Capitulo VIII

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Templo Patriarcal, un año después...

(POV Shion)

Nuevamente esa mañana recibí una visita poco usual en mi Templo, como sucediera con Acuario cuando vino a darme la noticia de la llegada de las gemelas. Esta vez se trataba nada menos que de mi discípulo y sucesor, Mu. Sin embargo, no fue su visita lo único que llamó tanto mi atención como la de la señorita Atenea sino además el hecho de que traía un sospechoso bulto envuelto en mantas azules y verdes pastel en sus brazos como si de algo extremadamente frágil se tratara. Comprendí que ese era justamente el hecho al escuchar un sonido al que a esas alturas ya me había acostumbrado largamente. Llantos. Automáticamente mis ojos se abrieron de par en par, siendo dicha acción imitada por la mujer a mi derecha, quien además abrió levemente su boca acompañando el gesto de asombro de solo imaginar de quien podría tratarse. Y en ese instante no pude evitar pensar que mi ya veterano mejor amigo y amante podría sufrir un infarto de solo pensar que en unos cinco o seis años tendrá un nuevo discípulo. Porque, efectivamente, no solo ya habia visto este acontecimiento en mi última visita a Starhill sino que obviamente sabía que el niño era de Libra.

-No sabes cuanto me alegra, hijo... -dije abrazandolo finalmente, cuidadoso de no despertar siquiera al pequeño en sus brazos. Lo poco que me era posible observar de él era idéntico a su 'madre', Shaka excepto por las marcas características de nuestra raza, las cuales parecían apenas dos puntos diminutos entre sus ojos cerrados. Tenía algunos rizos de un tono rubio dorado más oscuro que el de Mu y su tez era casi tan prístina y pálida como la de Camus. Exactamente como Shaka. Aún no había abierto sus ojos, por lo que no podía decir a ciencia cierta de que color eran. Sin embargo y adivinando mis pensamientos mi discípulo me explico mientras extendía al bebé para que lo tomara en brazos que, en primer lugar, su nombre era Kahli y, por otro lado, sus ojos eran verde-azulados. Una combinación de los orbes turquesas de su madre y de sus propios ojos verdes, aclaro ensanchando aun más su sonrisa. Tras unos minutos nos abrazamos paternalmente y luego el menor de los lemurianos se inclinó levemente a modo de despedida, murmurando que iría a Piscis y Acuario a presentar a su hijo a Afrodita, Mascara Mortal, Camus y Milo, ya que Shura y Aiolia lo habian visto a su regreso de su guardia vespertina. Asentí, luego de lo cual mi discípulo siguió su camino al Templo de Piscis. No pude evitar imaginarme como reaccionaria Afrodita en cuanto viera al bebé. Nat era ya una bella y fuerte adolescente de 12 años. El orgullo no solo de sus padres y padrinos -Shun y Marin- sino especialmente de su maestro Camus. Finalmente y tras aquel fallido duelo entre ambas, Erin había aceptado personalmente a Nat como la verdadera sucesora de su maestro, admitiendo que dudaba que su edad le permitiera dominar Acuario como Natassia era más que capaz de hacerlo. Y que consideraba una Armadura de Plata mucho más que un premio a su esfuerzo.

Flashback

Templo de Acuario, una semana después del duelo por la Armadura Dorada...

Narración Normal

Camus estaba descansando aun, en la sala de Acuario y en compañía de sus gemelas ya adolescentes mientras que Milo finalmente había decidido retomar sus guardias. Ese día lo acompañaba Aldebaran de Tauro. Bea y Elle estaban bebiendo una taza de té mientras que una de ellas se había enfrascado literalmente en un libro tan antiguo como el Templo en que residían. Por ponerlo de algún modo claro estaba. Camus no pudo evitar la sonrisa en su rostro al ver el rostro de la Saintia de Orión tan concentrada en su lectura. Por un instante le recordó a él mismo cuando era niño y solía perderse precisamente en la misma clase de libros por los que había tomado tal afinidad su hija menor. La literatura clásica de los siglos XIV-XVIII y las obras épicas de la Literatura Antigua greco-romana. De hecho, estaba leyendo Edipo Rey. Cuando se supo observada, Elle abandonó por un instante su lectura, alzando la mirada a los rubíes de su madre y preguntó si ocurría algo. Nada en su voz o su expresión denotaba el menor atisbo de preocupación sin embargo. Al contrario, le sonreía levemente mientras hablaba. El galo sacudió la cabeza aunque, antes de poder pronunciar una palabra se percató de la presencia de dos Cosmos familiares en el Templo. Disculpándose con las jóvenes se puso de pie y salió al encuentro de sus visitantes.

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