Capitulo VI (1)

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Estaba detrás de la barra de comidas, lanzándole a un ser monstruoso y gigante la comida caliente que estaba ahí.  Ese ser segundos antes tenía la forma de un padre de familia promedio, pero eso en ese momento no me importaba, sólo lanzaba lo primero que veía para que no se acercase a mi. Edward; quién me había tratado de mentir para protegerme estaba esforzándose para evitar tener un cuchillo en su cara, y se veía en que estaba apunto de no lograrlo. Recuerdo que yo le lancé una charola de metal (ya vacía) al monstruo que retrocedió unos pasos atrás, permitiendo que pudiese buscar otra cosa para lanzar, que resultó ser un sartén viejo y oxidado.  Se lo lancé al mesero que cayó encima de Edward, él menos de un segundo después lo tiró al lado suyo y le extrajo su esencia. “Uno menos" recuerdo que pensé, no me agradaba lo que estaba haciendo pero no iba a permitir que lastimaran a Edward, aunque eso me hiciese ir contra mis ideales.

Estaba tan concentrada en protegerlo que no había notado que un cambia formas estaba detrás de mí hasta que me tomó de los brazos y me sostuvo separándome del suelo. Yo patalee para intentar tocar el suelo. Ni siquiera podía mover mis brazos para darle un codazo, él me tenía atrapada. Miré por encima de mi hombro y logré verle la cara; era uno de los chicos de la mesa de la esquina. Me moví de forma agitada para que él me soltase pero lo único que logré fue quedarme sin aire. Pronto el otro chico de esa condenada mesa se arrastraba por el techo. Movió su cabeza 180° grados hasta verme directamente a mi. El aire había regresado y solté un fuerte grito de terror. Volví a patalear golpeando las rodillas del flaco muchacho con fuerza sobrehumana, sin embargo, no parecía inmutarse. Volteé hacia donde se suponía que estaba Edward pero no lo encontraba.

-¡Baja la cabeza!- Lo escuché gritar. Miré hacia donde se escuchaba su voz y ahí lo vi a él. Quien estaba saltando de mesa en mesa alejándose del monstruo gigante que antes me acosaba a mí. Más rápido de lo que pude ver, él ya estaba saltando a la barra de comida con ese viejo sartén en mano. Yo bajé mi cabeza siguiendo su orden. Lo único que pude escuchar fue el golpe en una superficie vacía. Pronto ese ser me había soltado y caí de pie al suelo. Miré atrás de mí y vi como ese alto ser se hallaba tirado en el suelo con una marca roja de sartén en su rostro.

-Gracias…- Susurre. Levánte la mirada y su rostro se localizaba en mis ojos. Quise decirle algo más pero escuché como esa cosa del techo caía a nosotros. Me lancé a Edward para alejarnos de esa lugar y ambos rodamos hasta darnos en una pared. Él estaba encima de mí con sus dos manos sosteniendo las mías. Me miró con coquetería.

-¿Si tanto querías saltar a mis brazos por qué no….?- Lo interrumpí.  Ya me conocía sus frasecitas y aunque me causaba extrema felicidad el volver a escucharlas, no era el momento.

-…lo hice antes?- Completé su frase. Él me miró sorprendido ahora yo sonreía.- Discutiremos eso después. Ahora por favor, “principito” te agradecería que me ayudarás a detener a esa cosa.- Dije volteando a nuestro lado derecho,  donde estaba ese cuerpo flacucho en cuatro patas y con la cabeza volteada. Él me soltó y se levantó de inmediato tomando el sartén. Yo me sacudí las piernas que se hallaban raspadas, ignoré eso y me levanté con la misma rapidez que Edward. No tenía arma y él se puso delante mío para correr hacia ese ser y darle otro golpe en la cabeza mandándola a volar.

-¿Ves, Am? Todo arreglado.- Sonrió  con orgullo. Yo le sonreí al verlo. Me recordó al primer año que estuvimos todos juntos cuando él no sabía cómo defenderse, y el momento exacto en el que él me había salvado por primera vez y esa sonrisa en el rostro diciendo un “¡lo he logrado!” silencioso. Si él fuese el mismo Edward de antaño hubiera utilizado esa apodo que me había dado desde el momento en que nos conocimos; “princesa". Yo supire por el simple recuerdo.

-¡Buen golpe!.- Lo alenté.- ¿Nunca has practicado béisbol? Se te daría genial- Él soltó una risotada. Se quiso acercar a mi pero el gigante lanzó la cabeza de regreso golpeando a Edward y haciéndole caer. La cabeza estaba sujeta a su oreja y parecía querer cortársela. Dejó caer el sartén. El gigante caminaba con lentitud y resonaba en el suelo por cada paso que daba. Tomé el cuchillo de la barra y se lo clavé en el cráneo haciendo que por fin soltará la oreja del príncipe. Quien se sentó cubriéndose para ocultar el sangrado que escapaba de sus manos.

-Maldita mierda….- Dijo viendo la cabeza.

-Esa boquita, Ángel.- El chico me miró con una mezcla de enojo y culpa. Le ofrecí la mano.- Terminemos con esto y trataremos tu herida ¿de acuerdo?.- Edward la tomó y se levantó, pero su cara se convirtió en una de susto. - ¿Qué te pasa?

-Mira atrás de ti.

Volteé y vi como la pared tenía la forma de ese gigante. Me maldije a mis adentros, ese cambia formas había huido a la ciudad y no habría forma de encontrarlo.

-Estamos fritos.- Dijo el príncipe con una nota de amargura en su voz.

-Sin duda.- Admití.

…Prepara, apunta, disp…

El mundo Perdido (Au2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora