7.

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 —Te ves mal. —dice May mirándome con los ojos entrecerrados. 

 —Lo sé.

Llevamos en la oficina de rectoría como una hora, nos tienen esperando aquí porque dicen que somos personas que han tenido conflictos con Drew y que por eso tenemos razones para haberlo matado.

Cuándo May me dijo que Drew era la persona que habían encontrado al frente de la escuela se me encogió el corazón. Sé que era un hijo de perra pero nadie merece morir de esa manera. Hay muchos rumores de la manera en que murió, hay personas que dicen que lo quemaron vivo, otras, dicen que el cuerpo llevaba varios días muertos y que incluso, ya había empezado a pudrirse. Pero la versión más absurda que escuché fue que lo mataron en una especie de ritual satánico, y que las partes de su cuerpo estaban en lugares diferentes a los que debían estar. 

El sólo pensar en que eso podría pasarle a Kay me provoca unas arcadas tremendas, sin embargo sé que ella está viva, algo me dice que lo está y que por ahora, está a salvo. Sólo que no tengo la más mínima idea de lo que puede suceder si me embarco en su búsqueda. Tal vez la policía sospeche y me acusen de algo, no lo sé. Pero siento que si no empiezo a buscarla algo terrible le sucederá, tarde o temprano pasará. 

 —Zeeke... —dice May sacándome de mi ensimismamiento.

 —¿Qué? 

 —Si a Kaythleen le llegara a pasar lo mismo...

 —Cállate. —no quiero escuchar una palabra más de lo que insinúa.

 —Sólo lo digo porque no puedes esperar que aparezca de la nada sana y salva. 

 —Mira May —digo su nombre en un tono despectivo.  —Sé que tienes celos de la chica, y sé lo feliz que te haría que ella nunca volviera a aparecer, pero de una vez te aclaro: entre tú y yo jamás va a pasar algo.

Antes de que May me responda entra un policía en la habitación

 —¿"Sé lo feliz que te haría que nunca volviera a aparecer"? 

 —Eso no es verdad.  —responde May y me fulmina con la mirada. 

 —Sí que lo es  —repongo.

 —Creo que debería acompañarme señorita.  —dice el oficial... Entrecierro los ojos para poder ver su nombre, ya que sin mis lentes no puedo ver mucho. Los perdí cuándo me desmayé en la multitud, alguien los pisó. Snowden, es Snowden.

 —No lo creo  —lo desafía May

  —¿Ah, no? 

 —No.  —responde ella con autoridad.

 —May...  —digo como suplicándole que no haga una estupidez.

 —No sin antes hacer esto  —dice May y siento una patada en mis bolas. Llevo mis manos hacia allí como si eso fuera a disminuir el dolor que siento. 

Escucho como May empieza a reír macabramente y la mirada que me dirige me asusta, es cómo si realmente hubiera disfrutado hacerme daño, como si quisiera hacerlo desde hace mucho tiempo, y deseara hacerme cosas mucho peores.

El guardia la sujeta con un abrazo y la arrastra fuera de la oficina, ella todavía ríe y escucho que grita "¡ESO NO ES NADA COMPARADO CON LO QUE SUEÑO HACERTE!" y vuelve a retomar esa risa macabra mientras se aleja por el pasillo.

Cuándo llego a casa mamá está dormida en el sofá. Los policías me dejaron ir debido al golpe que me había proporcionado May, pues ellos como hombres entendían que dolía como el carajo y no tenía ganas de nada. 

Me dirijo al cuarto de aseo dónde guardamos las mantas limpias en una canasta de ropa, tomo una y me dirijo a la sala, dónde mamá sigue dormida y le pongo la manta encima. Tomo mi mochila y subo a mi habitación, tiro la mochila en un rincón de la habitación y me dirijo a la computadora y tipeo en el buscador: Rituales Satánicos. 

Entre los muchos artículos que encuentro sólo hay basura demasiado burlona y sin bases para explicar que son verdaderas. Ya cansado de leer estupideces decido buscar la biblia satánica en PDF, al principio me cuesta un poco pero luego la encuentro y la descargo. Mientras la descarga se ejecuta, decido mirar el Facebook. Lo que me encuentro no es para nada lindo. 

En mi barra de notificaciones tengo un mensaje, lo abro, es de Drew. 

No tengo idea de qué sea lo que le hayas dicho a Kaythleen para que huyera, pero cuando lo descubra te mataré.  Juro que lo haré. 

Antes de pensar en cualquier cosa sobre el mensaje unos golpes fuertes y descontrolados en la puerta principal llaman mi atención. Rápidamente bajo las escaleras, veo que mamá está despierta, con una expresión desconcertada y por un momento tengo miedo de abrir la puerta, que sea la policía y me lleven preso.

Miro a mamá preguntándole con la mirada si es correcto abrir, ella asiente, me armo de valor y abro la puerta. La situación que me encuentro es un poco graciosa y a la vez vergonzosa: es May, apesta a lágrimas y licor y tiene una botella de cerveza en la mano.

 —Desgraciado  —dice con el tono de voz de un borracho, como si tuviera amarrada la lengua.

 —May,¿qué demonios pasó? 

 — Yo he estado conti... tigo toooda la vida, siempre te he apoyado ¿y así es como me p-pagas? 

Siento a mamá reír detrás de mi y pongo los ojos en blanco. 

 —May, debemos llamar a tus padres.  —digo mientras la abrazo, la abrazo delicadamente, como si pudiera romperla al hacer la más mínima fuerza.

 —¡Qué padres ni qué demonios! Yo te quiero a ti. 

 —May, ya basta. 

 —¿Ya basta? Ya basta tú. Deja de ocultar tus sentimientos, yo sé que me amas.  —su cuerpo de dobla en una arcada y antes de que vomite en la alfombra le paso la papelera que se encuentra en la mesita de los muebles.

La situación es horrible y vergonzosa, tanto que me sonrojo y mamá lo nota, me mira con una expresión divertida y la fulmino con la mirada. Ella se dirige al teléfono para llamar a los padres de May.

Cuándo May termina de vomitar la recuesto en el sofá y empiezo a acariciar su cabello. Es suave y huele a shampoo de sábila. Me conmuevo al recordar como era ella antes de que empezara a sentir algo por mi , ella era unida y me contaba todo. Antes de que una lágrima de escape de mis ojos May levanta la cabeza y clava la mirada en mis ojos.

 —Te amo.  —me susurra.

Le doy un beso en la frente y no respondo nada. Sólo espero a que quede sumida en un sueño profundo. 

Atrapado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora