¡Hola pequeños bipolares! Vale, esto será rápido: sí les está gustando el rumbo de la historia recuerden votar y compartirla, eso me ayuda mucho a seguirla y me da ánimos para seguir creando más, y si quieren pueden comentar sus opiniones, críticas; siempre con respecto, soy sensible ¿ok? Bien, no les Quito más tiempo. Disfruten el capítulo. 💕
P.V.O Kiara.
Ya es de mañana y no sé qué ponerme, es increíble que no tenga nada casual para una cita. Ah, claro, nunca he tenido una cita; pero eso cambiará hoy, a menos de que me dejé plantada.
Minutos después decido ponerme unos jeans azul marino con una camisa blanca y una camisa a cuadros rojos y negro arriba de ésta. Me suelto el cabello y comienzo a peinarlo hasta darle la forma que yo quiero, me echo un poco de rímel, base, polvo y un labial rosa.
Ya lista tomo mis llaves, dinero y mi celular. Me veo una vez más en mi espejo de cuerpo completo y al final salgo de casa. Mis padres generalmente trabajan de 7 a 5 y casi nunca están en casa así que no me preocupa no decirles sobre esto ya que sé que no tienen tiempo para ayudarme con éste tipo de cosas.
Llegó al parque central en tan sólo 30 minutos caminando y me siento en el primer banco que veo. Estoy realmente nerviosa de saber cómo se ve que mis dedos tiemblan al tocar la pantalla de mi teléfono para mandarle un mensaje.
"Ya estoy aquí ¿dónde estás?" le texteo y lo envió.
Minutos después recibo una respuesta.
"Ya llegue al parque ¿Que ropa llevas?" instintivamente levantó mi cabeza y veo a mi alrededor pero luego recuerdo que no sé cómo es él físicamente.
Pero una cara conocida logra captar mi atención y mientras mi mirada recorría la figura de aquella persona mi mirada ataba clavos por sí sola.
En ese momento no me sentí preparada para verlo, tenia una teoría sobre porqué estaba parado a unos 3 metros de dónde estaba yo mirando su teléfono. Era más que obvio, era él.
Él era el chico quién me sacaba una sonrisa con cada mensaje y a la vez el que me lastimó en el pasado. Mi C.P aunque creo que ya no debía llamarlo así.
Sin pensarlo dos veces, cautelosamente me levanto de mi asiento y camino al sentido contrario mientras mantenía mi cabeza inclinada hacia abajo; mirando al sueño, escuchando el timbre de alerta que indica un nuevo mensaje.
"Oye, ¿estás ahí?"
"¿Pequeña?"
"No me vas a responder."
"¿Hola?"
"¿Cambiaste de opinión?"
"Te estoy esperando."
"No estás aquí ¿verdad?"
"De todas formas, no importa, me conformo con escribirte."
Ese fue el último mensaje que me llegó de parte de él. Y pensar que alguien tan superficial podría importarle alguien tan profunda como yo.
