3.

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Una vez cuándo era un niño y estaba aprendiendo a montar bicicleta me caí tan duro que se me fue la respiración, temía morir ahogado y sentía una presión en el pecho horriblemente dolorosa. Así me sentía en este momento. Ahogado. Ahogado por el miedo. El miedo de qué podría pasarle a ella que es tan frágil, no puedo imaginarme dónde estará. No puedo imaginarme qué le estará pasando. Me siento atrapado en esta habitación. Tengo que hacer algo. Tengo que salvarla.

Trato de levantarme pero siento el inmenso dolor en las costillas que sentí cuándo Drew y sus amigos me golpeaban. 

 —Tienes varias costillas rotas  —dice May. —No puedes levantarte hasta nuevo aviso.
 —¡Pero tengo que encontrarla!
 —¡Ya basta Zeeke! ¡Lo único que haces es preocuparte por esa idiota cuándo casi hace que te maten y de paso a mí también!

Me sorprendo al ver su reacción y me echo a llorar. Tal vez me vería ridículo si estuviera con alguien más, pero es mi mejor amiga. Me conoce desde niño, ella me ha visto llorar, yo la he visto llorar, y, algunas veces lloramos juntos. 

 —Lo siento...  —dice —Es sólo que... Me pone furiosa que siempre recibes los peores tratos por culpa de ella, y ella nunca hace nada por ti. 
  —La última vez que la vi tenía una extraña mirada. —hago caso omiso de su comentario.
 —Por ahora sólo importas tú. Intenta descansar. 
 —¿A dónde vas?
 —Debo resolver algunos asuntos sobre el daño del auto.
 —Lo lamento.
 —Lo sé.

Abre la puerta y sale por ella, dándome una rápida mirada por el rabillo del ojo, sale y cierra la puerta. Apenas estoy seguro de que se ha ido me pongo a llorar un poco. No porque Kaythleen haya desaparecido sino porque tal vez May tiene razón, tal vez hago demasiado por ella y ella jamás ha mostrado un poco de gratitud o compasión. Un idiota. Soy un completo idiota. 

Tal vez el que haya desaparecido es una señal para que me aleje de ella. Tal vez ella estaba harta de mi y escaparon con Drew a una vida juntos. Tal vez ella no sea la indicada. Tal vez yo esté aquí atrapado en esta prisón de sentimientos confusos y no salga hasta aclararlos.

Unos golpecitos en la puerta interrumpen mis pensamientos. Me seco rápidamente las lágrimas y apenas lo hago mi madre entra por la puerta con una sonrisa, pero se puede notar la preocupación en sus ojos; una lágrima se escapa de uno de sus ojos y no se molesta en secársela. Me da un abrazo, pero no tan fuerte cómo me gustaría por miedo a lastimarme.

 —Auch —me quejo.
 —Lo lamento, cariño. —dice entre sollozos.  —Estaba muy preocupada.
 —Nunca pareces estarlo.

Su mirada se transforma en una expresión de dolor, pero trata de disimularla con una sonrisa y dice:

 —Te traje unos regalos que te envió la familia y amigos.

Empieza a sacar paquetes de una bolsa que lleva en la mano izquierda. Empieza a decirme de quién es cada regalo y a mostrar un falso entusiasmo. Realmente no me interesa qué me mandaron ni quién me lo mandó. De hecho, me parece algo muy estúpido mandarle regalos a alguien que está en un hospital. Es como si te dijeran por medio del regalo que te felicitan por estar en enfermo y que se alegran mucho de ello.

 —Mamá.
 —¿Sí? 
 —Quiero saber que pasó con Kaythleen.

Se torna un molesto silencio y me doy cuenta que ella no quiere hablar de eso; a ella siempre le había agradado Kay, pero parecía afectarle más mi estado y no preocuparse en absoluto con ella. Pues bueno, es de esperarse porque soy su hijo, pero me fastidia que todos estén pendientes de mi, cuándo estoy aquí y a salvo, y ella podría estar siendo torturada por un asesino en serie, o podría estar siendo obligada por Drew a vivir con él.

 —Yo... Yo no sé mucho. No puedo ayudarte, lo lamento.
 —¡Deja de actuar cómo si nada te importara! ¡No lo tolero! ¡No te tolero! ¡Por lo único que te preocupas es por tu maldito trabajo! 
 —Tú me importas  —me dice llorando.
 —¡No hagas como si yo te importara! Sabes que no es cierto. 
 —¡¿Por qué demonios crees que trabajo todo el día?! ¡Es para que estés bien y nunca que falte nada!
 —¡Já!  —me rio con sarcasmo.  —¿Por qué esto me sonará a película? —hago una pausa emitiendo un "mmm" como si estuviera recordando algo.  —Creo que es porque TODOS LOS PADRES DICEN ESO. Sólo te falta que digas que es para darme lo que nunca tuviste.

Mi madre arroja la bolsa en el suelo y sale de la habitación llorando y cierra la puerta con furia. Siento un revoltijo en el estómago e inmediatamente sé que es un sentimiento de culpabilidad. Pero no me importa. Lo único que me importa ahora es salir de este maldito hospital y encontrar a Kaythleen.

Atrapado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora