Capítulo I. (2)

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Caminamos en silencio, E.14 no nos había dirigido la mirada durante todo el camino, él estaba con su clásica cara seria. Yo estaba con los brazos cruzados mirando hacia la dirección opuesta del ángel. Y, H.05 era quien había tomado mi lugar, mirándonos a los dos con una mezcla de incomodidad y preocupación.

-¡Oye, R.17! -Dijo Henry (H.05) con su voz aguda y un poco irritante, como la mía. Al fin y al cabo, apenas somos unos adolescentes.- ¿Soy yo o tú también sientes el ambiente pesado entre A.113 y E.14?- Dijo como si se hubiera perdido de algo importante respecto a nosotros. Henry era un buen chico, sólo que demasiado interesado en la vida de los demás y aunque se esforzaba de no serlo por completo, algunas veces no podía evitarlo.

-H.05, te pido por favor que guardes silencio respecto a este tema.- Dijo Edward sin mirar al chico.

-¡Okey, pero…!- Quiso volver a insistir el castaño.

-Coincido con E.14, existen algunas cosas las cuales son mejor no conocer.- Dije viendo al castaño que tenía su cara en mueca, que si no fuera por el momento hubiera soltado una risotada, en cambio, solo di una ligera risita. H.05 se cruzó de brazos y bufo.

-¿Cuánto les cuesta contarme?.- Murmuró con enfado, luego me vio y yo le dediqué una pequeña sonrisa junto con un guiño. No estoy segura si eso lo hizo molestar más o ya sólo estaba jugando, pero me mostró la lengua como niño de primero de primaria.

En ese momento, R.17 entró en el salón de química para sacar a Jonathan (J.24); un chico de pelo oscuro y ordenado, con unos ojos negros como la noche cubiertos por lentes cuadrados que él utilizaba, aunque nunca supimos si de verdad los necesitaba. J.24 salió de la habitación con un líquido verde guardado en esos vasos raros de laboratorio en mano, se veía un poco molesto cuando supo para lo que lo necesitábamos, nos vio, suspiró y se limitó a dejar ese líquido en su mesa de trabajo, cerrando la puerta suavemente y uniéndose a nosotros sin decir nada. H.05 de inmediato se acercó a él para hacerle plática con su energía infantil.

Caminamos hasta el piso superior, donde estaba el salón de robótica. Ahí, R.17 repitió el mismo proceso sacando a Emma (3.2MA) del salón, quien tenía ligeras manchas de aceite en su ropa, al vernos se deshizo su coleta y nos saludó a todos con ánimo. El grupo ya estaba reunido, bueno, casi todo el grupo. Subimos hasta la azotea donde estaba la “habitación del conserje”, yo abrí la puerta con mi collar de medalla y la puerta se deslizó dejando ver un largo pasillo oscuro. Todos entramos sin dudarlo, se notaba lo acostumbrado que estábamos a ese tipo de cosas. Llegamos hasta el interior donde se hallaba una enorme máquina, junto con algunos escritorios y cristales que guardaban “la esencia mágica” de los monstruos, como les dicen ellos, que habíamos capturado. Eso me provocó un escalofrío en el cuello. R.17 prendió la luz de la habitación, eso no la hacia ver menos tétrica. No me daba muy buena espina la sensación de soledad de la gran habitación.

R.17 era un chico realmente serio, más que Jonathan o Edward. Casi nunca sonreía, ni hablaba, ni nada que hiciese un adolescente normal, tal vez porque nunca fue normal aunque presumiese siempre de su humanidad. Siendo honesta, no entendía la razón por la que los seres humanos presumían tanto de lo que ellos eran, más los que sabían sobre las criaturas mágicas y las dimensiones de paz, les hace sentir bien que, para sus estándares ellos sean los “normales" sin notar que esa tal normalidad es lo que los hacen seres débiles y orgullosos sin motivo. Cada vez que los veo, siento vergüenza al pertenecer a esa raza mortal.

-Encontramos dos conjuntos de monstruos.- Dijo sin rodeos.- Ambos localizados en el centro de la ciudad, se aproxima de 10 a 15 monstruos por conjunto.- “Monstruos” cada vez que decía esa dichosa palabra me daban ganas de golpearle en la cara.- Ningún demonio detectado, todos parecen ser seres terrestres de nivel 1. Su esencia mágica es mínima debido a su estadía en este plano, sin embargo, lo que los hace destacables es la cantidad de ellos.- Sacó unos papeles engrapados que tiró hacia nosotros; cayeron en el suelo. Nadie lo levantó.- A.113 y E.14 se dirigirán al primer grupo de monstruos, detrás del hospital universitario a las 22 horas.  J.24, H.05 y 3.2MA se dirigirán al segundo grupo localizado debajo de los escalones de roca en el paseo Santa Lucía a las 23 horas. ¿Entendido?- Preguntó dirigiéndonos por fin la mirada.

-Espera ¿hoy?- Pregunté incrédula, pensaba que tan siquiera ellos podían conocer los acontecimientos importantes de nuestro mundo.

-Si. ¿Algún problema, A.113?- Preguntó serio mientras se sentaba en el escritorio justo enfrente de la gran máquina.

-Si ¡Hoy es 16 de junio!- Exclame indignada.

-Exacto. Sigo sin comprender el problema.- Dijo hojeando algunos papeles sin prestarme atención. Los chicos me miraban con diversas emociones; Edward y Henry entendían a lo que me refería, porque ellos al igual que yo, habían crecido en Britania, en cambio, Emma me miraba asustada a lo que podía decir y Jonathan me miraba con dureza.

-Hoy es el Día de la Unión.- Dije sorprendida ante la ignorancia de ese hecho.- El día en que todas las razas se unieron en paz, parando las muertes de los inocentes de la guerra de los trescientos años. No podemos cazar este día.  Sería antimoral.- Dije segura. En ese momento R.17 levantó la mirada de los papeles y la enfocó en mi.

- ¿Antimoral? Si…- Dijo levantándose del escritorio.- Tienes razón,  eso iría en contra de todo lo que ustedes creen ¿cierto?- Dijo con un tono de voz dulce y comprensible.

-Cierto.- Dije aún manteniendo mi postura.

-Tienes razón, tienes razón…- Repitió pensativo.- ¿Qué clase de monstruos seríamos si los obligamos a cazar en el día de la Unión?- Volvió a dirigirme la mirada.- Sólo hay un pequeñito, reducido y diminuto detallito ante tu ideal, Amanda.- Dijo mi nombre en vez del código de asignación, eso me provocó un ligero dolor de estómago, como si alguien estuviera agarrando mis entrañas y las estuviera apretando sin mucha fuerza.- Somos sus dueños.- Dijo sacando un control de bolsillo y apretando el gran botón rojo.

Los chicos (Edward, Henry, Jonathan y Emma) cayeron al suelo retorciéndose, sus pieles se volvieron transparentes y su narices comenzaron a sangrar. Ellos gritaban con fuerza.

-¡No nos importa un comino la unión entre monstruos y humanos en su mundo! Si nosotros les decimos que el día de hoy cazan monstruos ¡ustedes los cazan! ¡¿Entendido?¡- Gritó con enojo mientras seguía apretando con fuerza el botón.

-¡Entendido! -Grite aterrada.

Él dejó de apretar el botón. Ellos dejaron de gritar. Dejaron de sufrir. Y yo volví a respirar. Corrí hacia Edward quien era el más cercano a mi. Su piel estaba volviendo a tener color, sin embargo su nariz aún estaba sangrando ligeramente y sus oídos igual. Le levanté un poco la cabeza y lo acosté en mis piernas. Estaba helado.

-No te confundas, A.113. Si los hemos dejado vivir no a sido por piedad, a sido por su utilidad. Si a alguno de ustedes se les ocurre revelarse aunque sea en lo más mínimo, como este dichoso “Día de la Unión”, no dudaremos ni un segundo en deshacernos de ustedes. Ni tu humanidad te protege de esto.- Dijo viéndome de arriba abajo para luego caminar hacia la puerta.- Compórtate como la líder competente que guío a ese equipo al “escape” de aquí la primera vez.- Cerró la puerta con fuerza.

Los labios del príncipe seguían morados pero él ya había abierto sus ojos. Quise quitarle la sangre del labio, sin embargo, él quitó mi mano con brusquedad. Trató de levantarse para poder sentarse. Miré hacia los demás; Henry estaba hincado, apoyando sus manos en el suelo, estaba tosiendo con fuerza y su piel seguía pálida. Jonathan aún se hallaba en el suelo, tenía las manos en la panza, su piel había recuperado el color, aún así, el mantenía sus ojos cerrados. Emma, en cambio, ya se había parado, apoyada en la pared pues sus piernas seguían débiles, ella me miraba con enojo.

-¡¿Qué demonios pasa en tú cabeza, Amanda?!- Gritó con todas las fuerzas que pudo.- ¡Esa cosa puede matarnos, Amanda! ¡¿Acaso no te importa?!- Dijo viéndome directo a los ojos. Yo me quedé callada y miré el suelo, no podía soportar su mirada. Eso la hizo enojar más.- ¡Contesta!

-¡Claro que importan!- Grité con impotencia. Lágrimas cayeron de mis ojos y apreté mis puños.- ¡Claro que ustedes me importan! Lo siento ¡lo siento! Lo siento…- Dije con mi voz entrecortada. Se hizo el silencio.

-¿Cómo puedes ser tan patética?- Preguntó Emma casi como un susurro pero lo había escuchado perfectamente. Yo también me lo preguntaba.

-…Am…- Dijo Jonathan mientras se sentaba.- Esto ya no es Britania. Ya no estamos en Britania.- Dijo con tranquilidad.-  Ya no podemos comportarnos de la misma manera. Aquí, no somos nadie, no somos nada para ellos.

Yo volví a quedarme en silencio. No me atreví a dirigirles la mirada.

El mundo Perdido (Au2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora