Peter me dijo que me llevaría con él a la escuela, pero antes de que yo me alejara de él, él me había agarrado del codo obligándome a quedarme. Luego dijo algo que me había dejado helada.
—Yo te protegeré en la escuela. No permitiré que nadie se te acerque o te haga daño. Te lo prometo.
La respiración se había ido de mis pulmones y solo pude quedarme allí, mirándolo como una estúpida. Él me sonrió y me dejó libre para irse a su habitación. Luego de eso no lo vi más.
Estaba tendida sobre la cama boca arriba observando el blanco techo, pensando en lo sucedido esta mañana. Paula empujándome. Yo en el hospital. Peter diciendo que me cuidaría. Mi padre… ¿Qué estará pasando por su cabeza? Me acurruqué entre los muchos cojines cuadrados y cubrí mis pies con la frazadita de piel y polar. Suspiré y desvié la mirada hacía la ventana que a estas alturas de la tarde estaba empañada por la humedad y el frío. Golpearon la puerta antes de que ésta se abriera y Peter entrara algo cauteloso a la habitación. Me di la vuelta sin levantarme, pero cuando vi que abrió la boca y no dijo nada, me senté mientras ordenaba algo de mi enmarañado cabello. Vi su esfuerzo por hablar, así que lo ayudé.
— ¿Qué pasa Peter?
*Narra Peter*
¡Diablos! ¿Por qué me tomaba trabajo hablar con ella? Suspiré frustrado mientras me acercaba a ella lo suficiente como para sentarme a su lado en la cama. Fue entonces cuando hablé.
—Yo solo te quería preguntar las cosas que te hacía tu padre.
Ella solo se dignó a mirarme unos segundos antes de desviar la mirada hacía otro lugar, con la cabeza gacha.
—Yo… —calló.
Le tomé las manos, intentando consolarla.
—Sólo quiero saber… No tienes que responderme si no quieres, ¿sí?
—Bueno. Pero quiero que sepas… Yo… uhm… nunca le había dicho nada a nadie, ¿sabes? Solo… tenes que tenerme paciencia…
Esta vez fui yo quien la callé.
—Tengo tiempo —sonreí.
—Bueno… Te contaré lo peor que me ha hecho… Era verano y hacía mucho calor. Mi papá estaba tomando cerveza fría, y yo lo único que quería era algo para refrescarme, ya que tenía la boca seca. Entonces fui y le pedí un poco… Se enojó… mucho y en vez de darme un traguito, me golpeó con una de las sillas que tenía allí con él. Me rompió por segunda vez el brazo allí. Casi me mata. Cuando desperté, estaba sobre un suelo completamente húmedo por mi sangre, ya que me había hecho muchas heridas algo graves. Él se había ido a trabajar. Yo sola me curé las heridas y cuidé mucho de mi brazo. Para ello debí faltar una semana a clases para evitar que Paula me dañara en alguna otra parte —se detuvo y la vi sollozar.
Ella estaba sola en el mundo. No tenía a nadie allí para ella, y el hijo de put* de su padre no le proporcionaba ni un trago de agua fría. Las lágrimas caían de sus hermosos ojos, y eso hizo que algo muy profundo en mi interior se rompiera. Logré sentir su temor, el miedo en ellos cuando miraba a alguna persona.
La estreché firmemente en mis brazos y noté como se tensó por un momento para que luego se relajara en ellos. Escondió su rostro en mi cuello, mientras intentaba controlarse.
—No me gusta que me vean llorar —farfulló.
—Shh… Es mejor mostrar tus sentimientos en vez de guardártelos y hacer que ellos te hagan daño —intenté calmarla. No lo logré.
Estuve así unos minutos con ella, consolándola, hasta que sus sollozos se fueron controlando hasta detenerse, pero no se apartó, si no que se mantuvo apoyada en mis brazos hasta que noté que se había quedado dormida. Acaricié su suave cabello antes de acostarla junto a mí en la cama.
Habían pasado al menos cinco minutos hasta que mi madre entró en la habitación. Señalé con una mueca a Lali para que evitara hacer ruido. Ella asintió y me pidió con un gesto que saliera de la habitación. La seguí hasta el pasillo.
—Pensaba en invitar a ustedes dos para que nos acompañaran hasta la casa de tu tía Silvia, aun que veo que eso no será posible, ¿no?
Negué: —No mamá. Me contó una de las veces que su padre le ha golpeado y lloró hasta dormirse.
Mi madre me miró preocupada y asintió.
—Pobre chica… No puedo creer todo lo que ha sufrido desde que su madre murió. Qué bueno que la encontraste, ¿sabes? —Me sonrió y me besó cariñosamente la frente— Iré con tu padre y Sofi, ¿sí? Cuida a Lali… Y nada de cosas, ¿eh? —me guiñó un ojo pícaramente y salió hasta el vestíbulo donde mi padre y mi primita la esperaban. Mamá les dio la noticia y luego de que se despidieran de mí se fueron.
Suspiré y volví a entrar a la habitación para ver a Lali sentada, con las mejillas ruborizadas. Le sonreí y fui con ella para sentarme a su lado.
—Creo… que me dejé llevar… Uhm… lo siento… —dijo, sin mirarme.
— ¿Qué? ¿Te disculpas por llorar para desahogarte? No, ni lo penses.
Ella levantó la vista por un momento y asintió mientras se corría el cabello detrás de las orejas. El silencio llenó el vacío de la habitación, fue entonces cuando miré sus labios que estaban entreabiertos. Rosados, suaves a la vista y para nada de secos.
Fue un impulso, o quizás no. Le alcé el mentón con una mano y me acerqué a ella para besarla.
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Rescatame {Laliter} || Adaptada
Fanfiction| Historia del 2014 | Lali Espósito. 16 años. Vive en la Patagonia Argentina. Su padre la golpea. Su madre murió. Hija única. Peter Lanzani. 17 años. Vive en la Patagonia Argentina. Sus padres y son los más buenos del mundo. Su misión será lo que d...