💫 Octavo nugget 💫

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Días después, cuando la tía de Jack ya se encontraba en la ciudad y supervisando la tienda, el chico se escapó a visitar a Elsa.

Claro, sin el consentimiento de la mujer.

Creyeron que el mejor lugar para tener una conversación tranquila era uno de los pasillos que se encontraban más alejados.

Pero se equivocaron, porque ella fue la primera en verlos.

-¿Qué te dije la última vez, Jack? -replicó con un tono de cansancio.

-¿Qué hay de malo en visitar a una amiga? -reprochó con el ceño fruncido.

-Nada, siempre que no sea cuando ella esté trabajando -enarcó una de sus cejas con una sonrisa cínica.

-Está bien, me iré -contestó enfadado.

Ella le dio un último vistazo en lo que se despedía de Jack, y desapareció como por arte de magia.

La verdad era que Jack no quería marcharse, pero debía de hacerlo o estaba seguro de que su tía utilizaría su nueva guardia de seguridad para sacarlo a patadas de la tienda.

Aunque no haría demasiado, puesto a que la supuesta guardia no era más que un joven chico debilucho.

Nada en comparación a Jack.

Los jóvenes intercambiaron un par de palabras más, hasta que el fantasma reapareció.

-Parece que no me entendiste -la voz de su tía los volvió a interrumpir.

Jack rodó los ojos en su dirección provocando que la mujer se enfureciera más, Elss bajó su cabeza mientras se mordía el labio inferior, sabiendo que de tan sólo pronunciar una palabra la tensión se agolparía totalmente del ambiente.

-Hablamos luego -se despidió Elsa, dándose media vuelta para regresar a sus labores.

La mujer suspiró pesadamente y se alejó por uno de los pasillos, Jack aprovechó el momento de trotar hasta llegar al lado de Elsa.

-Si nos descubre, nos matará -murmuró la chica observando a su alrededor con cautela.

-No lo hará -la tranquilizó.

-¿Tu tía siempre te ha tratado de esa forma? -preguntó con los ojos bien abiertos.

-De lo que yo recuerde, sí -se encogió de hombros. -Tampoco es como si ella y mi madre hayan tenido una buena relación.

-He ahí la razón -pronunció Elsa sonriéndole un poco.

El chico asintió, y se quedó mirándola por unos segundos que, para ella, resultaron eternos.

-¿Te veré mañana? -interrogó asomando su labio inferior.

-Eso depende únicamente de tu tía -respondió ella con una sonrisa.

Y como si se tratara de alguna fuerza sobrenatural, o en su defecto, mala suerte. El sonido de unos tacones contra la cerámica los alertó, ambos comenzaron a removerse en su sitio luciendo desesperados por esconderse, en el minuto que se disponían a correr sus cuerpos chocaron de tal manera que sus rostros quedaron a tan sólo unos centímetros de tocarse.

Pero fuera de esa burbuja en la que se encontraban, la tía de Jack estaba a punto de perder la paciencia.

Y cuando eso sucediera, no sólo uno saldría perjudicado.

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