Epílogo

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—Ya, Goku. ¡Quiero ver tus brazos!—pidió el menor saltando con gran entusiasmo.

La emoción del joven se debía a que Trunks se ofreció tiempo atrás a pagarle un costoso tratamiento al Son para sus cicatrices. Y si bien apenas iba en sus primeras sesiones, los cambios ya eran evidentes.

Después de la reconciliación del Saiyan y el Son, aquella situación y malentendido fue explicado de tal modo que ahora ese grupo de amigos volvía a estar junto. Además, aquellas reuniones que hacían para verse y jugar o salir a comer, las hacían en compañía de otras dos personas.

Antes sólo eran Goten, Trunks, Goku, Vegeta, Vegetto y ocasionalmente Gogeta. Y ahora a esa lista se sumaban Broly y Gojita. Era increíble lo bien que habían terminado las cosas.

—Goten—lo abrazó por la espalda—. Cálmate—el menor empezó a reír—. Tranquilo...

—Ya—dijo el más alto mostrándole sus brazos—. Ya se están borrando.

—¡Genial!—alzó sus brazos y sonrió—. ¡Vamos a comer pizza!

—Yo quiero pollo frito—comentó el rubio acariciando el cabello de su novio, ellos dos estaban sentados en el suelo de la habitación del Son.

—¡Pizza!—repitió Goten frunciendo el ceño.

—¡Pollo frito!—le mostró su lengua.

Siempre que ellos se reunían, Gojita y Vegetto perdían el porte serio y firme, para abrir paso a uno infantil con el que discutían con Goten.

—¡Pizza!

—Pues yo quiero hamburguesas—el castaño arrojó la almohada y golpeó al menor de los Son.

—¡Trunks!—el menor hizo un mohín y miró con súplica al pelilila.

—Chicos, vayamos a comer pizza. La próxima vez vamos a donde ustedes quieran—los demás inflaron sus mejillas.

—¡Gogeta!—como si fuera un reto, Vegetto imitó privilegiadamente al pelinegro, mirando con ojitos brillantes al pelirrojo que lo único que deseaba era poder disfrutar su libro en tranquilidad.

Goten y Vegetto se parecían demasiado cuando de pedir cosas se tratase. Ninguno de los dos se sentía conforme al ceder ante las peticiones del contrario. Si bien Goten sí era de ese modo, los mellizos normalmente lo hacían para molestar. Además, era una forma de que ambos recuperaran momentos perdidos de su niñez arrebatada.

—No molestes, Vegetto—golpeó suavemente la frente del castaño con aquel ejemplar—. Goten, deja que otros escojan. Tú elegiste la última vez—el Son le mostró la lengua—. No repliques.

—Já—el castaño sonrió triunfante al ver al menor con un puchero derrotado.

—Vegetto, me refería a que hoy Goku decidiría—el Saiji mayor se alejó de él y lo miró con el ceño fruncido—. No te quejes.

—¿Yo?—repitió el de cabellera alborotada, siendo víctima de muchas miradas inquisitorias—. Le prometí ayer a Vegeta que iríamos al restaurante que abrieron hace poco, es un buffet muy variado.

—A todo esto, ¿dónde está Veg?—el de ojos esmeraldas se tiró al suelo, quedando recostado, viendo de forma aburrida al techo.

—Adoptarían a Kyabe hoy, se fue a despedir—todos volvieron a verlo—. No lo dejaron cuidarlo porque es menor de edad, y porque el papá de Vegeta tiene turno completo en el trabajo. No cumple los requisitos legales.

Mi dulce ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora