Capítulo III

126 10 12
                                    

Templo de Acuario, Santuario de Atenea

POV Camus

Dioses, nunca imaginé que las niñas pudieran parecerse tanto a Milo. Sinceramente debo agradecer que sean Géminis o de lo contrario mi vida sería un completo infierno cuando tuvieran la edad suficiente para comenzar a caminar y rondar los pasillos de mi Templo o de Escorpio. Bea y 'Elle (tales eran los apodos que les habían asignado sus madrinas a las gemelas) dormían plácidamente en la cuna que muy amablemente y a pesar de mis protestas les regaló Atenea. Yo por mi parte decidí matar el tiempo en que no podría retomar mis actividades habituales escribiendo una carta a la única persona que no sabía aun que tenía dos 'hermanas'. Mi segundo discípulo y General Marina de Kraken, Isaak. Efectivamente y del mismo modo en que lo hiciera Atenea, Poseidón había concedido a sus siete Generales la vida eterna y la inmortalidad con ayuda de su hermano mayor y Señor del Inframundo. Kanon de hecho había permanecido por medio siglo como Dragón Marino hasta que finalmente su puesto fue ocupado nada menos que por una de sus hijas, siendo la única mujer además de Tetis dentro del Ejército de Poseidón.

Acabé de escribir la carta, en la que había invertido unas dos horas y mi cabeza sinceramente explotaba en ese momento. Me quité las gafas con las que estaba escribiendo y me puse lentamente de pie acercándome a la cuna en la que dormían las niñas. Bea dormía. Elle por su parte pareció percatarse de mi presencia de alguna manera y abrió enormemente sus ojos cerúleos como los de su padre. Justo cuando la tomé en brazos alguien me rodeó por la cintura apoyando su cabeza en mi espalda. Llevaba puesta Acuario y mi acompañante su propia Armadura Divina. Se alejó al darse cuenta de que cargaba a una de las niñas y simplemente me besó en los labios para luego preguntarme si necesitaba ayuda. Mi estómago respondió por mí. Y de manera extremadamente delatora. Tanto que un leve tono carmín adornó rápidamente mis mejillas. Sin embargo mi pareja simplemente sonrió antes de darme la espalda y anunciar que prepararía el almuerzo. No sin antes besarme nuevamente a pesar del pequeño 'bulto' que nos separaba.

Narración Normal

Templo de Virgo, dos días más tarde

El hindú de edad aparente y real, figura e incluso facciones como las de Camus, cabello rubio y lacio hasta la cintura y tez clara abrió desmesuradamente sus turquesas al observar lo que llevaba en brazos su acompañante femenina, Shaina de Ofiuco. La italiana de cabellos y ojos verdes, quien por supuesto llevaba el rostro descubierto tenía en brazos a Danielle, la menor (por supuesto por escasos minutos) de las gemelas de sus amigos. Era extraño en cualquiera de las Saintias presentarse en las Doce Casas excepto que fuera necesario por alguna razón particular. Y que por lo general concernían sus deberes para con el Santuario. Esa mañana sin embargo, tanto Shaina como June de Camaleón habían recibido la peculiar invitación de Shaka para que lo acompañaran a tomar el té junto a su joven aprendiz Ammán y a Mū y Kiki. No pudieron negarse a una petición semejante, a pesar de que Shaina debía cuidar de Danielle mientras sus padres estaban en Atenas llevando a su gemela al primer control tras su nacimiento. La menor tendría el suyo por la tarde y serían Marín y Edith entonces quienes cuidarian de Beatrice, puesto que la tarde era el turno de entrenamiento de Shaina y June junto con sus aprendices. La mujer etíope siete años menor que Shaka (y tres años menor que Shaina), de estatura y físico como el de su amiga, cabello rubio dorado y lacio hasta la cintura con dos hebras a la altura de sus sienes, tez clara y ojos verde-azulados observaba maravillada a la pequeña profundamente dormida en brazos de Ofiuco como si de sus padres se tratara.

-Buenos días... -saludaron Mū y Kiki al ingresar en Virgo, sonriendo ampliamente a los presentes. La mirada granate del lemuriano menor rápidamente recayó en la pequeña en brazos de la italiana y no pudo evitar preguntar si podía cargarla, afirmando que ya debió haber pasado en brazos de la mayoría de los Santos. Shaka asintió, admitiendo que de hecho Milo prácticamente se la extirpó de los brazos a Aldebarán temiendo que pudiera dañar su frágil cuerpecito. Kiki estalló literalmente en una carcajada, imaginando al imponente brasileño sosteniendo a la beba como si fuera tan solo una pluma en su mano. ¿Cómo podría lastimarla cuando ni siquiera llenaba el espacio entre sus brazos aun? De hecho, era el único que podía alzar a ambas gemelas sin problemas. Y Camus había tenido que pedirle el favor en un par de ocasiones, por lo que ya estaba comprobado no solo que no les hacía daño sino que de hecho las niñas parecían estar más que a gusto con él. La conversación fue interrumpida por el arribo de otras tres personas. Cuatro, incluyendo la pequeña en brazos de su 'madre'. Eran obviamente los Santos de Acuario y Escorpio con su hija y Ammán, el muchacho nepalí de aparentes 21 años aunque 35 reales. Era prácticamente un calco de su coterráneo y Juez de Antenora, Aiakos de Garuda excepto que su piel pálida tenía una tonalidad más bien similar a la de Afrodita de Piscis. Su cabello negro y lacio estaba recogido en una coleta baja, con solo una hebra cayendo por su sien izquierda hasta su barbilla. A diferencia de Shaka, Ammán no ocultaba el símbolo de su tercer ojo, el cual se encontraba justamente entre sus ojos azules más oscuros que los de su maestro.

IncondicionalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora