Capítulo 4: Por siempre a tu lado

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—¿Y... por qué lo hiciste?—preguntó el de cabello bicolor luego de unos segundos de profundo silencio. El pelinegro volteó, y pudo observar que estaba sentado en la orilla de la cama, con una mirada insistente.

—Pues... sucede que... perdí a dos personas muy importantes para mí—suspiró con pesadez y se sentó en la orilla de su cama. El más bajito lo veía a los ojos, en esos orbes negros pudo observar un toque de preocupación—. Mi mamá y mi... pareja...—dijo. Tomó la almohada que segundos antes había sacado de su maleta y la abrazó. Ocultó su rostro en ella, dejando levemente visibles sus ojos, los cuales a su vez eran cubiertos por aquel flequillo que tenía.

—Lo siento mucho...—dijo con cierta culpabilidad al notar cómo se entristeció el más alto. Se acercó y se sentó a su lado. Empezó a acariciarle la espalda a modo de consuelo.

—No es tu culpa, descuida. Estaré bien—le dijo con una sonrisa un tanto fingida.

—Sé que quizás pueda no significar mucho para ti puesto que no me conoces y... ya sabes... sólo tuvimos un encuentro por coincidencia aquella vez en el puente Wiss... Pero si necesitas algo, lo que sea, yo estaré aquí... para ti...—le dijo sinceramente. Le levantó el brazo y se acomodó mejor en su costado. Lo rodeó de la cintura con sus brazos, mientras el de cabellera alborotada lo rodeaba de los hombros. El más bajo seguía acariciando constantemente su espalda, sintiendo lo fornido que era.

—Gotenks... Gracias...—mencionó en un susurro casi inaudible, pero que fue escuchado por el otro. Se acercó a él y le besó la frente, para después ocultar su rostro en su cabellera.

El aludido, al recibir ese pequeño beso, no pudo evitar sonrojarse. Ese tacto no era más que una pequeña muestra de agradecimiento, de eso estaba consciente, pero ¿entonces por qué se ruborizaba sabiendo esto?

—Goku... —susurró—. Etto... yo...

—Shh...—lo silenció sutilmente—. No digas nada...—esta vez le besó la mejilla, la cual sintió muy caliente.

—Pero...

—Por favor, no te vayas otra vez—susurró con su voz entrecortada, el menor sintió como si casi le estuviera rogando. Se separó un poco, y vio que tenía los ojos brillosos y una mirada suplicante. Se volvió a acomodar entre sus brazos.

—Está bien... no me iré...—ahora fue él quien besó la mejilla, logrando transmitirle gran confianza al mayor, esa confianza y seguridad de que "realmente estaría ahí para él".

Goku sentía que su corazón saldría de su pecho si seguía de ese modo. No podía evitar sentir el deseo de besarlo, acariciarlo, tenerlo entre sus brazos y demostrarle todo ese amor que sentía por él. Era Vegeta, ya no tenía ni la menor duda, estaba seguro de que ese muchacho de cabello bicolor y actitud serena era su príncipe, el amor de su vida. No encontraba una explicación lógica para poder demostrar esta afirmación, pero era él... se lo decía su corazón...

Y su corazón nunca mentía...

***

La noche cayó, y junto con ella un silencio reinó en la institución. Luego de ese pequeño momento íntimo, ambos fueron a conocer la escuela. Iba muy cerca uno del otro, en un silencio para nada incómodo, al contrario, era lo que ambos necesitaban luego de lo ocurrido. Gotenks sentía que cualquier cosa que diría podría causarle una sensación de nostalgia o melancolía al mayor, por lo que prefirió callar; además, no sabía exactamente qué decir para hacerlo sentir mejor; aunque, si lo pensaba bien, ¿qué cosa podría hacerlo sentir mejor, si dos personas que amaba murieron y jamás las volvería a tener a su lado aunque las necesitara y lo deseara con todo su corazón? Incluso estúpida le parecía la pregunta luego de analizarla.

Mi dulce ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora