Seguí a Edward a la cafetería. Él hablaba y hablaba de lo que le había sucedido ese día en clases, después de haberse ido del salón de literatura. Todo lo decía con una amable sonrisa y su charola roja con la comida del día, “él no era ese demonio que azotaba en mi memoria." Pensé mientras nos dirigíamos a la mesa. Ahí vi a Mead sentado, él nos vio y empezó a saludar energéticamente, yo le sonreí para corresponderle. Edward lo vio y quiso dar la vuelta como si se dirigiese a otro lugar, yo lo sostuve del cuello para detenerle, él refunfuño y nos sentamos en la mesa. Mead y yo estuvimos hablando pero sentía lo apartado que se hallaba Edward de nosotros, él sólo estaba comiendo sin ver a ninguno de los dos.-Hey, Edward.- Dijo dudoso Mead sosteniendo una manzana roja y brillante.- ¿Cómo te fue a ti el día de hoy?- Preguntó tratando de hacer conversación con él.
-Bien.- Respondió cortante. Se hizo un ambiente incómodo.
Mead volteó hacia abajo y empezó a jugar con la manzana nervioso. Yo intenté hacer otra vez conversación, pero esta vez con él .
-No sabía que te gustaba la manzana.- Dije como un absurdo intento de relajar el ambiente.- A mi también me gusta.- Comencé a decirme de cosas por ese comentario.
-¿En serio? Toma, las manzanas de aquí tienen un sabor distinto a las de Britania. Yo iré por otra.- Dijo ofreciendo la manzana con una sonrisa nerviosa.
-¿Seguro? Gracias.- Dije para tomar la, sin embargo, cuando la tuve en mis manos un segundo después había desaparecido.
Mis pupilas se hicieron pequeñas y volteé hacia Edward que miraba a Mead con enojo. El ambiente se hizo más pesado. El príncipe se acercó al rubio y le soltó la manzana en sus manos.
-Amanda no necesita tentaciones por tú parte, demonio.- Dijo con un tono frío mientras seguía viendo a los ojos al rubio. La parte de “demonio" lo había dicho con más énfasis. Todo quedó en silencio, un largo y terrible silencio después.
Nadie dijo nada por todo el descanso. Edward sólo estaba cruzado de brazos viendo hacia la pared. Mead veía hacia el suelo, había terminado su almuerzo pero no había tocado la manzana. Yo veía a los dos de vez en cuando, esperando que el príncipe se disculpase, pero eso no pasó antes de que tocase el timbre y Mead se levantase de la mesa y se fuera.
-Al fin.- Dijo cuando el rubio cruzó la puerta de la cafetería con apuro.
El enojo se había apoderado de mi. Tomé de su oreja y la jale, luego me levanté de la mesa.-Lo que hiciste fue muy grosero, Edward.- Dije mientras él se sobaba la oreja con su mano sana.- Incluso para ti.
-Disculpa ¿estás consiente de lo que es él? Es un demonio, Amanda. No tienen corazón para sentirse ofendidos o lastimados.- Dijo levantándose también de la mesa.
-¡El que no tiene corazón eres tú!- Contesté aún enfadada.- ¡Antes de demonio o de cualquier cosa, él es nuestro amigo, y no se le hace ese tipo de cosas a un amigo!
-Él no es mi amigo.- Dijo con frialdad.
Cerré mis puños, quise decirle un montón de cosas pero me limité a cerrar la boca. Tomé la manzana que Mead había dejado en la mesa y se la lancé al pecho a Edward.
-Toma la estúpida manzana. Espero que haya valido la pena.- Dije para irme de ahí. No lo vi pero estoy segura que se mantuvo mirándome hasta que salí de la cafetería. Abrí la puerta con tanta fuerza que cuando se cerró hizo un escándalo.- ¡Mead!- Grité mientras corría para alcanzarlo. La gente del pasillo se me quedaba viendo.
Di vuelta en la esquina y ahí lo vi, iba a acercarme cuando alguien lo hizo antes que yo. Era un chico de cabello rosa relativamente largo llamado Jacob, que avergonzado se acercó a él. De alguna forma verlo tan cerca de Mead me hizo sentir… indefensa… Veía como, de forma disimulada Jacob se acercaba y daba algunos roces a la mano del rubio. Me enfadé al ver eso, quería meterme entre ellos y tomar la mano de Mead para alejarlo de él, sin embargo, no hice nada. Me deteste por eso.
-Entonces….. espiando al chico nuevo ¿eh? -Dijo un chico castaño de ojos azules como el cielo, con una voz de niño después de haber hecho una travesura; era Henry. Había aparecido de la nada, haciéndome soltar un grito. Le di un golpe en el hombro por eso.
-¡¿Pero qué te pasa?! Si sigues así prometo ponerte un cascabel.- Dije sin dudarlo, no era la primera vez desde que lo conocí que él aparecía de repente a meterme un susto de muerte. Aún así, desde un inicio él se volvió mi mejor amigo. El chico comenzó a reírse por mi comentario.
-Inténtalo si quieres, pero antes contéstame la pregunta.- Dijo como si no le hubiese importado mucho mi pequeña amenaza.
-Claro que no lo estoy espiando.- Dije mientras volví a voltear hacia los chicos. Ninguno de los dos estaba ahí, ya se habían ido. Suspire agobiada.
-Si. Claro~.- Dijo canturreando con sarcasmo. Le di otro golpe, sólo que está vez en la cabeza.- ¡Oye, no te enojes conmigo sólo porque me estoy hartando de que no seas capaz de decir lo que sientes!.- Gritó alejándose de mi para que no le lanzase otro golpe.
-Si tú te estás hartando imagínate lo que siento yo…- Dije recargando me en un casillero mientras me tapaba el rostro.- ¡No sé cuánto tiempo voy a seguir así!
-Mira, Am.- Dijo mientras se sacudía la camisa.- No creo que tengas mucho más tiempo para actuar, llevas casi un año y este chico, Jacob, en menos de dos semanas a conseguido lo que tanto te costó a ti. Si él sigue así, no creo que tarde mucho más en confesar sus sentimientos.- Se acercó a mí y me puso su mano en el hombro.- Ya no hay tiempo de dudas.
-¿De verdad crees que Mead aceptaría los sentimientos de un chico que apenas acaba de conocer?- Pregunté tratando de pensar que eso sería imposible, y me esforzaba por creerlo, aún así, mi voz salió como un hilo de preocupación.
-¿De verdad quieres correr ese riesgo?.- Dijo mientras me daba unos golpecitos en la espalda.- Lo único que se es que debes actuar cuanto antes.
-Actuar cuanto antes…- Repetí en voz baja, tratando de imaginarme declarando mis sentimientos hacia él y, su reacción. Eso último no logré imaginarme por el sonrojo que se apoderaba lentamente de mi cara.
-A.113, H.05.- Dijo una voz que nos puso la piel de gallina a ambos. Volteamos hacia atrás de inmediato para ver de quién se trataba, aunque ya sabíamos perfectamente quién era; R.17, según el código asignado.- Acompáñenos.- Caminó hacia el pasillo sin esperar nuestra reacción. Cuando se fue alejando vi a Edward, o, en este caso, E.14, siguiéndolo. Nosotros hicimos lo mismo.
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El mundo Perdido (Au2)
Fiction généraleAmanda es una humana común y corriente, o eso es lo que todos piensan. Ella tiene un poder oculto pero diversas circunstancias la hacen dudar de ella misma ¿podrá recuperar su confianza?