Laika se quedó viendo a los individuos inclinándose a modo de reverencia frente a ella. Estaba confusa en su tormenta interna.
Por un lado, se sentía segura de cumplir con su destino, ir en su ayuda. Pero otra parte de sí no deseaba abandonar ese lugar... no quería irse de la Tierra.
Scabb levantó la vista hacia la joven al igual que Tobías, por la expresión de su rostro, supieron que algo no andaba bien en ella y sólo rogaban porque no desistiera de ir.Fue alejándose despacio, tratando de no alterar el calmo ambiente generado a pesar de tener una nave alienígena frente a sus ojos. Thwaithá se mostró preocupada, intercambió miradas con Kalthos.
-Laika... ¿qué ocurre? -llamó Scabb poniéndose de pie.
-Yo... Es que... ¡Lo siento! -exclamó y echó a correr hacia la casa.
-¡Laika! ¡Laika! -llamaba Gales.
No podía hacerlo, Laika sentía que todavía tenía toda una vida por delante como para ocuparse de asuntos reales o bélicos en su tierra natal. Había estado tan tranquila, y ahora le pedían que abandonara esa zona de confort que tanto la había hecho sentir segura. Entró en confusión total.
¿Cumplir con su deber o seguir escondiéndose?Se sentó en la orilla del sillón en el living y sólo pudo llorar. Lo hizo aun sabiendo que las lágrimas no le solucionarían el problema interno.
-¿Laika? ¿Por qué lloras? Dime... dime y te ayudaremos -dijo Gales yendo a ella y quitándole los mechones miel de la cara. Laika no respondía, sólo negaba-. Laika, háblame. Te lo suplico...
-¿Princesa? -llamó Scabb acercándose y agachándose a su altura-. ¿Qué le ocurre? Estaba tan segura de lo que haría...
-¡No puedo hacerlo! -exclamó impotente-. ¡Tengo miedo! ¡Estaba muy bien cuando no sabía nada de esto!
-Princesa...
-Tengo... tengo veinte años, ¿cómo esperan que me enfrente a un hombre que... que tiene más años de experiencia que yo? ¿Cómo esperan que después de veinte años me le pare en frente y... y lo derroque así como si nada? Es que... ¡Es imposible! ¡No puedo hacerlo!
-Escúchame un minuto -pidió con delicadeza al tiempo que tomaba sus manos-. Sé... sé que estás asustada... y que todo es nuevo y... hay mucha presión sobre ti...
-Sólo quiero irme a casa... -supliqué.
-Es que es tu casa lo que está en juego, linda -calmaba apretando sus manos-. El... planeta te necesita... tu hogar es el que peligra. La Tierra es tu hogar, desde luego... la Tierra junto a la galaxia completa está al borde de una guerra más. Te conté lo terrible que fue Serk con nosotros... y sé que te asusta la idea de un enfrentamiento...
-No sé hacerlo, Scabb...
-Sabrás hacerlo, claro que sí -sollozó-. Porque está en ti, fluye por tus venas... es parte de tu naturaleza, y tienes un pueblo que te espera con ansias... y ellos te aman tanto como todos nosotros... porque eres su princesa... eres ese halo de esperanza que tanto han rogado. Te prometo... te doy mi palabra de no vas a hacer esto tú sola... pelearemos juntos... como una enorme familia. Pelearán allá y pelearemos aquí. Un nuevo mundo está naciendo... es hora de dejar de esconderse -con el dorso de una mano secó sus lágrimas-. Te veremos brillar, inspirarás mundos completos... sé que puedes hacerlo. Puedes hacerlo, ¿me escuchaste? Puedes y lo harás...
Y Laika se lanzó a sus brazos, Scabb la abrazó con fuerza al igual que Gales, Valentine, Tobías, Daniel y el pequeño hijo del matrimonio.
Se soltó de todos ellos y fue por su tío, se mantuvo aferrada a él; Gales sabía lo duro que era para su sobrina dejar lo conocido en su corta existencia para enfrentarse a lo desconocido, a lo que jamás vio y deseaba poder tomar su lugar para mantenerla a salvo. Pero él sabía muy bien que aunque lo deseara, era Laika quien debía cumplir con su destino, ella debía rescatar al pueblo aún en pie de J'Athannia.
Rió en su interior, pensando en lo igual de pequeña que era cuando tuvo miedo de morir en el primer ataque de la Falla Erittio. La sentía igual de pequeña y frágil que aquella vez.
Besó su frente y la vio a sus ojos verdes amarronados.
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LAVSKRA I: La cuna entre los astros © |✔|
Science Fiction- CIENCIA FICCIÓN - Laika Erittio perdió a su padre en la tragedia del transbordador Transmission en Ohio. Su vida dio un giro de 180 grados. Todo lo que conocía, desapareció. Con 20 años y cargando una enfermedad respiratoria, ha quedado a cargo...