Capítulo 24

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¿Dónde está?

Caminaba a lado de una Hufflepluff demasiado molesta.

― No puedo creer lo que hiciste Neville es una ase...

El joven respondió con molestia. ― Ya Hanna por favor deja de ser así.

― ¿Así como? ―Hanna no entendía la actitud de su amigo, había estado enamorada de él desde hace años y el jamás había podido verla como algo más, le molestaba que fuera amable con cualquier chica y más si está era una mortifaga.

El Gryffindor solo suspiro y cerró los ojos, un recuerdo de cuando estuvo en la mansión de los Nott apareció en su mente.

― ¿Cómo crees que les esté yendo a nuestros amigos? ―Pregunto con un suspiro la rubia.

― No lo sé Luna, ― Respondió sincero Neville. ―Solo espero que todos estén bien, principalmente Harry y Hermione.

Pero alguien los estaba escuchando y decidió interrumpir su plática. ―Ellos estarán bien, Draco y Cissy no dejarán que les pase nada.

― ¡Parkinson! ―Ambos amigos pegaron un brinco al escucharla.

― Disculpen por escuchar su plática, ―Continuó la pelinegra― pero no estén preocupados.

El joven no dejaba de observar esos ojos verdes, la morena al sentirse observada miro directamente al león, una simple mirada de aquellos ojos y todo el cuerpo de Neville había temblado.

Un fuerte grito lo saco de ese recuerdo.

― ¡Me estas escuchando! ―Hanna estaba completamente roja de la ira.

― Lo siento― Se disculpó el joven― No te puse atención, yo... discúlpame.

Hanna estaba a punto de llorar, se le había declarado en ese momento al león y este parecía no haber escuchado nada de lo que había dicho.

― ¿No escuchaste nada de lo que dije? ―Pregunto con un nudo en la garganta.

― No, tengo algo que hacer disculpa.

Neville salió corriendo en busca de la morena, dejando a una Hufflepluff totalmente desconcertada, molesta y dolida, Neville sólo quería saber por qué nuevamente al ver esos ojos verdes estaba tan nervioso, no la había visto por eso había chocado con ella pero al tocarla fue una descarga eléctrica en su cuerpo que a pesar de haber pasado ya unos minutos todavía podía sentirla, la busco por todo el pasillo no podía haber ido tan lejos estaba a punto de darse por vencido cuando escucho la voz de Ronald, al acercarse vio de que iba la situación.

― ¡Tú cállate!

Ese grito hizo que el valiente león interfiera.

― No le grites a Luna.

Lo que siguió a eso fue un arranque de locura de su compañero, trato de proteger a las tres chicas, pero era algo difícil poder aguantar los hechizos tan absurdos de su compañero de casa.

― ¡Sectumsempra!

Al escuchar aquello se le fue el aliento, el hechizo iba dirigido hacia la morena, trato de protegerla con su cuerpo, cuando escucho como su amiga lanzaba un hechizo al mismo tiempo que el pelirrojo.

― Bombarda máxima.

Antes de ver qué pasaba sintió como algo poco a poco desgarraba su piel, el dolor era tan intenso que se sentía morir, cuando intento ver que más había pasado una nube de polvo estaba cubriendo todo y no pudo distinguir mucho, escucho algunos gritos y luego nada.

La Maldición de los NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora