Capítulo 7: Negociaciones nocturnas

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Estamos en Chipre, una isla caliente situada en el sudeste del mar Mediterraneo. Justo del reinado de Poseidón, del fondo del mar, emerge una mujer, cuya belleza es inigualable sobre el planeta entero. Es Afrodita, la diosa de la belleza y del amor. La que está destinada a traer los problemas más dulces en la vida de los hombres, o más bien darles vida.

Unos siglos y unos días después, en México...

-¿Tú también, querido yerno?

-Así como la ve, querida suegra...

Victoria cerró los ojos y los abrió, pero todo estaba en su lugar. No, no era una pesadilla, era la realidad: frente a ella, con el grupo de los huelguistas, estaba César.

-Camila, ¿viste quién está en el consejo de la ocupación? - preguntó Victoria a su amiga, pero sin despegar sus ojos del joven atrevido.

-¡Claro que vi! - contestó Camila, acercándose a César con pasos lentos - ¿No te da vergüenza, mocoso? - estalló de repente, jalándole del oído.

-Cálmese señora, ¿por qué darme vergüenza? ¡Yo también soy obrero! - tratando de soltarse.

-Sí, pero aparte de eso, eres algo más - soltándolo finalmente.

-Camila, ¡cállate! - se asustó Vicky.

-Eres el yerno de Victoria, César - completó Ángel Luís, sin poder imaginarse lo que de verdad quería decir Camila.

-Aparte de ser su yerno... - continuó la pelirroja.

-Camila ¡basta! - la calló su amiga.

-¡Pero su descaro es increíble! ¡Voy a explotar! - deliró ella.

-Por lo menos no está mi hija también en el consejo - trató de encontrar un punto bueno en todo esto Vicky.

-No, María del Carmen está a cargo de los medios - aclaró Paco.

-¿Que está a cargo de qué? - se shockeó la pobre madre.

-Sí, dará entrevistas en la radio y en la televisión, para que la gente sepa lo que está pasando.

-La gente sabrá, ella no va a saber - comentó irónica Camila.

-¡Cállate de una vez, Camila! - se exaltó Victoria.

-Pero dejen ya sus asuntos familiares, ¡nosotros estamos aquí para hablar de nuestras justas peticiones! - interrumpió Paco.

-Paco tiene razón, ¡vinimos a negociar! - añadió César.

-Deténme Dios, para que no abra mi boquita linda y sabrosa y todos salgan asombrados de aquí - miró hacia el cielo Camila.

-Por favor, vete de una vez Camila, ¡que no te puedes controlar! - le suplicó su amiga.

-Yo también me iré - se aburrió Paco - Le dejo las peticiones sobre la mesa, señora, pero que sepa, ¡en esta mesa se encuentra el futuro de cien famílias! - gritando.

-¿Tú sigues con eso? - interrumpió Camila - Vicky, ¿por qué no has llamado a la policía todavía? - provocando al obrero guapo frente a ella, sin quitarle los ojos de encima.

-Ahora te diría algo, ¡pero respeto tu piel! - se enojó Paco.

-¡Paco, por favor! - intervino Ángel Luís.

-Yo no me quedo en esa oficina ni un minuto más - tomó su bolsa Camila - ¿Hay cappuccino en la cantina, amiga?

-Claaaro, lo tomamos de Italia - se burló.

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