galaxia. 1

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Frío, era lo único que sentía.

La próxima vez que Aristóteles me pidiera salir con el, definitivamente debería preguntarle antes a donde se supone que iríamos. Y es que todo estaba perfectamente bien, hasta que la noche se hizo presente y mi suéter no impedía que sintiera mi pil congelarse.

El carro de Ari era bastante cómodo y estaba un poco calentito, aunque no me gustaba nada tener que mantener los ojos cerrados, si hice trampa al abrirlos un par de veces, de vez en cuando sentía suaves caricias de la mano del contrario en mi muslo, lo que me ponía nervioso y sonrojado.

Me había quedado dormido pero la rasposa voz de Aristotéles me hizo despertar -ya llegamos- abrió la puerta para mi, permitiendo que el aire del exterior tocara mi cuerpo haciéndome tener escalofríos, tomo mi mano y me dio una sonrisa tímida, empezó a caminar conmigo, y lo único que podía ver eran árboles muy muy grandes y mucha oscuridad,estaba un poco cansado y me daba mala espina saber que el coche estaba lo suficiente lejos para ni podía verlo.

Y así de la nada, llegamos y la sabía perfectamente; como cuando no tienes una expectativa de algo pero cuando llega lo es todo, muy raro lo se pero ¡en verdad lo era! El paisaje era hermosísimo, todo el cielo estaba lleno de estrellas a mas no poder, también había un pequeño lago que reflejaba la preciosa vista, Ari me dio una florecita de esas que parecen girasoles pero en pequeño.

-Todas las estrellas que puedes ver, son pequeñas y dulces promesas de amor que te digo en secreto, y esas que son más grandes son los "te amo" que no voy a poder decir- tomó mi mano.-estoy enamorado, como si jamas hubiera conocido a alguien tan perfecto como tu, y sabes quisiera pedirte tantas disculpas porque entre tanto rollo, mi estupidez me entorpece. Se mi novio porfavor quiero saber que solo eres mio.

Lo besé y el supo que había aceptado.



























fetiches, aristemo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora