Capítulo 5

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Despacio.

Se quitó la chaqueta del traje y la dejó cuidadosamente encima de una de las sillas. Me aparté un poco de él, pero su brazo me volvió a atraer hacia su cuerpo. Me apartó el cabello del rostro y junto sus labios con los míos. Fue un beso rápido, no quería llamar la atención, supongo. Pero yo necesitaba algo más, maldita sea, no me gustaba quedarme a medias.

Ruggero sonrió, como si le hiciera gracia ponerle los cuernos a su novia. Mierda ¿Por qué me venían esas ideas en un momento como este? Hacia un rato buscaba poseerle en mitad de la tienda y ahora mi mente dedicaba a jugar con la morlidad. ¿En serio? Me mojé los labios con un vaso que había encima de una mesa.

-Siento incomodarte de esta manera, pero debes admitir que empezaste tú.

-No me siento incomoda -le agarré la mano y miré a todos lados. Me puse de puntillas y le di otro beso. Pasados unos minutos, las dependientas se pusieron a hablar de sus cosas y nos ignoraron. Ahora o nunca. Si no lo hacía, me arrepentiría por toda la vida. Le puse las manos en el pecho y le arrastré hasta el probador.

Cerré la cortina y le obligué a que se pusiera a mi altura.

Su respiración era acelerada, seguro que con Jena no había hecho nada parecido. A este chico le hacía falta una buena dosis de adrenalina y aquí Karol se la iba a dar en bandeja.

-Desnúdate -le ordené.

Ruggero mostró una sonrisa perversa cuando me alejé de él para contemplarle. Se desabrochó los botones de la camisa despacio. Se lo tomaba con calma, quería impacientarme y que yo perdiera el control. Cuando llegó al último se apartó la tela y mostró su cuerpo.

No era el  típico "cachas", no tenía  tampoco barriguita, pero se notaba que se cuidaba, además estaba totalmente depilado, Bueno, tampoco es que me importara demasiado el físico, quiero decir, lo que me mataba de Ruggero no era su cuerpo, ni su cara cuadrada, era sus ojos, su mirada que parecía quitarte toda la ropa.

En cuanto le conocí y me miró, supe que ese hombre me iba a traer muchos problemas, como por ejemplo, este...

-¿Ruggero? -preguntó mi madre al otro lado.

¡Mierda! ¿Tan despacio se había quitado la camisa? Vi una mano agarrándose a la tela del probador y me temí lo peor. Ruggero me abrazó con una mano y con la otra cerró la cortina.

-¡Ah! pensaba que estabas en otro sitio.

-¿Dónde iba a estar, Regina? Por favor, no pase.

-Todas estamos aquí fuera deseosas de ver el modelito que has elegido.

-Se han tomado muy rápido el café -protestó Ruggero.

-Pues claro que si -dijo la madre de mi futuro cuñado-. No ibamos a estar de cháchara, hemos venido a lo que hemos venido. Por cierto ¿Y Karol?

Ruggero me dió un beso en la frente que no me esperaba, fue tan protector y a la vez tan lejano.

-Pues... no sé, se habrá ido por ahí, ya sabéis como es.

-¡Oye!... -murmuré en su oído. Siempre dejándome en mal lugar. Me besó de nuevo en los labios, se recreó para ser más exactos. La situación le estaba poniendo tono. ¿Pero con qué clase de pervertido se había comprometido Cande?

-Te vas a quedar un buen rato en el probador,  pero quiero que quedemos esta noche para ir a tomar algo en el local Arik ¿Te hace? -susurró en mi oído antes de salir.

Estaba caminando al sitio donde él y yo habíamos quedado. Si que me pasé un buen rato en el probador, por lo menos calcule unas dos horas, al menos el pesado de Ruggero logró llevarse el traje de novio. Mierda, y yo me lo había perdido por pervertida, ahora tendría que esperar a la boda para verle con él puesto, si es que se llegaba celebrar dicho enlace. Mi misión esta noche con él sería dejarme de medias tintas y llevármelo a la cama, lo que pasará después... no estaba en mis manos. De repente, el móvil vibró en mi bolsillo, tragué saliva y contesté.

-¿Dime, Cande? -pregunté a la vez que divisaba a Ruggero sentado en la terraza del local Arik.


Promesas || Ruggarol || A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora