X. Aceptación

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De pronto Francisco da un grito y se aleja de Morgan de un salto. Éste se para y da un par de pasos hacia atrás, en mi dirección. Sostiene en la mano una especie de talismán. Lo está sosteniendo en alto, como mostrándoselo al vampiro.

"Tengo protección", dice Morgan. "No se me acerque"

Francisco, aun transformado en esta bestia semi humana, se para en el medio de mi ofiina. Extiende sus manos y emite un sonido gutural que nos inspira miedo. No entiendo bien qué es lo que pretende, pero Ana no puede más y dispara su arma.

Por regulación interna del Grupo, las balas de las armas de nuestros agentes de seguridad son convencionales. Es decir, no le hacen daño a los vampiros. Aun así, lo desestabiliza lo suficiente como para darme tiempo a mí a considerar activar el sistema de defensa de mi oficina. Decido que es lo más prudente hacerlo.

Incluyo en la ecuación que se ha expuesto demasiado en venir hasta aquí y que si hay un plan efectivamente en movimiento, debe de haber otra persona que me contactará.

Al final de cuentas, más allá de todo lo que podamos especular acerca de la existencia o no de una iniciativa para deshacernos de los De la Cruz, está el indiscutible hecho de que Francisco De la Cruz es un monstruo. Yo he visto las consecuencias de sus exabruptos del tiempo en el que aun vivía con nosotros aquí, en la calle Abastos. Se merece todo lo que le está por suceder.

El cuarto se sella de golpe. Una serie de motores independientes se activan, cerrando todos los puntos de acceso y de salida a mi oficina. Las ventanas se bloquean con unas placas de metal. La puerta se cierra y se refuerza por afuera. Hasta los enchufes eléctricos se cierran. Todo en menos de un segundo. Todo este mecanismo lo diseñé yo mismo cuando era gerente de infraestructura del Grupo De la Cruz, antes de que me ascendieran a gerente general.

En todo caso, no lo hice yo mismo. Lo hizo un equipo que yo designé con la misión de encontrar una manera de capturar un vampiro dentro de un cuarto y matarlo. Este equipo de cuatro personas presentó cinco propuestas, de la cual seleccioné la que terminamos implementando. Mecanismos como éste tenemos en apenas siete habitaciones en toda la calle Abastos. Una de ellas es mi oficina. Otra es el sótano de mi casa.

El jefe del equipo encargado de diseñar este sistema murió convenientemente poco después de terminar el proyecto. Yo estoy positivamente seguro de no haber estado involucrado en su desaparición. Su hombre de confianza, un tal ingeniero Paul Gio, terminó dirigiendo esa área. Cuando dejé el cargo, el puesto de gerente de infraestructura bien pudo haber ido a él. Después de todo, Gio es brillante y muy respetado. No obstante, Mauricio es mejor político. Supo ganarse la lealtad de las personas adecuadas.

Incluso una organización particular como el Grupo De la Cruz requiere de un componente de política que no todos dominamos.

De compartimientos en las esquinas de la oficina se expulsa a presión rápidamente un gas que nosotros mismos hemos desarrollado. El ajo espanta a los vampiros porque contiene un químico en particular, el disulfuro de alilo. Si se concentra, causa un efecto grave en ellos. Incluso los puede matar.

Que es precisamente el plan en este momento.

Los aspersores irradiaron una fina lluvia de disulfuro de alilo altamente concentrado. Lo que cayó en la piel de Francisco comenzó a quemarlo. Él no se sorprendió. Solamente se arrodilló y me señaló.

"Tú eres la pieza clave", me dijo seriamente. Los informes decían que un vampiro en su situación estaría pasando agonía. Sin embargo, Francisco no exhibía dolor a pesar de que humo salía de su piel. "Tú eres el que necesitamos. Tú eres el que puede salvarlos a todos. ¿Serás el héroe que necesitamos? ¿O un cobarde más que no quiere cumplir su función?"

Los vampiros de la calle AbastosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora