Capítulo VI

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Narración Normal

Santuario de Atenea, 10 años después...

Camus y Milo sinceramente no cabian en su sorpresa ante la escena frente a sus ojos. Una de sus hijas, Beatrice, se presentó esa tarde en el Templo de Escorpio donde se habian quedado sus padres en esa ocasión vestida en su imponente Armadura Dorada, heredada de su maestro Saga y creada especialmente para ella por Kiki, nuevo Santo Dorado de Aries. La joven de apenas cumplidos 12 años llevaba su melena pelirroja y lacia (nunca podrían explicar ese cambio, ya que habian nacido rubias) hasta los codos y recogida en una coleta suelta como su 'madre', Camus. Su piel había adquirido un tono ligeramente bronceado con el pasar de los años y sus ojos finalmente eran idénticos a los de su padre Milo. Geminis dejaba entrever su perfecta y delgada figura y ocultaba casi todo su cuerpo excepto sus antebrazos desnudos y su abdomen y muslos cubiertos por leotardos y calzas turquesas. Apenas minutos después apareció su gemela menor, a quien Saga dejara a cargo de su hermano, heredero hasta ese momento de la Armadura Dorada de Geminis. Danielle portaba una de las Armaduras de Plata lindantes con su signo, Orion. Al igual que prácticamente todas las Armaduras, creada para ser portada por un hombre, de acuerdo a la figura mitológica a la que correspondía dicha constelación. Orión era mayormente de color gris-azulado brillante, con detalles en tonos gris plata y dorado. Sus áreas descubiertas mostraban los leotardos violetas y calzas índigo que portaba la joven debajo de la misma. A diferencia de su hermana mayor, Elle portaba su máscara, sin diseños como la de su tutora Marin de Aquila y del mismo tono gris-azulado que su Armadura. Su casco consistía en una tiara sencilla como la de la Armadura de Escorpio. Estaba acompañada de su padrino y del padrino de su gemela, Seiya de Pegaso y Aiolia de Leo. El moreno oriental de cabellera y ojos del mismo tono café sonrió tras saludar a sus viejos amigos, estrechando suavemente a la Saintia de Orión contra si en un gesto afectuoso que la joven recibió gustosa.

-Padre, madre... -dijeron ambas hermanas tras un breve silencio -Hay algo que debemos informarles. En especial a ti, madre... Es sobre Nat y Erin...-. Camus no dijo nada y en cambio esperó a que su hija se explicara. De todos modos, imaginaba que le diría. Erin, hija de Aiolia y Shura y de solo 8 años de edad seria la rival de Natassia, hija de Afrodita y Mascara Mortal de casi 11 años de edad por la Armadura Dorada de Acuario. Quien resultara perdedora sin embargo recibiría otra Armadura. Corona Boreal.

-El combate tendrá lugar en dos días, sin embargo...

-Mi hija ha desaparecido, Camus... -concluyó seriamente el griego de Leo, intentando no reflejar en su semblante o su voz el temor que lo carcomía en ese momento. Y el pelirrojo comprendía perfectamente el motivo. Leo temía que pudiera tratarse de un nuevo ataque de Hera después de haber permanecido en calma esos diez años. El galo entonces fijó sus rubíes en la mirada verdosa del custodio del Quinto Templo y le pidio que permaneciera alli con Milo y los demas mientras que el subia al Templo Patriarcal a informar a Shion y Atenea.

(POV Shion)

Estaba en la biblioteca del Templo Patriarcal examinando algunos viejos pergaminos y anotaciones que dejara el último Patriarca y gemelo mayor de mi maestro Hakurei de Altar, Sage de Cáncer cuando percibí el Cosmos de Camus acercándose. Aun antes de salir a su encuentro pude notar tanto su evidente felicidad por lo acontecido recientemente (el nombramiento de sus gemelas como Saintias de Géminis y Orión) como un dejo no demasiado disimulable de preocupación. Y no necesitaba preguntar para saber el motivo. Sin embargo me intrigaba saber que era lo que deseaba conversar conmigo, ya que no había notado nada fuera de lo normal últimamente. De pronto caí en la cuenta de que Acuario era un hombre extremadamente reservado, respetuoso de la privacidad y en especial del deber ajeno. Principalmente del mio y de la señorita Kido. Si había decidido presentarse ante mí era porque algo de verdad lo preocupaba. Y por un instante temí que se tratara de una nueva amenaza de Hera o Ares sobre él o su familia. Sali rapidamente a recibirlo y lo hallé, como de costumbre, de rodillas en la sala principal, frente al trono en ese momento vacío, puesto que la señorita Kido se encontraba ausente y regresaría en dos días. Antes de que pudiera siquiera pedirlo, Camus se puso de pie e inclinó levemente su cabeza a modo de saludo.

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