1.
La luz se había extinguido y todos los sonidos se esfumaron.
Jade había caído al suelo junto al cuerpo de Lorenzo. Det también se había derrumbado como si una fuerza invisible la hubiera golpeado y Carlos que aún seguía en pie, contemplaba con expresión de asombro su arma en el suelo, allí donde había caído. Mat era el único que comprendía lo sucedido, al haber sido él quien apretó el botón de su pequeño artefacto momentos antes.
Aquel ser había jugado con ellos, introduciéndose en sus mentes con una facilidad pasmosa. Pero ahora todo parecía haber terminado.
Det había recuperado la conciencia y miraba a su alrededor con perplejidad. No acertaba aún a entender lo sucedido, pero al volver la vista hacia Mat y contemplar su sonrisa de triunfo, supo que al fin el joven había apretado el maldito botón.
—¡Lo hiciste! —Exclamó y Mat, sorprendido a su vez, se dio cuenta de que ya podía oír.
—Ha funcionado —contestó el joven sin llegar a creérselo del todo. El aparato de Mat había amplificado energía de la central eléctrica para generar una brutal sobrecarga. Después todo se había fundido.
Lorenzo se removía inquieto en el suelo mientras despertaba a su vez. Apenas recordaba lo sucedido tras cruzar el círculo protector. Tan solo guardaba el recuerdo de haber escuchado la voz de Jade muy, muy lejos, gritando que volviese, pero había sido como si algo superior a sus fuerzas hubiera tirado de él. Al abrir los ojos encontró a Jade a su lado. Parecía dormida, pero él sabía que eso era imposible.
Carlos llegó junto a él en el momento en que se arrodillaba junto a Jade, tratando de encontrarle el pulso.
—¿Estás bien Lorenzo? —Le preguntó su amigo.
Lorenzo asintió. Él se encontraba bien, pero la que le preocupaba era Jade, pues no conseguía encontrarle el pulso.
—¡No respira! —Exclamó el policía mientras comenzaba a realizarle a la joven un masaje cardíaco.
Al cabo de unos agobiantes minutos, Jade abrió los ojos. Lorenzo la tomó en sus brazos y sin poder remediarlo la besó en los labios. Jade sonrió sin llegar a decir ni una palabra. En ese momento eran innecesarias.
—¿Qué... ha sucedido? —Preguntó, confusa, un momento después.
—Ese ser ha jugado con nosotros, pero ya no está —explicó Carlos, aún tembloroso por haber estado a punto de quitarse la vida.
—Aún no se ha ido —Dijo Lorenzo —. Puedo sentirlo...
Mat llegó junto a ellos en ese momento, sonriendo por su inesperado triunfo, pero al escuchar a Lorenzo, su sonrisa se heló en sus labios.
—¿Cómo que no ha muerto? La descarga tuvo que freírlo...
—Pues no ha sido así. Mirad allí —estas palabras las pronunció Det y todos miraron hacia donde señalaba. No muy lejos, cerca de la fábrica, una luz muy fuerte aumentaba de intensidad. Una silueta se recortaba en el interior de esa luz. Era, de nuevo, la figura de un monje, sin embargo esta vez no era Mauricio Castellar quien se aparecía. El ser que tenían delante no tenía nada de humano. Su altura era de casi tres metros y lo que al principio habían confundido con una sotana con su capucha, no eran sino las alas correosas de una espeluznante criatura.
Lorenzo reconoció al momento al ser que aparecía en sus pesadillas. Aquel monstruo que vio cuando sus padres murieron en el accidente que acabó con sus vidas.
—¿Y ahora qué hacemos? —Preguntó Mat, quien había agotado sus ideas.
—No lo sé —Contestó Lorenzo —. Pero no voy a morir sin presentar batalla.
Aquel ser pareció haber escuchado a Lorenzo, pues giró su descomunal cabeza en su dirección, mostrando una sonrisa cuajada de afilados dientes.2.
—Quizá si le rodeamos, no sabrá a quien prestar atención... —propuso Mat.
Lorenzo comprendió que eso era, efectivamente, lo que debían hacer. Él solo no podría nada contra ese ser, pero con la ayuda de todos sus compañeros quizá tuvieran una oportunidad.
—Mat lleva razón. Nos separaremos y no podrá centrar su atención en ninguno de nosotros. Debemos pelear juntos...
—¿Pelear? —Preguntó Carlos —. ¿Cómo podemos pelear contra esa cosa?
—¿Creéis por un momento que todo lo que nos ha sucedido ha sido por pura casualidad? —Preguntó Lorenzo a sus compañeros —. Todo ha sido premeditado.
—¿Qué quieres decir? —Preguntó Jade.
—Estoy convencido de que algo o alguien nos ha reunido con un único fin: Acabar con esa criatura.
—¿Algo? ¿Alguien? ¿Qué quieres decir? —Quiso saber Mat.
—Es obvio, ¿no? Nos han reunido para este preciso momento, por lo que no podemos fallar. Todos nosotros contamos con alguna cualidad que nos hace especiales y que debemos buscar en nuestro interior. Con ello podremos pelear contra ese ser.
Se miraron entre ellos, pensativos. Ninguno creía ser especial y Carlos mucho menos que nadie. El no tenía ninguna habilidad especial, tan solo era un simple policía que hasta unos meses atrás ni siquiera creía en esta clase de fenómenos. Se sentía inferior a los demás y temía que, por su culpa, terminaran fallando.
—Lorenzo, yo... —comenzó a decir el joven policía, pero algo le interrumpió.
La criatura avanzaba hacia ellos.
—¡Separémonos! —Gritó Lorenzo y todos echaron a correr.3.
Jade se había ocultado tras una columna de hormigón. Desde donde se encontraba podía ver a esa criatura avanzar hasta la posición de Lorenzo. Él era su objetivo y nada le impediría alcanzarle.
Pensó en lo que Lorenzo acababa de explicarles un momento antes y llegó a la conclusión de que ella no poseía ningún tipo de poder oculto. Su habilidad de ver el futuro, en condiciones muy especiales, de nada iba a servirle en aquel momento, ¿o tal vez no era así?
Hizo un esfuerzo por concentrarse y entonces tuvo una visión y fue esa visión la que le dio ánimos para continuar.
Bernadette confiaba en sus habilidades. Su madre había sido una poderosa mujer y ella había aprendido todo lo que le enseñó, pero nunca le había mostrado como enfrentarse a un demonio. Pensó en esa habilidad única de la que Lorenzo les había hablado y no encontró nada de eso en su interior.
¿Qué era lo que su madre le había dicho cientos de veces?
Sí, ahora lo recordaba. Su madre siempre había hecho hincapié en una palabra muy poderosa y de la que podía extraer todo su potencial. Esa palabra era Sat Nam. La invocación de la identidad verdadera. Cuando escuchó esa voz en su cabeza, entendió que debía hacer.
Mat se había refugiado tras un alto muro y desde allí miraba absorto a aquel monstruoso ser que parecía imparable.
¿Lo era?
Sabía perfectamente que no. Su primer intento de acabar con él no había sido totalmente un fracaso. La descarga de energía que produjo su aparato había conseguido hacer que ese ser abandonase el cuerpo de Jade, que en ese momento había poseído. Ahora solo debía pensar en otra forma de volver a repetirlo y conseguir que en esta ocasión fuese definitivo. La voz en su mente le reveló su cometido.
Carlos Lozano estaba aterrorizado. Él era el único que no poseía ningún poder. Quería haberlo comentado con Lorenzo, pero no tuvo oportunidad de hacerlo. Ahora se encontraba indefenso frente a un ser que solo hubiera imaginado en la peor de sus pesadillas.
¿Qué podía hacer?
Se estrujaba cerebro tratando de encontrar una idea, por absurda que fuera, que le ayudase a combatir a esa criatura y entonces, casi como si hubiese recibido una revelación, supo lo que debía hacer. Aquella voz que acababa de escuchar se lo explicó y aunque en un principio no estuvo de acuerdo con ella, se dio cuenta de que no podía ser de otra forma. Después de todo serviría para algo.
Lorenzo no trató de ocultarse. Era una pérdida de tiempo porque sabía, perfectamente que esa aparición le perseguirá hasta el fin del mundo. Aquel ser pretendía recuperar lo que se le había prometido, su cuerpo, y una vez que lo hubiera obtenido... ¿Qué sucedería?
Esa era exactamente la clave que buscaba. La voz se lo explicó todo con detalle.
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Los expedientes secretos. (Terminada)
Mistério / SuspenseEl inspector Lorenzo Martín recibe el encargo de formar un grupo de personas muy peculiares, para tratar de averiguar qué hay de verdad en ciertos casos cuya credibilidad no está comprobada: Fantasmas, leyendas urbanas, ovnis. Todo les conducirá a...