agua.

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Después del beso, Aristóteles me dejó sentado en la taza del baño, se puso de espaldas quitándose toda la ropa dejándome ver su cuerpo expuesto;me miró lindo y se metió a la ducha.

El agua recoria toda su espalda, su cabello húmedo se pegaba a su frente; ojalá pudiera tocarlo como el agua lo hacía.

Abrí mis ojos teniendo la cara contraria cerca y me separé con brusquedad. Le solté un golpe en la mandíbula, logrando que su cabeza se volteara.

-¿¡Qué te sucede Aristóteles?!- dije con lágrimas en mis ojos; y una erección.

-No Temo, yo...

-¡Nada! ¿Tu también crees que puedes jugar así conmigo? Sabes, hay días que no te entiendo. Primero me dices cosas lindas y luego te da por hacer estupideces conmigo. ¿Qué es lo que quieres? -mordí mi labio nervioso- ¡no te vuelvas a acercar a mi!

-Pero Temo

-¡No quiero escucharte!

-¡Me gustas chinga!

¿Les he dicho lo sexy que se ve diciendo groserías? Estaba completamente rojo; más que un tomate. -Eres un idiota-

fetiches, aristemo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora