bienvenidas

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Sep, pasó rápido aquel día, y ahora estas cinco señoritas estaban frente a aquella institución, y lo que más curiosidad les daba, eran aquellos enormes muros que no dejaban que ni una mosca entrase, puesto que guardias estaban ahí dispuestos a matar a todo aquel que lo intentase.

—Bien, hemos llegado—se atrevió a decir la lobezna que se había mantenido todo el tiempo en silencio. —Ahora, las dejaré a cargo de una persona, ella les dará una habitación para las cinco, ustedes saben lo demás, y por favor, que ninguna sospeche de su comportamiento —caminó y subió por las escaleras de aquella institución hasta la entrada, que era una gran puerta de madera resguardada por dos guardias; estos abrieron la puerta dando a ver un gran salón, y justo detrás de esta, había una eriza rosa viendo sus manos. Parecía estar nerviosa.

—Amelia, levanta la mirada, demuestre educación —esta levantó de inmediato la cabeza, y cinco pares de ojos la miraron con curiosidad, un par de jades las miraban con indiferencia y frialdad. — Servirás a las princesas en lo que ellas te pidan, y las ayudarás en todo, ¿entendido?

— Sí, señora —sus palabras salían secas, cosa que intrigaba a los erizos presentes. ¿Les lavarán el cerebro? Se preguntaba scourge en su mente.

Tras decir eso, la mayor de todos, con elegancia volteó a ver a sus nuevas estudiantes, hizo un ademán y salió caminando por un pasillo, ahora las cinco chicas estaban a cargo de la erizo rosa.

—Síganme —indicó ella, a la vez que caminaba por uno de los pasillos, decorados con alfombra roja y cuadros de reyes y reinas, además de mapas de reinos y demás.

—Uhm... ¿Cómo te llamas? —se animó a preguntar la azul a la vez que se ponía a la par de la rosada.

— ¿Acaso no escuchó mi nombre?

—Esto... —se quedó callada, no sabía qué responder, y varias risitas se escucharon detrás de él, así que optó por seguir detrás de ella.

—¿A dónde nos llevas? —preguntó una de las gemelas, para ser más precisos, la de ojos esmeraldas.

—A su habitación — el ambiente se mantenía tenso, y la eriza rosa solamente se dedicaba a caminar firme, la falda de su vestido rojo se movía al compás de sus tacones, su postura recta y refinada, digna de una princesa.

—¿Eres una princesa? —interrogó la otra gemela con frialdad, viéndola con atención. Esta, por otra parte se detuvo frente a una puerta, y se quedó ahí.

—¿Acaso importa?

—Si no, no estuviera preguntando —y sí, un concurso para ver quién era el más frío comenzó, ella se mantenía serena, por otra parte la rosada estaba muriendo en rabia. "Como las odio" era lo único que pensaba.

—No, no lo soy —abrió la puerta de golpe y volteó a verlas con una sonrisa forzada.   —Esta es su habitación, si me necesitan, presionen el botón en la pared —y tras decir eso se fue a paso firme por el pasillo, con los puños cerrados.

—¿Qué le pasa a esta? —mencionó la verde a la vez que se aventaba en una cama.

—No lo sé, pero lo que sí sé es que estaba bien buena —le siguió la azul entrando, viendo cómo los guardias metían sus cosas.

—Estúpidos.

—Estúpidas, cariño—corrigió la blanca a la azabache de vetas verdosas, la cual volteó a otro lado.

—Bueno, chicos, ustedes ya saben qué tenemos qué hacer.

(...)

Aquella semana de conocer el castillo pasó pronto, y la joven rosada era todo un lío, puesto que no los ayudaba en mucho, de hecho, no se agradaban en absoluto, y era lo peor del caso.

Se acoplaron a su espacio, y tomaron las medidas necesarias (cámaras de seguridad entre otras) pero ahora se enfrentarían al más grande reto en su vida.

Ser mujer.
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Espero que les haiga gustado el capítulo
Voten y comenten
Los quiero mucho
Bye

♕︎𝕊𝕖𝕣 𝕄𝕦𝕛𝕖𝕣 𝔼𝕤 ℂ𝕠𝕤𝕒 𝔻𝕖𝕝 D̸e̸m̸o̸n̸i̸o̸♕︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora