Capitulo 13 "Emperatriz de las brujas."

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— ¡Valla! Hasta que por fin despiertan—oí la misma voz de aquella mujer que nos mando a arrestar. Mire a todos lados y note que todos estábamos amarrados con una algas de color rojo—Disculpen bellas damas ¿Dónde están mis modales? Permitan presentarme soy Nakoa la emperatriz de las brujas.

— ¿Nakoa?—pregunto Drew totalmente desconcertado—No puedes ser—susurro viéndola de arriba hacia abajo—.

—Mi querido comandante vaya que has crecido al igual que yo; quizás por eso no me reconociste. Me da mucho gusto verte aunque hubiera preferido que fueran en otras circunstancias—dijo haciendo una ligera mueca—Aunque tengo que reconocer que me sorprende mucho que Namakaeha aun siga extrañándome.

—El rey nunca la olvidado princesa—afirmo Drew—.

—Preferiría que me llamaras emperatriz y no princesa ¡Nunca lo fui!—grito muy segura de sus palabras—.

—Si nunca lo fue ¿Por qué el rey me contrato para buscar a una princesa que la secuestraron unos piratas?

—Mi querida Arleth. Realmente me sorprende saber que con tan solo veinte años seas capitana de la primera tripulación de mujeres piratas que tú misma formaste; muy impresionante para una chica de unos padres pescadores—dijo mirándome fijamente—La ventaja de poseer un poder como el mío es saber todo sobre cualquiera—aseguro sentándose en una roca con una sonrisa que no abandonaba su rostro en ningún momento—.

—Increíble poder—reconocí con una sonrisa de lado—Lastima que yo no lo poseo así entendería porque tu hermano me mando a buscar a una princesa lunática.

—Namakaeha lo hizo porque es un idiota.

— ¡Claro que no!—grito Brenda—Tu hermano lo hizo porque te ama y te extraña.

—Nakoa. No entiendo. Si tú asesinaste a l'Olonnais y a su tripulación ¿Por qué no volviste al castillo?—pregunto Drew con la mandíbula tensa—.

—Esa es una larga historia pero como se que ustedes no irán a ningún lado se las voy a contar con mucho gusto—dijo acomodándose mejor. Mire a mis costados y a pocos centímetros de mis manos había una pequeña roca que terminaba en punta ¡Eso es!—Verán queridas piratas y comandante hace tiempo cuando el Midgard fue vencido por los hombres del rey Momoa entre los escombros de una casa había una pequeña bebé; el rey se entero y mando a su comandante por esa inocente criatura para sustituir al bebé que la reina había perdido la noche anterior en el parto, así que ante los ojos de los siete mares incluyendo los de Namakaeha yo era el bebé que había tenido la reina—dijo haciendo una pausa—Mis verdaderos padres era un tritón y una bruja. Ante los ojos de Afrodita ellos eran el uno para el otro pero ante los ojos del rey Momoa las brujas eran una gran amenaza por eso las desterró y ellas en busca de venganza mandaron al Midgard a atacar al reino pero no contaron que aun había una bruja con su familia. Conforme fui creciendo me daba cuenta que yo era diferente a las demás sirenas aunque Momoa tratara de negarlo era evidente que yo era diferente, especialmente por los poderes que tenia sin la ayuda de un tridente. Cuando el murió no quiso irse con la conciencia intranquila y me confesó todo sobre mi vida—expreso cerrando los ojos. Drew se dio cuenta al igual que Aranza que ya había desatado mi amarre. Asentí levemente con mi cabeza y le pase la piedra a Drew para que se liberara—Fue en ese momento...—continuo narrando, abriendo lentamente los ojos—Cuando comprendí porque prefería a Namakaeha antes que a mí. No era porque fuera su primogénito o por ser varón si no por el simple hecho de que la supuesta "princesa" no era su verdadera hija... Era un monstruo con el cual las mamás asustaban a sus hijos... Obviamente después de eso no podía seguir en un reino que no era mío así que yo personalmente contrate a l'Olonnais para secuestrarme. Lo que él no imaginaba era que una tierna sirena de apenas quince años lo asesinara a él y al resto de su tripulación. Y bueno desde ese entonces vine a vivir aquí con las de mi especie y un par de años después me volví su ¡Emperatriz!—exclamo con su ruidosa y macabra risa como la psicótica que era. Mire a mi derecha y Drew al igual que Aranza ya estaban desamarrados. Aranza asintió con su cabeza insinuando que estaba lista para el combate. Mire detenidamente a Nakoa; sabia perfectamente que no me encontraba en la posición idónea para alardear ni nada pero si quería ganar tiempo para que todos lograran escapar tenia que arriesgar un poco—.

—Realmente me pareció un plan demasiado estúpido a decir verdad aunque fue elaborado con mucha precisión para la poca inteligencia que tienes fue lo suficientemente combincente lastima que estaba lleno de errores así como tu—afirme haciendo una mueca de asco y dando una carcajada sarcástica—.

—¿Así? ¿Dime cuales fueron mis errores? Haber humana estúpida ¿Que es lo que tienes para decirme?—pregunto Nakoa acercándose a mi de forma amenazante—.

—Pues de tus muchos errores el que mas resalta es que en tu décimo cumpleaños Momoa te regalo un anillo espectacular y de un uso estupendo ya que no solo era la joya mas hermosa de los siete mares sino que igual al no estar muerta esta nunca se torno roja como realmente debería ser—dije y aproveche la cercanía que tenia para restregarle cada cosa en la cara detenidamente así conseguiría mas tiempo o posiblemente mi muerte la verdad no estaba segura—Hay un segundo error y es que eres muy confiada y se lo he dicho siempre a los de tu especie son tan egocéntricos que... ¿Enserio creen que nadie puede estar un paso arriba de ustedes? ¿Verdad?—antes de que lograra reaccionar golpee con toda mi fuerza mi frente contra la suya haciendo que retrocediera y se colocara una mano sobre la hilera de sangre que le empezó a brotar—.

—Eres una maldita ¿Como te atreves?—grito histérica mientras venia en mi dirección con gran velocidad—.

—¡Aranza ahora! grite mientras avanzaba hacia ella dándole un puñetazo directo en el rostro; mientras Aranza la sostenía yo la golpeaba y Drew se encargaba de liberar a las demás—.

— ¡Malditas humanas! ¡Suéltenme!—grito empujando a Aranza hacia su trono donde callo inconsciente debido al golpe— ¡Aranza! 

— ¡Malditas humanas! ¡Suéltenme!—grito empujando a Aranza hacia su trono donde callo inconsciente debido al golpe— ¡Aranza! 

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Amor en guerra (De C. Arredondo.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora