Capítulo IV

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No recuerdo muy bien el resto del día. Recuerdo que las horas pasaban de manera irregular; algunas veces muy rápido y otras, demasiado lento. Estaba fastidiada, cada vez se acercaba más la hora de la misión y no podía ignorarla. Estuve dando vueltas por el pasillo largo rato hasta que dieron las 9:40. Vi mi celular durante unos minutos, meditando. Decidí ir al dormitorio compartido. No había nadie nuevamente, así que tomé un vestido negro de Emma junto con mis zapatillas del mismo color. Me hice una coletilla nueva y me dirigí a la biblioteca. No había mucha gente en los pasillos, incluso en los cercanos a la biblioteca; eso me había dado mala espina pero lo ignoré. Más rápido de lo que había pensado me hallaba enfrente de la vieja puerta. Dudé varios segundos en entrar o no, no se oía nada. Suspire, di mi mejor sonrisa y entré.

Oscuro. Paso, paso. Oscuro. Luz. Prendí el interruptor. Todo seguía igual de sólo. Traté de no desanimarme "Quizás aún no llegan. Quizás es demasiado temprano..." pensé mientras me sentaba en algunos escritorios vacíos; en tan mal estado que ningún profesor los quería, incluso aunque se quedase sin uno. Lo mismo con las sillas, las computadoras, las personas... Todo lo que nadie más quería terminaba ahí. Me senté a esperar.

No supe cuánto tiempo estuve adentro pero debí de haber estado una o dos horas esperando pues Edward había venido a buscarme. Estaba sentada con mis rodillas abrazadas, me encontraba apenada por haber utilizado vestido, quería llevar un pantalón holgado y una vieja sudadera nada llamativa, quería esconderme y que nadie me viese, en especial él. No levanté mi mirada. Escuché sus pasos hacia mí, sin verlo, supe que traía las botas que él utilizaba para las misiones. Me había esperado. Abracé con más fuerza mis piernas cuando llegué a esa conclusión.

-¿Amanda?- Preguntó con un dulce tono de voz, parecido al que tendría un padre o quizás, el de un hermano mayor.- ¿Amanda, estás bien? ¿Qué estás haciendo aquí? Llevaba una hora allá afuera esperando.- Dijo tratando de quitar mis manos de mis piernas para verme la cara. Yo las mantuve con más fuerzas. Él se limitó a sólo mantener su mano en mi muñeca.

-...Perdón...- Dije sin levantar mi mirada. Mi voz se escuchó ahogada.

- Tranquila, eso está bien. No te lo decía para que te disculparás. Sólo que, bueno, normalmente tú no eres así y... el encontrarte aquí. Sola. ¿Amanda, qué pasó?- Preguntó tomando mi mano. Yo la apreté y él se sorprendió un poco por eso. Segundos después el también apretó mi mano y se sentó a mi lado.- ¿Olvidaste la misión?.- Negué con la cabeza. Suspire y levante mi rostro rojo. No había llorado, lo cual era sorprendente para mí. O no había llorado, hasta que lo vi a los ojos, sus ojos azules; preocupados pero a la vez tranquilizadores para mí. Lágrimas salieron sin control.

El chico se acercó con rapidez y me abrazó. Mi rostro quedó en su pecho y él acariciaba mi pelo para calmarme, seguía llorando y no podía detenerme (Emma tenía razón, era de verdad patética.) Escuché su corazón latir, suspire.

-Traté de hacer lo que me dijiste.- Dije mientras veía el suelo. La ropa de Edward tenía un sutil olor a lavanda que era agradable.

-¿Qué te dije?.- Preguntó confundido, bajando su mirada coincidiendo con la mía. Ambos la apartamos.

-¿"Ser una adolescente normal"?.- Dije pegándome un poco más a su pecho. Estar a su lado era relajante y me sentía protegida. Nunca lo había notado.

-...Mierda...- Dijo cuando había captado mi comentario. Tomó mi rostro y me alejó de su pecho para verme. Había dejado de llorar, por suerte.- ¿Qué pasó?

-Hable con unas chicas en mi hora libre cuando fui a la cancha de básquetbol. Ellas me invitaron a una "fiesta" aquí, pero nunca llegaron. No puedo creer que fui tan tonta para creerles.- Dije apartando mi rostro y alejándome un poco de él. Me sentía desprotegida, así que volví a abrazar mis piernas.

El mundo Perdido (Au2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora