Capítulo 11.

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Peter la miró, el enojo reflejado en sus ojos. ¿Quién lastimaría a esta pobre chica? Bufó molesto, aunque cuando ella le había mencionado eso de ‘’Espera hasta mañana en la escuela para golpearme si quieres’’ cuando la vio camino a casa por uno de los caminos de tierra. Él había mirado su moretón y había entendido todo, pero necesitaba aclaraciones; no quería, por una extraña razón, que le hicieran daño a Lali.

Sabía lo que se sentía, ya que él mismo había pasado por aquello.

Tenía doce años cuando sus compañeros y las personas que se hacían pasar por ‘’amigos’’ comenzaron a molestarle, golpeándolo, encerrándolo en los baños e insultándolo. Jamás logró saber el porqué de aquella situación. Uno de aquellos chicos que disfrutaba golpeándolo era Benjamín Amadeo, y, luego de 6 años, volvió a encontrarlo, disfrutando nuevamente molestar a otras personas.

Su madre al enterarse lo había cambiado de escuela y puesto una demanda al director por la falta de atención hacía los más jóvenes. Peter pensó en que nunca más volvería a encontrarse a Benjamín por allí. Pero aquí estaba, yendo a la misma escuela que él. Él sabía que no lo reconocería, ya que a esa edad su cabello era de un castaño intenso, casi negro, pero con el pasar de los años se le fue tornando cada vez más claro. Además, su forma de rostro ya no era la misma, ni menos su complexión. Cuando tenía doce años, su rostro era ovalado y era, por así decirlo, ‘’rellenito’’; una de las muchas razones por el cual lo molestaban. Fue un cambio realmente notorio y llegó de golpe cuando entró en la pubertad a los catorce años, donde ya estaba yendo al Inst. Ntra. Sra. del Huerto. Allí sucedieron cambios en su cuerpo y su mente, lo que lo hizo cambiar la forma de ver la vida. (N. del T: BENDITA ERES PUBERTAD)

A mediados de año, Peter se unió a la banda actual. Para ese entonces, allí solo estaban Nico, Stef y Agus. Allí consumía drogas y bebía hasta no poder ponerse de pie todos los fines de semana. Luego de un año, llegaron Pablo y Gastón. Supieron por ellos que estaban siendo perseguidos, por lo que Nico nos compró un arma a cada uno y así les enseñó cómo utilizarla. A la semana mató por primera vez.

Los recuerdos invadían la mente de Peter, quien aún, con la mirada fija en Lali, seguía sentado a su lado en la cama.

Lali no dejó de mirarlo con el ceño fruncido. Se le veía realmente hundido en sus pensamientos que decidió mejor no decir nada al respecto.

*Narra Lali*

Sus ojos verdes estaban perdidos mirando hacia atrás mío, pero al momento de darme vuelta noté que no había nada interesante allí aparte de la pared.

Estaba pensando en algo… ¿Qué? No lo sé, pero de inmediato comencé a sacar conclusiones. ‘’Quizás esté pensando lo divertido que sería golpearme, o quizás en las muchas maneras de hacerlo para que a mí me duela’’ Me encogí en mi lugar, mientras que disimuladamente intentaba echarme hacía atrás, alejándome del cuerpo de Peter.

Él me miró de repente. Sus ojos clavados en los míos. Se acercó peligrosamente a mí, haciendo que mi cuerpo se fuera hacía atrás para que mi espalda tocara la suave almohadas, impidiéndome seguir retrocediendo. Él continuó acercándole, para luego sentarse más cerca de mí y abrazarme.

¿Abrazarme? Me estrechó contra sus brazos, juntando ambos pechos y torsos. Quise apartarme, poniendo ambas manos sobre sus fornidos hombros y empujándolo fuera de mi cuerpo. Peter solo me apretó más contra su cuerpo, quitándome el aliento.

-¿Peter? ¿Q-qué haces? —pregunté con miedo.

Jamás había recibido un abrazo, no desde que mi madre murió como se puede notar. Quizás me haría daño. Me podría golpear. Cada pensamiento negativo posible llegaba a mi mente como una bomba, poniéndome realmente nerviosa y tensa.

—Sólo relájate, bonita.

Volvió a decirme aquel apodo. Intenté hacer lo que él me pidió: relajarme en sus brazos. Cerré los ojos por un momento e intenté hacer que mi cuerpo dejara de estar tenso.

Lo logré.

Rescatame {Laliter} || AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora