudado recientemente al vecindario, específicamente al lado de su casa. Se la pasaba noches enteras pensado en Stephen James, el hijo mayor. Inevitablemente despertaba mu...