Capítulo 17.

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¡Dios! Sus labios eran exquisitos. Podría estar así todo el día. Ella estaba tensa, lograba sentirlo. Pase una mano por su nuca, enredando mis dedos entre sus sedosos cabellos. Presioné su cabeza con la mía para así dejar un firme beso. Al ver que no respondía, me aparté, algo apenado después de todo.

—Yo… Lo siento Lali. No debí hacerlo. Me dejé llevar.

Ella se ruborizó.

—No… No te disculpes… Me ha gustado… Pero —suspiró, ruborizándose aún más— No sé… Nunca he dado un beso en mi vida… Uhm…

Sonreí. Le había robado su primer beso. Era toda una inexperta respecto a ese tema. Acaricié su ruborizada mejilla.

—Solo relájate, ¿sí?

Asintió, sin mirarme. Alcé su mentón con mi mano, para así poder verla a los ojos. Sus hermosos ojos que irradiaban destellos. Me volví a acercar; nuestras narices chocaron, nuestros alientos volvieron a mezclarse, y nuestros ojos se conectaron. Me demoré unos segundos en darme cuenta de que Lali estaba aguantando la respiración. Acaricié su cabello suavemente antes de sonreír.

—Relájate Lali.

Demoró en que me hiciera caso. Reí bajito antes de volver a unir nuestros labios. No hizo nada, por lo que yo abrí sus labios con la punta de mi lengua para explorar su interior. Sabía a algo que jamás había probado. Era dulce y amargo a la vez. Una combinación perfecta. Cerró sus ojos, dejándose llevar por las emociones, al igual que yo.

No estaba acostumbrado a ser tan suave con las chicas en lo que respecta a un beso. Siempre buscaba algo brusco y fuerte, pero con Lali era diferente. No podía evitarlo. Debía ser suave con ella. Era extraño en mí actuar así. Algún día mis padres sabrían lo que yo hacía; matar y vender droga. Quizás no me dejarán más ver a mi primita por temor a que yo le hiciera daño… Primero muerto, era como una hermana menor para mí. No quería pensar en eso en este momento, por lo que borré aquellos pensamientos de mi mente.

Tomé las manos de Lali para dejarlas sobre mis hombros y hacer que de alguna manera me abrazara, pero ella no cooperaba. Me aparté unos milímetros.

—Abrázame, Lali. No te haré daño —aseguré, antes de volver a besarla.

Su respiración era irregular, por lo que a veces se separaba de mis labios para tomar aire. Jugué con su lengua un par de veces antes de apretarla más a mí, cuerpo con cuerpo. Ella se estremeció y me abrazó con debilidad, pero al menos me había abrazado. Comencé a regar besos desde las comisuras de sus labios hasta su cuello.

—Peter… —susurró, mientras un jadeo se escapaba de sus labios.

— ¿Quieres que me detenga? —susurré contra su húmeda piel.

—N… No.

Al escuchar su respuesta, inmediatamente le quité con suavidad la blusa, dejándola solo con el sostén que mi madre le había regalado cuando llegamos aquí. Ella intentó cubrirse, separándose de mi ruborizada. Me aparté mientras corría su cabello de su frente.

—Oye… No tienes que hacer esto si no quieres —le dije.

Ella me miró, mientras suspiraba.

—No quiero que veas esto… —susurró ella.

— ¿Qué cosa?

—Las marcas… Del paso del tiempo… —bajó la cabeza, sin apartar sus brazos de su pecho y estómago, intentando cubrir aquellas partes lo más que podía.

—Déjame ver, Lali.

Negó con la cabeza. Me tiré con suavidad sobre ella, dejándola bajo mi cuerpo. Le quité los brazos, agarrándola con firmeza por las muñecas con una mano y elevándolos sobre su cabeza. Ella chilló en protesta, pero no intentó volver a cubrirse. Me alcé para ponerme de rodillas; cada una al lado de su pequeña cintura y miré su cuerpo. Tragué saliva.

Las cicatrices llenaban casi cada lugar de su piel. Algunas de tonos oscuros y otras de unos tonos más claros. Tenía moretones que recién comenzaban a desaparecer, y una que otra herida casi curada por completo. Había una larga cicatriz cubriendo su vientre, de extremo a extremo. No era muy gruesa, pero era notoria por lo blanca que era. Toqué con suavidad con la yema de mis dedos, mientras la miraba a los ojos. Ella los tenía cerrados.

— ¿Qué te sucedió?

—Ese día… Llegué con un golpe en el brazo. Era un moretón muy grande y muy oscuro. Papá se enfureció. Era verano y yo solo llevaba una camiseta. Me aventó un plato grande y uno de los pedazos me provocó la herida. Demoró al menos dos o tres semanas en curarse casi hasta desaparecer… Tengo otra en la espalda de esa vez, cuando caí sobre otro… Es pequeña… Peter… —gimió asustada— No me toques ahí…

Dejé de tocarla. Besé su frente, sus mejillas, sus párpados, sus labios, su barbilla y cuello. Quería que se sintiera segura conmigo. Me quité la camisa y la arrojé a un lado, antes de abrazarla con fuerza.

—Te haré olvidar… Si me lo permites.

—Peter… Tengo miedo.

Rescatame {Laliter} || AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora