Capitulo 38

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Peter estaba sentado en la silla de Eugenia con un vaso de whisky que había servido mientras esperaba. Se sentía impaciente y necesitaba hacer algo para que el tiempo pasara más rápido. Escuchó el golpe en la puerta agradeciéndole por no tener que esperar más.

- Entra.

Después de darle permiso para que entrara, Lali apareció en la oficina con una expresión confusa y miedo detrás de los ojos color avellana. Cerró la puerta y entró en el medio de la habitación. En todas partes estaba marcado por la presencia de su aroma masculino, lo mismo que ella había sentido en su piel el día que hicieron el amor. Miró el reloj en su muñeca como si estuviera comprobando el tiempo que había estado esperando mientras sostenía el vaso en la otra mano.

- ¿De qué querías hablarme, Peter? - Preguntó, incapaz de ocultar su miedo.

- He estado hablando con Eugenia, y creemos que debes obtener tu licencia de maternidad a los tres meses de embarazo. - Se llevó el vaso a la boca.

- por qué?

- Trabajas en pie y el Dr. Fletcher dijo que no es aconsejable que pases mucho tiempo en esta posición, porque cuando tu panza es más grande, sentirás aún más dolor de espalda. - Explicó y terminó de beber el whisky de un trago - Por supuesto que recibirá por cada mes que esté fuera de la tienda.

- Yo agradezco mucho. - Ella cruzó los brazos frente a él y abrazó a sí misma.

- No hay razón para agradecer.

Lali se preguntaba por su actitud. Peter se parecía a su jefe y no al padre de su hijo, a diferencia del día que fueron juntos a la cita, cuando la miró a los ojos y le tomó la mano para apoyarla, mostrando que estaba a su lado. Ahora veía a un hombre frío, como si no la conociera y quisiera mantener la distancia.

- ¿Encontraste el cable? - Preguntó, cambiando completamente el tema.

- No. - Miró hacia abajo.

- Tenga la seguridad de que podrá tener otros. - Puso el vaso sobre la mesa de la oficina.

- Ese fue especial, tenía un valor sentimental. - Seguia mirando el piso - Realmente perdí.

- ¿Sería eso? - se levanto.

Peter sacó la cadena de oro de su bolsillo con el colgante en forma de magdalena con algunas piedras de colores. Colgaba de su dedo índice y colgaba ligeramente de un lado a otro. Los ojos de Lali se abrieron al ver la cuerda que había pasado días desesperados buscando en sus manos.

- ¿Cómo? - lo miró a los ojos totalmente confundido - ¿Qué te está haciendo?

Él no respondió, solo se acercó lentamente alrededor de la mesa y fue detrás de ella. Sin decir una palabra, aprovechó su pelo atado en un moño y le puso el cordón alrededor del cuello. Lali tocó espontáneamente el colgante con las yemas de los dedos sobre su regazo. Cerró los ojos con ganas de llorar y los abrió al ver a Peter parado frente a ella.

- Tu cordón nunca desapareció, Lali. Lo atrapé mientras estábamos en Italia. - Finalmente dijo, esta vez su voz no era fría - Encontré a Santino jugando con su joyero y le expliqué que usaba el cordón en ocasiones especiales.

- ¿Por qué, Peter? - Ella lo miró todavía confundida.- ¿Por qué te quedaste tanto tiempo con él dejándome pensar que perdí?

- Quería saber cuánto significaba para ti, porque significaba mucho para mí cuando decidí dártelo. Sé que me equivoqué al obtenerlo, pero me complació saber que el cable era tan importante. - Él respondió, manteniendo su mirada fija en sus brillantes ojos.

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