Capítulo 3: No soy tonto

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Capítulo 3

Michael POV

La fiesta estaba llegando a su fin, así que decidí llevar a Anne a casa. Su padre, el alguacil del pueblo, tenía esa mirada intensa que imponía respeto. No quería arriesgarme a tener problemas con él. Después de despedirme de Anne, me subí a mi camioneta. Necesitaba un momento para aclarar mis pensamientos.

Manejaba por el camino de tierra, tratando de dejar atrás la agitación de la fiesta. Recordaba cómo Anne y yo nos conocimos en el instituto, en medio de risas y bromas que forjaron nuestra conexión. Desde entonces, nuestra historia había sido una mezcla de diversión y amor, aunque su padre, siempre estaba ahí para recordarme que debía tratarla con respeto.No podía evitar sentir una punzada de nostalgia al pensar en lo simple que solía ser todo.

A través de la ventana, divisé la figura de una mujer caminando. La luna pintaba su silueta con tonos plateados, y mi curiosidad me llevó a detener el auto.

Era ella...

¿Qué demonios estaba haciendo caminando sola por aquí?

—¿Necesitas que te lleve? —le ofrecí, tratando de sonar casual.

Valerie me regaló una sonrisa que parecía esconder más secretos de los que podía imaginar. Negó con la cabeza.

—No es necesario —respondió con su habitual aire enigmático—. Vivo a unos kilómetros de aquí.

No me lo pensé dos veces.

—Súbete —le dije, abriendo la puerta del copiloto desde adentro—. No dejaré que camines sola.

Valerie aceptó mi oferta y se subió a mi camioneta. Mientras conducía, intenté concentrarme en el camino, pero mi mente no dejaba de divagar hacia ella.

—Gracias, la verdad no conocía a nadie —confesó Valerie, rompiendo el silencio.

—¿Nadie se ofreció a llevarte? —pregunté, tratando de sonar casual.

—Nadie que valiera la pena... —susurró, dejando la frase suspendida en el aire.

Tragué saliva. ¿Qué clase de juego estaba jugando Valerie? Su presencia era como un imán, atrayéndome hacia un terreno peligroso del que no estaba seguro de querer escapar. Estaba volviendo a hacerlo.

La rubia tenía un extraño efecto magnético sobre mí, y aunque intentaba recordar las risas con Anne, no podía evitar sentir una intriga creciente por la mujer que ahora tenía a mi lado. Sus ojos, su sonrisa... eran cautivadores de una manera que dejaba con ganas de descubrir más.

—¿Por dónde vives? —pregunté.

—Casi llegando a la estación de trenes abandonada —respondió Valerie.

—Igual yo —confesé.

El trayecto para llegar a la estación no era tan corto.

Una canción de The Weeknd comenzó a sonar en la radio, "Often".

—¡Adoro esta canción! —exclamó Valerie, subiendo el volumen de la radio, y sonreí.

«También yo, pero no en estos momentos, teniéndote al frente y una novia que me espera», pensé.

—¿Desde cuándo tienes novia? —preguntó, tomándome por sorpresa.

—Desde secundaria —respondí, mirándola—. ¿Y tú? ¿Tienes novio? —pregunté curioso.

—No —se rió—. Somos muy jóvenes para amarrarnos a alguien, ¿no? —se encogió de hombros.

Me quedé callado, sin saber qué responder a eso. Su mano tocó la mía, y la miré a los ojos.

¿Cómo resistirme? Me sentía completamente seducido por ella, pero debía controlarme.

—Lo siento, ¿te incomodé? —preguntó con una mirada triste, y negué.

—No, solo que quizás tengas razón —admití.

Paré el auto; ya habíamos llegado a la estación. Apunté hacia una pequeña casa.

—Creo que llegamos. ¿Esa es tu casa? —ella asintió—. Fue un gusto —añadí.

—Sí... —sonrió y se acomodó para mirarme mejor—. Ya me estás echando, qué poco caballero de tu parte —bromeó.

Negué.

—No es eso... —me saqué el cinturón y me acomodé para mirarla mejor.

—Entonces, ¿qué...? —levantó una ceja.

Su proximidad, la sensualidad que irradiaba, me tenía completamente seducido. Cada palabra, cada gesto, despertaba una chispa que luchaba por convertirse en fuego. Tragué saliva, lidiando con la tensión creciente en el aire. No podía permitirme ceder a la tentación, pero era como si estuviera jugando con fuego y cada vez me costaba más contener las llamas.

Estaba sintiendo una mezcla de emociones. Por un lado, la atracción hacia Valerie era innegable, su presencia era magnética y perturbadora. Pero, por otro lado, Anne ocupaba mis pensamientos. Me sentía como un náufrago luchando contra las olas del deseo.

—Sé lo que estás tratando de hacer conmigo, no soy tonto —lamí mis labios nervioso—, y si te tengo más tiempo cerca, sé que cometeré un error.

Ella sonrió y asintió.

—Te entiendo... —golpeó suavemente mi pierna.

¿Me entendía?

—No tienes por qué explicar —se acercó a mí.

Suavemente acarició mi cara para luego deslizarse lentamente hacia mí, dejando que su aliento caliente rozara mis labios. Cerré los ojos instintivamente, sintiendo la electricidad que emanaba de ella.

—Adiós —susurró en mi oído, provocando que mi piel se erizara rápidamente y sintiera fuego en mi interior.

Me aparté un poco, pero su mano suave y cálida aún estaba en mi pierna, acariciándola de manera tentadora.

—Espera... —intenté decir, pero ella se inclinó y depositó un beso cerca de mis labios, jugando con la línea peligrosa entre lo prohibido y lo permisible.

La suavidad de sus labios provocó un torbellino de sensaciones en mi cuerpo, haciendo que me sintiera completamente indefenso ante su encanto. Ella se separó lentamente, dejando un rastro de deseo en el aire.

—Adiós —susurró con una voz seductora antes de salir de la camioneta.

Me quedé allí, paralizado por el calor que se apoderaba de mí. La imagen de su beso se quemó en mi mente, y su perfume sensual quedó flotando en el aire, recordándome que acababa de entrar en un juego peligroso del cual no estaba seguro de querer salir.

Se alejó de mí, abrió la puerta y salió de allí, despidiéndose con una mano mientras me sonreía tiernamente.

Sin más, caminó hasta su casa, y no pude evitar mirar su cuerpo.

Cuando entró, pude notar cómo me encontraba totalmente duro. Perfecto. ¡Qué vergüenza! Con tan poco, logra que me sienta de esta forma. Estaba comenzando a creer que era una diosa o algo extraño.

Solo manejé medio kilómetro más. Ahora, también para mi mala suerte, éramos vecinos. Creo que el destino me estaba castigando.

Apenas llegué a mi casa, me metí a la ducha. Una ducha fría, eso necesitaba. El agua resbalaba por mi piel, intentando llevarse consigo la tensión que Valerie había dejado en mí. Me preguntaba cuánto tiempo podría resistir su hechizo, sabiendo que cada encuentro me sumergía más en la oscuridad de la tentación.

❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️

Jeloooou babys, como están?

Igual me da pena Annie, recuerden que es ficcion, no estoy de acuerdo con la infidelidad, pero es una novela sooooo, no me puedo contener, sorry not sorry.

💕

Jdhdkdhd
























































Who Is She?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora