Buenos días Julieta

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Tumbada en mi cama enredada en las sabanas, luchaba con levantarme de la cama y comenzar el día pero el sueño era de un nivel superior a mis ganas de hacer cosas. Pero cuando estaba a punto de rendirme y cubrirme con la sabana sentí la presencia de alguien entrando en mi cuarto, sentí el calor de unos labios en mi oído que susurraron

- Buenos días Julieta –de forma cariñosa, yo me levante de un salto y le di al susurrador con mi almohada, la persona cayó al suelo y tuve la oportunidad de ver quien era...¿Erik?.

- Erik, no te dije que no me volvieses a asustar –dije mirándole desde arriba.

- Tienes razón –dijo y se toco la cabeza -¿Dónde has aprendido a dar tan fuerte?

- Ay mi niño, yo he dado karate-dije y me levante dejándole en el suelo, ya que yo me metí en el baño.

Me peine para que toda mi melena pelirroja para quedase igual de brillante y espectacular que siempre y de paso me lave la cara

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Me peine para que toda mi melena pelirroja para quedase igual de brillante y espectacular que siempre y de paso me lave la cara. Salí del baño y Erik seguía en mi habitación sentado en la silla de mi escritorio, que chico más pesado, le mire con cara de gato al que le están robando su caja de arena y él se levanto enseguida de la silla.

- Sophie tengo una sorpresa para ti

- ¿Así?¿ Cual es? –pregunte intrigada.

- Si te lo contase dejaría de ser una sorpresa

- Como no me lo cuentes no pienso moverme de mi cuarto, porque intuyo que la sorpresa no está en mi cuarto ¿verdad?

- Oh vamos Sophie no seas así mujer.

- Yo soy como soy, dímelo.

- TE VAMOS A ENSEÑAR LA CIUDAD –salto Maddy que estaba escondida en mi armario, yo peque un chillido de horror y los dos mellizos comenzaron a reírse.

- Esa era la sorpresa te vienes a ver Perth con nosotros –dijo Erik.

- Os mató, no me lo podrías a ver dicho de otra manera.

- Corre vístete que hoy desayunamos fuera –dijo Maddy.

- Para el carro rubita, tu a mi no me das ordenes, me vestiré a mi ritmo, después de ducharme y por supuesto en cuanto os marchéis de una vez de mi cuarto, capichi –eso ultimo lo dije sonriendo inocentemente.

- Capichi –dijeron los dos a la vez y se marcharon de mi cuarto.

Al cabo de una hora o así salí de mi cuarto y baje por las escaleras como siempre igual de estilosa con mis zapatos de tacón de marca y mis labios perfectamente pintados de color intenso. Al llegar abajo vi que Erik y Maddy estaban sentados en el sofá mirando la tele me acerque a ellos por detrás y les di a los dos en sus cabellaras rubias se giraron y sonrieron de satisfacción.

Mi amor de intercambio(Cooper#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora