Capítulo 2

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Niña buena.

Intentaba dormir en mi habitación. Ruggero estaba en el otro lado y yo no paraba de darle vueltas a la cabeza. No esperaba que fuera tan cerrado de mente y que no entendiera que le estaba pidiendo. A lo mejor Ruggero quería a Cande y no podría entrar en su círculo jamás, pero no, nada era tan perfecto. No hay pareja que no cojee por algún lado, solo tenía que descubrir cuál era su pinto débil.

Salí a la terraza de mi habitación y miré hacia arriba intentando encontrar una estrella entre tanta contaminación lumínica. Me mordí el labio y se me ocurrió una mala idea. La luz de la habitación de Cande estaba apagada pero la del cuarto de invitados no. Anduve de puntillas por el pasillo y entré sin llamar.  Ruggero estaba sentado en la cama trasteando con el teléfono, en cuanto me vio aparecer puso los ojos en blanco.

-Hola -murmuré y bajé la mirada como si me sintiera culpable-. Creo que antes me he pasado un poco -cogí aire-. Es que, bueno, ningún chico me hace caso y todas mis amigas pues comentan... me siento como una estúpida.

-No te preocupes, lo entiendo.

-No te conozco, así que supongo que no me da miedo que me juzgues por lo que digo o por lo que hago -me acerqué a él-. Tú podrías ayudarme y yo ayudarte a ti con lo que quieras.

-¿Intentas pedirme un favor? - se levantó y se rascó la nuca-. Podrías habérmelo dicho de esta manera por la tarde, en vez de hablar de mi poya. No te va el rollo de tía dura.

Puse cara de niña buena y me enrollé el pelo haciendo un tirabuzón.

-Esto no puedo hablarlo con nadie y bueno, pensé que tú me podrías dar consejos. Aunque sigo  pensando en lo que podrías disfrutar antes de casarte con Cande -sonreí- Oye, Rugge ¿A qué sabe un beso?

Soltó una carcajada que no esperaba. Resultaba que no era tan estirado como pensaba. Me cogió dela nuca inesperadamente, pero no fue nada brusco. Me dejé llevar y casi sin darme cuenta, inclinó la cabeza, cerró los ojos y sus labios se posaron sobre los míos. Le agarré de la cintura y le acerqué más a mi cuerpo. Quería fundirme con él. Mi corazón latía a mil por hora y deseaba que ese momento no acabara. Joder, como besaba. Su lengua se introdujo tímidamente en mi boca, vaya, eso no me lo esperaba. Me mordió el labio, un momento, aquel beso se estaba volviendo un poco agresivo. Sus manos bajaron por mi espalda, hasta que me agarró por la cintura y me estampó contra él. ¿Eso qué notaba era su miembro? Supongo que le estaba gustando tanto como a mí.

Se separó de repente, quizás consciente de lo que estaba sucediendo y carraspeó.

-Sabe a café.

-Acabo de tomar uno.

Intenté llevar la conversación a un terreno menos incomodo, pero no nos engañemos, eso no fue un simple beso. Ruggero se había dejado llevar, aunque no lo admitiese, aún podía ver el bulto en su pantalón.

-Karol, escucha... esto... -dudó, como me gustaba que dudase.

-No diré nada a Cande. Gracias -le di un rápido beso en la mejilla.

Volví a mi cuarto victoriosa. Cierto que aún no he ganado la guerra, pero estaba bien no haberse quedado en la retaguardia. Ruggero ya me había probado, aunque fuera pidiéndoselo de una manera absurda. Yo no era para nada así, ya me había acostado con unos cuantos y había manejado a otros pocos a mi antojo. Pero como dice mi madre, las cosas se piden con educación. Si tenía que fingir ser una niña buena para llevármelo a donde quisiera, pues que remedio.

En el fondo de mi ser quería pensar que Ruggero en realidad había estado esperando una excusa para besarme, una excusa que no lo hiciera sentir culpable, como a mi.

Me tumbé en la cama e imaginé como se podía mover encima de mi si besaba de esa manera.

No sé que hora sería cuando noté a alguien tocándome el hombro para seguramente despertarme. Abrí los  ojos y di un sobresalto cuando vi quien era. En la penumbra pude distinguir sus ojos marrones. Ruggerro estaba de rodillas frente a mi cama, parecía nervioso.

-Karol... -susurró.

Hubo un silencio. Me incorporé en la cama un poco para tener más cerca su rostro.

-Antes has dicho que podríamos ayudarnos el uno al otro -continuó-. Y que... -se mordió el labio- yo no te juzgaría porque apenas nos conocemos.

Asentí con la cabeza. ¿A dónde quería llegar?

-Quizás sí que necesite probar cosas antes de casarme.

Me tocó el labio, tragó saliva y me besó. Esta vez fue más dulce que el anterior. Esperé otro beso, esperé que se metiera conmigo en la cama.

-He sentido algo y no me refiero a algo relacionado con el amor, si no a adrenalina. Los primeros besos son los que hacen que tiemblen las piernas, los siguientes son los que te hacen feliz porque los compartes con la persona con la que estas enamorada. A lo que quiero llegar es que había olvidado esa sensación.

-Lo que quieres decir es que siempre mola estrenar.

-Si... bueno... -suspiró-. Necesito emociones nuevas. Me jode darte la razón.

-Que rápido has cambiado de opinión.

-Es que moría por darte otro beso. Ya sabes, la adrenalina es adictiva.

Le di otro beso y otro y otro, hasta que se nos hizo de día y el volvió al cuarto de invitados

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NUEVO CAPÍTULOOOOOO!!!!!!! 

espero que lo disfruten tanto como yo, me encantaría que en los comentarios me dijesen que les pareció y que esperan de esta novela.

gracias!














Promesas || Ruggarol || A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora