Capitulo V

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Amanda se veía especialmente distraída esa noche. No supe muy bien el porqué de su sensibilidad, sólo sabía que debía ser más cuidadoso de lo normal con ella. Quizás yo tenía también parte de culpa por eso. "Ser una adolescente normal" ¿por qué había dicho tal tontería?. No había querido lastimarla de esa forma y el verla aún con ese vestido negro y zapatillas fuera de su vestimenta normal me hacía sentir peor. El no mostrar mi preocupación fue lo mejor que yo pude haber hecho, el preocuparle sería un peso que no quería volver a darle.

Caminamos hasta volver a estar en frente de ese dichoso restaurante Japonés. No sé porqué el mismo lugar que había elegido para hacer feliz a Amanda y de paso, cenar, se convirtió en el lugar dónde cometeríamos...un asesinato... Decidí no pensar en eso, pues me daba escalofríos en la espina dorsal. Le abrí la puerta a la castaña que me dedicó una linda sonrisita que me hizo sonrojar. Suspire con felicidad al verla. Volví a cerrar la puerta y mi mente divago debido a esos momentos con ella el día de hoy. Sentí un agradable calor en mi mano, donde ella me había tomado hace unos pocos minutos. Suspire nuevamente. ¿Cómo ella era tan capaz de distraerme con esa facilidad de la cuál ella no se daba cuenta?

-¡Erick!- Gritó. Yo volteé extrañado, pues había creído que se había encontrado con alguien que ella conocía. Estaba sentada en la mesa cercana a la barra donde exponían la comida, que me asqueaba en especial. Preferiría ver MI comida en un lugar donde un animal rastrero no pudiera meterse,(seguía sin entender muchas cosas de este mundo) pero a ella parecía no importarle. Me guiñó un ojo.- ¡Vamos, Erick. No te quedes ahí parado, que tengo hambre!.- Refunfuño, ahí entendí que el tal "Erick" era yo. Le dediqué una sonrisa de complicidad.

-Ahí voy, ¿Am...elia?- Dije mirándola a los ojos. Mi voz sonó extremadamente forzada, ella hizo una mueca. "¡Bueno no soy tan bueno fingiendo como tú, chica lista!" pensé avergonzado y me senté a la mesa. ¿Cuál era la necesidad de tanto espectáculo? ¿Por qué los nombre falsos? Si sólo éramos nosotros y unas cuantas personas más. Pasé por una mesa dónde se hallaba una joven madre adormilada con su esposo que trataba de alimentar a la niña de no más de dos años que tenía demasiada energía. Ella me miró. Me alejé de forma instintiva de la mesa. Ella me siguió con la mirada mientras seguía haciendo un puchero, yo me esforcé por ignorarla. Llegué a la mesa y me senté con incomodidad.

Amanda se acercó más de la cuenta pero miraba al mesero que se acercaba. Tomó mi mano encima de la mesa, yo temblé por el contacto y me torné rojo. No se dio cuenta por suerte. Sabía que estaba fingiendo tal cercanía, sin embargo, yo no podía evitar mis nervios.

-Buenas noches ¿saben lo que quieren ordenar o desean pasar a ver nuestros platillos?- "¡Ni loco!" quise contestarle al camarero pero reconocí que mi "fobia" era un exageración, así que guardé silencio, en cambio, Amanda se acercó un poco para tomar una salsa que el mesero acababa de colocar junto con unos panecillos raros. Quizás el hecho de que tenía mucha hambre no era en broma. Su movimiento hizo que oliera su champú, haciendo que sonriese de forma involuntaria.

-Eh, si. Ah..- Dijo la chica viendo los paquetes escritos en una cartulina electrónica encima de la barra de comida.- El paquete de $99.- Dijo sabiendo que no contábamos con mucho dinero esa noche. Suspire aliviado por ello. De verdad que estaba muy atenta a su alrededor. Ella me miró un segundo para luego volver a mirar al mesero.- De arroz y carne agridulce.- Sabía a la perfección que yo detestaría el asomarme a la barra y que, además yo no era de comer demasiado. El mesero hizo una ligera reverencia que me extrañó para luego alejarse dándonos la espalda. En ese momento Amanda soltó mi mano y se tomó su cabello.

-¿Soy yo o este lugar es demasiado extraño? Siento el ambiente con mucha pesadez.- Dijo para volver a mirarme ya separada de mi. Su voz era casi como un susurro. Si, se sentía como ella estaba incómoda. Miré a mi alrededor y volví a ver a esa niña que estaba jugando con su papá. Me alejé y asentí con lentitud sin mirarla a los ojos.- Además de todo apesta.

El mundo Perdido (Au2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora