VIII - ¿Finalmente aprenderán de sus errores?, creo que sí.

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Frank no comprendía que era lo que tenía que hacer ahora que Matt se notaba... Silencioso, un poco más dispuesto a escucharle y no intentar matarle con su cuerpo estando en el estado en el que estaba; Matthew se encontraba tan roto y a Franco se lo devoraba la culpa cada que recordaba su importante papel en eso.

―Rojo, no te miento, sabes que no lo hago ―y ahí se yacía lo que tenía a Matthew tan pensativo y distante aun cuando se encontraba sentado en su sofá con la piernas abiertas y los codos apoyados en sus muslos, teniendo sus manos atadas y en medio de sus rodillas. Aun cuando Frank estaba sentado de igual forma, pero con la pequeña diferencia de estarlo en la mesa de centro; enfrente de él. 

―Has perdido la cabeza, Frank, más de lo normal.

―No, rojo, escúchame y lo entenderás― le pidió nuevamente el castigador pasando varias veces las yemas de sus dedos por entre las hebras despeinadas de su cabello que era más largo y ya no parecía tener el estilo militar, dejaba ver sus rulos de un castaño oscuro que hacían juego con una barba espesa de meses.

―No, Frank ―logró hablar el diablo en un preocupante tono muerto levantándose de su asiento con cuidado, sin hacer algún movimiento brusco que le abriera sus heridas más de lo que ya podían estar o hacer que el castigador decidiera amarrarle de lleno al mueble― Estoy demasiado cansado, herido y débil como para que, encima, tenga que soportar tus devaríos sobre como piensas que te convertiste en mi mascota perdida.

―Rojo.

―No Frank, rojo no, es Matthew Murdock y estoy muy cansado de ti. Con permiso.

Matthew le dio la espalda a Frank y empezó a caminar en dirección a su habitación, entrando con todo el pesar del mundo para montarse en la cama sin retirarse los zapatos intentar safarse de las ataduras en sus manos, sintiendo satisfecho con simplemente correr las sábanas, hacerse un ovillo y luego cubrirse al completo con ellas. Frank se limitó a seguirle el paso después de uno o dos minutos en jaque para finalmente dejarse caer en el suelo con la espalda recargada en el borde de la cama, dándole la espalda a su pelirrojo invidente.

―No has caído en un amor unilateral, Matthew.


(💀)


Era un día común y corriente para Frank Castle en esos momentos de antes en los que desaparecía del ojos de sus seres queridos (y a veces hasta del Beyonder) para hacer lo que mejor le salía: Matar malvados y salvar a cuantos civiles le fuera posible. Pero algo cambió en esa situación, algo pasó mientras trataba de salvar a un grupo de chicas de las manos de un culto que rendía homenaje a un tal Dormmamu o cómo fuera que se le llamase, sin embargo, a Frank no le importó, aquello que de verdad se le antojó vital fue el que no se derramara la sangre de las inocentes.

Y lo consiguió, al meterse por una ventana de una vieja iglesia abandonada logró tener a todos esos monstruos justo donde se ameritaba: bajo la mira de su arma, después de eso muchos sesos se esparcieron por las paredes y varios hechizos extraños intentaron conjurarse en su contra creando criaturas de niebla y bestias de gigantescos dientes con los que tuvo una fuerte pelea desigual de la que a duras penas sobrevivió disparando a los hechiceros restantes. Una gran desesperación se apoderó de Frank Castle cuando solo quedó un contrincante mágico que lo separaba de las chicas. El Barón Mordo, un desgraciado cuya biografía no le interesó en lo más mínimo ni aun cuando este quiso recitársela envés de tirarse de una a la pelea final con The Punisher.

―¡Basta, señor Castle!, ¿acaso no logra entender la importancia de satisfacer las exigencias de Dormmamu?

―¡Yo no glorifico ni lo que veo, idiota! ―fue todo lo que le dijo el castigador vaciando las pocas balas que le restaban a la ultima de sus armas en puntos estratégicos de la iglesia que al rebotar dieron en el clavo, o mejor dicho, en la columna del malvado hechicero. Aunque eso no significaba que la victoria fue suya o que fue hasta el barón y le dio fin a su maléfica existencia, porque la respuesta es un gigante y enervante: ¡NO!

Quod diaboli Cattus  [Fratt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora