Stephen.
Me encontraba maravillado, extasiado y sumamente excitado en cuanto a la situación ¿Quien lo diría? La pequeña Savannah sacando un lado poco común de ella, por poco no podía creer que ella hubiera accedido tan rápido a mis proposiciones o quizá sólo debía culpar al alcohol, sin embargo me había encantado todo lo que había sucedido minutos antes, casi podía imaginarla debajo de mi, sudados repitiendo mi nombre entre gemidos de no haber sido malditamente interrumpidos. Era una completa lástima y mi notable ereccion lo sabía.
- Qué inoportuna y estúpida puedes llegar hacer. - Masculle irritado.
- Lo siento hermanito pero no puedo permitir que sigas con tus juegos estúpidos, nos vas a terminar arruinando James. - Su voz salió dura y sus ojos me miraban con rabia.
- Veamos, ¿desde cuando tengo niñera? Por favor Greysel si no quieres verme molesto lo mejor que puedes hacer es dejar de meterte en mis asuntos. - Hablé entre dientes, estaba colmando mi paciencia.
- ¿Por que ella? Dijiste que no era de tu agrado.
- No es tu maldito problema Greys, acabas de arruinar mi parte favorita de la noche. - Con un movimiento rápido la acorrale contra la pared y la tomé por el cuello con fuerza - serás una buena chica ¿no es así?
- N-no p-puedo r-respirar - balbuceó, sus ojos comenzaban a llenarse lágrimas.
Afloje mi agarre y recorrí su cuello con mis labios dejando pequeños besos, su respiración comenzaba agitarse y podía sentir su cuerpo temblar.
- De rodillas greys, se una buena niña. - Le ordene y ella obedeció sin pensarlo mucho.
Sus manos expertas desajustaron mi cinturón y seguido desabotono mis pantalones, presiono sus manos con fuerza encima de mi ropa interior haciéndome gruñir. - Esto es lo que quieres hermanita, no es así? Pequeña zorra traviesa.
~~~~~~~~~~~*
Savannah.
Sabía que lo que había sucedido desencadenaría consecuencias pero realmente no lograba sentirme mal por eso, el estado en el que me encontraba era un completo éxtasis de libertad, de felicidad extrema. Camine en dirección al lugar donde había visto a Alice por última vez pero no estaba allí, recorrí el lugar con la mirada sin éxito alguno, solté un suspiro cansado y salí del lugar a tomar aire fresco.
Mi mente comenzó a recopilar todos los hechos de hace unos minutos, lleve una mano hacia mis labios recordando con anhelo los besos húmedos y desesperados de Stephen. Un calor se alojó en mi zona baja desmesuradamente, su olor, su voz y su carácter dominante habían derribado el muro que yo misma había impuesto.. No, no y no. Claro que no, sólo me había dejado llevar por el momento ¡Dios! ¡¿Que carajos había echo?¡ sólo fue un momento de debilidad, lo repetí unas diez veces en mi mente como consuelo, algo que no salió realmente creíble. Por otro lado el rostro inexpresivo de Greysel no salía de mi cabeza y estaba totalmente segura que ella no se quedaría quieta hasta acercarse a mi, cosa que veía difícil de evitar por la intensidad de mi madre de hacerlos sentir bienvenidos. Si claro, que bonita bienvenida le estoy dando a mis nuevos vecinos, por estas cosas no salía de fiestas y mucho menos consumía sustancias ilícitas, en excepción de Harold. Los recuerdos aparecieron sin permiso haciendo mesura con mis sentimientos.
"- Esto será muy divertido bebé, no tengas miedo. - Dejo besos cálidos por mis hombros terminando en mi cuello.
- Es que y-yo nunca.. Nunca he probado nada de esas cosas. - Baje la mirada al suelo mordiendo mis labios con fuerza.
- Siempre hay una primera vez ¿no? Sólo es marihuana, estoy seguro que esto también te va encantar Sav.. - Susurro cerca de mi oído mordisqueando el lóbulo de mi oreja.
El calor invadió mi cuerpo, el sabía exactamente mis puntos débiles. Estaba tan expuesta a el que un nuevo sentimiento se alejó en mi cuerpo.. Miedo. "
Un escalofrío recorrió mi cuerpo, comenzaba a pensar que jamás podría alejar todos esos recuerdos de mi, este ambiente no ayudaba para nada. Tenía que marcharme casi no podía sostener mi cuerpo por si solo ¡menuda traba! No me reconocía, si mi madre me viera así seguro le daba un infarto. Me adentre buscando a Alice pero no había señas de ella, es como si se la hubiese tragado la tierra, tendría que devolverme a casa caminando. Me dirigí al baño más cercano dispuesta a arreglar un poco mi estado, al verme al espejo un jadeo de sorpresa salió de mis labios, realmente estaba del asco. Me apresure a lavar mi rostro despojando hasta el último toque de maquillaje, otra vez volvía a ser yo pensé al mirarme al espejo. Urge en mis senos buscando un moño para sostener mi cabello, lo trence por completo y coloque el moño al final. Deje salir un suspiro y acomode mi vestido, los labios me dolían y pude notar como estos se encontraban rotos e hinchados.
Un sentimiento de culpa se comenzó apoderar de mi, quizá había reprimido tantas emociones que no pude detener lo que había sucedido con Stephen, quería que eso sucedería, no me detuve, no hice caso a las alertas que lanzaba mi subconsciente. Por primera vez en mucho tiempo me había logrado sentir segura y capaz de cualquier cosa, miraba mi reflejo frente al espejo y podía ver el personaje que había creado.. Algo que a simple vista se miraba inocente y puro, algo que yo sabía que el fondo no era como se pintaba. Mi estomago se revolvió queriendo sacar todo lo que había dentro, una, dos, tres harcadas después y estaba arrodillada al retrete vomitando como desquiciada y agradecí al cielo a ver trenzado mi cabello. Me coloqué de pie y enjuague mi boca, eche un último vistazo a mi aspecto y me encamine hacia las afueras decidida a irme a casa, debía caminar rápido era tarde y definitivamente no era para nada amante a las caminatas nocturnas, mire mi reloj de mano el cual marcaba las 4:23a.m solté un bufido, era en realidad tarde.
Camine por varios minutos sobando mis brazos intentando darle calor a mi cuerpo el frío era tremendo, sólo a mí se me ocurría la grandísima idea de caminar a casa a estas horas. No había ni un alma por las calles, el sonido del aire chocando con las hojas de los árboles eran mi único acompañante, despeje mi mente de cualquier recuerdo o pensamiento involuntario solo quería llegar a casa, había estado caminando alrededor de veinte minutos cuando frente a mi divisé una masa considerable de personas, las bocinas de algunas patrullas causaron escalofríos en mi.
Apresuré mi paso, la curiosidad se adueñó de mi y en poco tiempo me encontraba corriendo hacia el lugar. Era una plaza poco transitada, la había visitado escasas veces junto con algunos compañeros del instituto puesto que esta no estaba exactamente en perfecto estado era tranquila para estudiar, tomé una bocanada de aire y al llegar me adentre a la multitud empujando algunas personas.
Recostada en una banca vieja y oxidada se encontraba una mujer, su rostro se mantenía cubierto por sus cabellos negros y unos de los policías que se encontraban en el lugar procedió a cubrir su cuerpo que yacía totalmente desnudo con una manta blanca, no se observaba ninguna marca de agresión física o algo por estilo, excepto unos cuantos chupones que decoraban sus senos. El sonido de la ambulancia lleno todo el lugar, los paramédicos corrieron al sitio y procedieron hacer su chequeo, un castaño de ojos miel tomo su pulso y un color pálido se apoderó de su rostro. Esta muerta... Lo escuché tan claro que la sorpresa me llegó como un golpe en el estómago, el castaño movió los cabellos negros de la joven con gentileza o algo más, lástima. Miles de sensaciones incómodas hicieron explosión en mi interior, mi corazón se salto un latido o dos, sus labios resecos y algunos pequeños rasguños se hallaban esparcidos por su rostro, sus ojos ligeramente cerrados y unas notables marcas rojas en su cuello dejaban plasmado en la mente de todos la horrible escena con la que nos habíamos topado. Mis ojos contenían lágrimas que amenazaban con salirse, Lucy estaba ahí tirada, desnuda, muerta. No éramos amigas, nos acabábamos de conocer pero no podía evitar sentir empatia por ella, no podía evitar sentir dolor o tristeza, ella tenía quizás mi edad y le habían arrebatado la vida.
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Tentación Peligrosa ©
AcakSavannah Blade había estado observando discretamente a la familia que se había mudado recientemente al vecindario, específicamente al lado de su casa. Se la pasaba noches enteras pensado en Stephen James, el hijo mayor. Inevitablemente despertaba mu...