Episodio 3 : El destino lo creo yo

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Mientras tanto, en el palacio del Sultán, al príncipe Zeref se le estaba acabando el tiempo.

  - ¡Pero, Zeref, es la ley! - insistía el Sultán -. ¡Tienes que casarte con una princesa en tu próximo       cumpleaños! ¡Y tu cumpleaños es dentro de tres días!

  - ¡No quiero a la princesa Mavis! - respondió Zeref -. ¡Oh, tío Makarov! ¿Cómo puedes obligarme      a casarme con alguien a quien no amo?

Zeref se fue corriendo y llorando hacia el jardín del palacio.

   - ¡Ay, Larcade! - le dijo a su Gracula Religiosa albina, que le esperaba sobre la fuente del jardín       -  ¿Qué puedo hacer? - miró la palma de su mano, empezaba a envolverse de un humo oscuro -         No puedo quedarme aquí, toda esta situación esta empezando a afectarme-. Desvió su                     mirada hacia el muro que rodeaba el palacio -. ¡Si pudiera escalarlo sería libre!

En el palacio, el Sultán estaba empezando a desesperarse.

     - ¡Acnologia! - gruñó a su consejero -. ¡Tengo que encontrarle una esposa a Zeref! ¡Ha                            rechazado a todas las princesas de la tierra!

     - Creo que puedo ayudarle - dijo Acnologia -, pero para ello necesito el Diamante Mágico que            usted lleva puesto.

     - ¡No Acnologia! Sabes que está prohibido que el Sultán se quite el Diamante Mágico Azul.

Acnologia levantó su báculo con cabeza de dragón y lo sostuvo ante los ojos del Sultán para hipnotizarlo.

      - ¡Vas a entregarme el Diamante! -le ordenó Acnologia hablando despacio.

      - Sí..., mi Amo- contestó el Sultán en trance.

Cuando tuvo el anillo de Makarov entre sus manos, Acnologia penetró en un pasadizo secreto y subió las escaleras hasta el laboratorio que tenía en la torre.

       - Se acerca la hora, Carla. Con este diamante podré encontrar...

       - ¡Miaau! ¿Una esposa para Zeref?

       - ¡No, estúpida! ¡Al que puede conseguir la lámpara para nosotros!

Zeref había saltado el muro del palacio, y se encontraba solo en un mundo que nunca antes había visto: el bullicioso mercado de Magnolia.

Al ver a un niña hambrienta, cogió una manzana de un puesto de fruta y se la dio.

        - ¡Mas vale que puedas pagarla! - gritó el gigantesco vendedor de fruta.

        - ¿P-pagar? - tartamudeó Zeref empezando a ponerse nervioso -. ¡P-pero si yo no tengo                      dinero!

De repente un joven surgió de la multitud y se interpuso entre el enorme tendero y el aterrorizado chico.

          - ¡Debería darle vergüenza hombre albóndiga! - se burló el joven - El solo quería ayudar a                   esa niña, y ¿como se le paga? ¿Asustandolo?

          - ¡Éste es otro de tus trucos, Natsu, hijo de un chacal! - gritó el tendero.

          - ¡Al ladrón! ¡Al ladrón! - exclamó una joven repentinamente - ¡Ese hombre ha intentado                     robarme! - mientras gritaba, con gestos, señalaba al mercader.

Toda la gente que había en el mercado se giró hacia el.

           - No si yo.. - intentaba explicarse un muy confundido tendero.

Natsu y la lámpara maravillosa (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora