Capítulo III (2)

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Las chicas empezaron a hacer ruiditos extraños y ahí recordé que ellas también estaban ahí. Las miré con un evidente sonrojo. El resto de la hora estuvieron interrogando me sobre Mead y tuve que soltarles un par de mentiritas piadosas, como que lo conocía de toda mi vida (cuando en realidad lo conocía como hace dos años por lo menos), que nuestros padres eran amigos y por eso nos conocimos (aunque en realidad fue en una pelea que casi me costaba mi vida y la de Henry) y que estaba enamorada de él porque me defendía siempre de los acosadores (pero la verdad era que él era un abusador y me había enamorado de él después de haberlo conocido más a fondo después de haber pasado horas con él encerrados en el mundo de las sombras). Tocó el timbre indicando el cambio de clases, permitiendo que me alejase de las chicas, no sin antes que ellas me recordaran la fiesta de esa noche. Entré a los pasillos sin mirar atrás, ni adelante, miraba al suelo con mi cara completamente roja, como era comprensible, muy pronto choqué con alguien, por suerte era alguien que conocía; Jonathan. Él me tomó de la espalda para que no me cayese, levanté mi rostro y vi sus ojos marrones como las hojas de los árboles en otoño, él tenía el rostro cerca de mí aunque él no se había dado cuenta.

-¿No sólo te bastó hacernos daño, también te lo quieres hacer a ti?- Preguntó Jonathan. Con sus lentes pude ver cómo mi expresión había cambiado por su comentario, desvié la mirada y me aparté de él.

-Lamento eso.- Dije esforzándome para que no se derramasen más lágrimas.- respecto a eso ¿cómo te sientes?.- Pregunté sin mirarlo a la cara. Oí el sonido de su casillero siendo abierto.

-Bueno, aparte de cierto momentos de mareos, todo bien.- Dijo mientras tomaba un libro grueso. Suspire. Él se volteó a verme.- ¿Falda?

-¿Tan difícil es verme con una?- Pregunté aún sin mirarlo.

-Algo.- Dijo honesto.- ¿no se supone que esa falda y medias son de Emma?- Yo volteé de inmediato a él cuando lo mencionó, lo miré directo a los ojos por menos de un segundo y después los aparte debido a la pena.

-Si.- Dije mirando al suelo.

-Okey.- Dijo para cerrar su casillero y acercarse a mi.- Sólo asegúrate de que ella no te vea con sus cosas.- Dijo mientras sacaba una liga roja y delgada (de Emma), me pregunté el porqué él tenía una liga de Emma. Se puso detrás de mí y me hizo una coleta, peinando los cabellos de mi fleco atrás de la oreja. Luego volvió a estar delante de mi, me miró un segundo.- Muy bien, así te ves mejor.- Dijo para irse hacia el pasillo.

-¡G-gracias!- Grité cuando ya casi había desaparecido de mi vista; él alzó el pulgar. Yo sonreí. Caminé hacia el salón de teatro, donde Henry me esperaba. Sin embargo, me encontré en el camino a Mead y Jane que habían terminado las prácticas.

-Oye, Am. Vamos a ir al WcDonald ¿quieres venir?.- Dijo Mead justo cuando me vio. Él estaba sonriente ante la idea. Jane me miraba con seriedad.

-Claro, me encantaría…- Dije queriendo completar con un “pero no puedo, tengo clase" sin embargo Mead me interrumpió.

-Cool. Vamos allá.- Dijo tomando mi hombro y empujando me hacía la salida. Al lado mío estuvo Jane. Mead me presentó ante Jane y empezó a hablar y hablar de cómo nos habíamos conocido, aún con el detalle de la pelea a muerte y el mundo de las sombras y todo lo fuera de lo normal de nuestro mundo. Yo no entendía el porqué se lo contaba al chico Ferrer y menos como el pelirrojo no se mostraba afectado al respecto. Quise detenerlo en varias partes, sólo que la alegría de Mead era demasiada para poder detenerla.

En menos de lo que había pensado llegamos al lugar de comida rápida y, al llegar vi a Jacob y a Takara Ferrer. Me quedé helada. Creía que sólo se trataba de una comida con Jane ¡no con toda la familia!. Mead me dio un golpecito en el hombro dedicándome una sonrisa.

-¿Todo bien, enana?.- Dijo con esa sonrisa que me volvía inútil. Sólo pude dedicarle una torpe sonrisita que ni de chiste se comparaba con la suya. Él me volvió a empujar mientras saludaba a todos de lejos. Cuando estuvimos cerca de la mesa él me presentó debido a mi silencio, obviamente lo había hecho para molestarme.- Y la chica callada con cara de boba se llama Amanda. Está muy contenta de estar con ustedes, tal vez por eso parece como si se hubiera roto.- Rió, yo me sonroje.

-¡Mead!- Le grité, sin embargo, no fui la única que lo había hecho. Al lado del rubio se hallaba Jacob quién fue el que también gritó su nombre. Él se volteó a verme cuando ambos nos dimos cuenta del acontecimiento, no me veía pero estaba segura que los dos estábamos igual de sonrojados. Él se acercó y me ofreció la mano.

-Un gusto, yo soy Jacob. El chico raro y nuevo de la escuela.- Dijo tratando de imitar la presentación que Mead me había hecho. Yo le estreche la mano con una sincera sonrisa.- Y él es Takara.- Dijo señalando al hermano mayor, mi compañero de clases.- Él es un loco compulsivo amante de las matemáticas.- Dijo riendo. Takara le gritó su nombre con enojo.- Y él es Jane.- Dijo ahora señalando a su hermano deportista que aún traía su camiseta de tirantes.- Una adolescente rubia cualquiera obsesionado con su peso y hacer ejercicio.- Jane lo fulminó con la mirada. Ahora entendía porqué el peli rosa se llevaba tan bien con Mead, pues eran iguales. No pude evitar soltar una risita. Ahora era a mi a quién fulminaba con la mirada.

-¡¿Quieres jugar con eso, hermanito?¡ Creo que tú presentación quedó demasiado corta.- Dijo poniéndose su chaqueta que estaba en una de las mochilas que había traído Takara. Se había acercado a nosotros y tomó mi hombro.- Verás, Amanda. Jacob es un niño pequeño que todavía teme a la oscuridad a sus dieciséis años de edad y necesita una lucecita de noche para dormir.- Dijo con una sonrisa. Jacob estaba hecho un tomate por ese secreto al descubierto.

-¡N-no es cierto. Amanda. Mead. No le crean!- Dijo tartamudeando mientras nos miraba a los dos. Jane se reía a carcajadas.

-Aparte de todo.- Continuó Takara mientras sacaba un osito de peluche descocido de botones de color como los ojos de él de la mochila.- Él no puede ir a ningún lado si no trae consigo este viejo peluche.- Dijo mientras lo sostenía de una sola pata; La planta tenía un corazón. Jacob corrió hacia él para arrebatarle el muñeco.

-¡Takara Junior es mucho más que un viejo peluche!- Dijo con sonrojo, los dos hermanos se reían a carcajadas del pobre Jacob. Yo miraba al chico con lástima y quise detener la risa de los muchachos pero era muy fuerte. Vi a Mead y él se estaba aguantando la risa. Le miré con rabia, él había empezado con todo este lío ¿y todavía se atrevía a querer reírse? No tenía remedio. Al fin y al cabo no pudo aguantar mucho tiempo y reventó a carcajadas. Todos lo miramos con fastidio.

-Déjenme hacerlo a mi.- Dije mientras me acercaba a él. Mead sonreía un poco nervioso pero trató de ocultarlo.

-¿Lo dices en serio? Si ellos ya me conocen.- Dijo riendo de forma arrogante. No sabía si era la única pero a mi se me hacía demasiado obvio que sólo ocultaba su propio nerviosismo. Sonreí por ello.

-Queridos compañeros, les presento a Mead.- Dije golpeando el pecho del rubio.- El chico más “malo" y que no le importa para nada cualquier problema que suceda alrededor de él.- Él sonrió respecto a mi comentario, diciendo con su mirada: “no tengo nada malo que conozcas”.- Pero en realidad es un tierno sentimental que ama las películas de romance y los musicales, siendo su favorito “Lala land" .- Me alejé de él antes de que me golpease como era su costumbre. Sin embargo, cuando lo volteé a ver él no había tenido uno de sus arranques de ira, al contrario, sólo se hallaba ligeramente sonrojado y sonrió con pena.

-Bueno, no sabía que conocías esos gustos de mi.- Dijo mirándome directo a los ojos. No parecía afectado ante mi comentario sólo un poco avergonzado.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué no explotas en ira?- Pregunté confundida. Sabía que los hermanos Ferrer estaban ahí pero por un segundo sentí como si no estuviesen.

-Es que no estoy enojado.- Dijo mientras continuaba viendo a mis ojos. Tal vez él también había sentido que los hermanos ya no estaban ahí. Nos quedamos en silencio varios segundos viéndonos mutuamente.

-Bueno ¿quién tiene hambre?.- Preguntó Takara para sacarnos del transe. Los chicos ya estaban sentados y Mead y yo hicimos lo mismo. Takara pidió algunas hamburguesas para nosotros. No puse mucha más atención a lo que pasaba a nuestros alrededor. Me sentía como si estuviese en otro mundo. Una hora después salimos del  WcDonald y cada quien se fue a sus propias clases o actividades.

El mundo Perdido (Au2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora