¡Genial! mañana es mi cumpleaños.
Realmente ya no lo celebro, creo que me cansé de toda esa situación.
Creo que últimamente no es la gran cosa, no puedo aspirar a más que un día común.
Supongo que debo dormir temprano.
En la mañana, caminaba por la cocina y escuché decir “Hola, felicidades” esas palabras venían del esposo robusto de mi madre. Fue algo extraño pues el señor no acostumbraba a decirme buenos días.
A los 15 minutos mi madre salió del baño, fue sorprendente pues no había ido a trabajar. De igual forma me felicito por mi cumpleaños.
Todo era tan extraño en días atrás no se acordaban ni de que yo también comía en la mesa.
Subí a mi cuarto después de desayunar, era la primera vez que no escuchaba peleas en el otro cuarto causadas por mis hermanos.
En ese momento recibí un mensaje, era mi amigo Anuar. Me decía que estaba de regreso después de su viaje y me visitaría más tarde.
En ese momento sonó el timbre, eran mis dos amigos más divertidos, Daniel y Rodrigo.
Ambos llegaron a felicitarme así que pasaron a la sala. Mamá preparaba café pues podía sentir ese olor húmedo que entraba por mi nariz.
Daniel nos contaba sobre su nueva iguana y todas sus demás mascotas, podíamos escucharlo todo el día y jamás aburrirnos.
Pero terminaron las historias cuando mamá le pidió a Daniel que la acompañara de compras
Rodrigo y yo nos quedamos, yo tan atenta por la forma en que contaba el final de la serie que había visto, parecía todo un desorden la historia pero con la voz de Rodrigo no podía reírme, pues era más que música para mis oídos.
Después de un rato mi mamá, Anuar y Daniel llegaron con un delicioso pastel de cumpleaños, lo pusieron en la mesa y llamaron a todos.
Todos estaban ahí para mí, mientras mi mamá colocaba velitas en el pastel Daniel me obsequiaba una bonita pulsera tejida por el mismo, era tan cómoda que apenas verla me hizo tomarle cariño.
Rodrigo discretamente metió algo a mi bolsillo, temía saber que era pero al mirarlo supe que había ido hasta el fin del mundo para encontrar el obsequio perfecto que ni siquiera necesitaba envoltura.
Anuar me mostraba los resultados que le había dado el doctor, no más inyecciones al parecer
Todo era perfecto pero en el fondo faltaba algo.
Mi madre se detuvo al prender la primera vela del pastel, pues había sonado el timbre.
Todos extrañados se miraron dudosos, ya no esperaban a nadie. Excepto yo, era el momento exacto para dejar de soñar y creer que quien estaba afuera era mi universo, así que corrí a abrir la puerta y…
Estaba ahí, podía mirar aquellos ojos llenos de estrellas.
En las manos sostenía un girasol de color amarillo y una hoja enrollada de forma delicada.
Y entonces supe que ya no me hacía falta nada más.
Ambos pasamos, las velas ya prendidas.
Me decían que pidiera un deseo.
Cerré los ojos
Entonces desee que… En el día de mañana, mi cumpleaños. Este sueño que lees he contado, se haga realidad.