Capítulo 19: Dupain - Cheng

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Adrien me llamo esta tarde, me pidió que nos viéramos, se disculpó de su reciente frialdad y quedamos en encontrarnos esta tarde en un restaurante.

Él se estaba demorando y me sentía avergonzada de esperar en una mesa completamente sola, pero como siempre, fría, inexpresiva, como si no me importara la opinión de nadie, me quede allí, matando el tiempo revisando mi celular... ¿Me habría dejado plantada?

Media hora después de la hora citada llego, parecía decaído, su ropa aunque siempre elegante y costosa tenía un aspecto de ligero desarreglado, apenas notorio pero no muy común en Adrien, el impecable modelo, el mejor de todo París.

-Discúlpame Kagami... mi padre, últimamente me pide que le ayude con la empresa – dijo sentándose con aspecto derrotado.

-Bien – dije cortante y comencé a revisar al fin el menú, Adrien hizo lo mismo segundos después.

El camarero vino y nos tomó la orden, luego de eso no hablamos, solo nos miramos sin saber que deberíamos decir, desde hace tiempo lo sé, pero los últimos años ha vuelto a empeorar.

-Adrien – dijo con firmeza aunque estoy nerviosa... muy nerviosa por su respuesta, estoy a punto de cambiar la pregunta, a punto de decir cualquier otra cosa con tal de no enfrentarme a algo que he temido desde que lo conozco -. ¿Hay alguien más?

-No hay nadie – me respondió el en voz baja, desviando la mirada, mintiéndome con esas medias verdades sobre las cuales hemos construido nuestra relación.

-Hay alguien, los sé, siempre ha habido alguien – le dije mientras el mesero se acerca a dejar los platos sobre la mesa, esperamos en silencio a que termine y se marche -. La pregunta correcta seria ¿esa otra mujer es la misma que ha sido siempre o es alguien más?

-Kagami... - susurra él mirándome con culpa -. Lo siento... aun me acuerdo de ella, no he podido olvidarla.

-No importa si la olvidas o no, lo importante es que aún no la superas.

-¡Ella lo era todo para mí! Preocúpate también por lo que siento yo – dice levantando un poco la voz y luego, mirando a su alrededor para constatar si ha llamado la atención vuelve a sentarse, yo no giro la cabeza, no quiero ver las miradas curiosas de la gente que no conozco -. Te quiero Kagami.

-Lo sé, yo también te quiero Adrien, de hecho te amo pero comienzo a dudar de que tú me ames.

Adrien amaba a Marinette, tanto que no se si esta enamorado de ella como persona real o como concepto, entiendo la mala pasada que juegan los recuerdos, yo también me llevaba bien con Marinette, fue una de las primeras personas de las que intente ser amiga pero aun así a veces la he odiado por envidia.

Me pregunto cómo la recuerda, ella es la mujer perfecta según él, la mujer que lo haría feliz en un segundo si apareciera, me es imposible alcanzar las expectativas que tiene él del amor, me pregunto también si Marinette lograría alcanzarlas si estuviera aquí.

Lloro cinco años la desaparición de ella, no se permitió disfrutar ni un segundo luego de que Marinette desapareciera, incluso cuando me dijo que me quería por primera vez... nunca fue una declaración total de amor.

Siempre me he sentido incómoda con las demostraciones de afecto demasiado emotivas, pero cuando se trata de Adrien quiero permitirle todos esos vergonzosos actos, pero él me da solo lo que puede, a veces menos que eso, porque todos esos sentimientos desbordantes son para Marinette, todos sus suspiros son en su memoria ¡Y quiero ser capaz de decirle que ya no me conformare siendo su premio de consolación! Pero no puedo... no puedo, y no sé porque soy incapaz de terminar esto de una vez.

Continuamos comiendo en silencio, Adrien no me ha respondido y yo de nuevo comienzo con mi rutina de aparentar que ya todo vuelve a estar bien.

Al día siguiente él no me llamo, cuando yo lo hice me dijo que tenía mucho trabajo y no podía atenderme, decidi terminarlo todo aun si yo quería a Adrien como a nadie, pero al llegar a la puerta de su casa no fui capaz de bajar de mi auto, en su lugar pise el acelerador alejándome de allí.

Kagami, que cobarde eres para algunas cosas y tan valiente para otras, mordiéndome los labios con frustración me seguí preguntando si yo era realmente valiente.

Como un intento de tener algún tipo de amistad, Marinette una vez compartió conmigo algunos de los postres de su tienda ¿Dónde estaba ese lugar? Conduje hasta que reconocí entre los edificios la panadería de sus padres, Adrien dice que los señores Dupain – Cheng siguen teniendo la esperanza de encontrar a Marinette.

Quiza él que mayor esperanza tiene de encontrarla es él...

Mire la vidriera intentando decidirme a entrar o a marcharme, a pesar de todo nunca fui cercana a Marinette, sus padres no me conocen y probablemente nunca les haya mencionado mi nombre, así que no tengo que preocuparme por que la mencionen.

¿Es ella? Acaba de aparecer en la tienda una chica de nuestra edad, con el cabello largo y amarrado en dos coletas ¿Es acaso Marintte? Estacione el auto y camine casi corriendo dentro de la tienda.

Marinette tenía catorce años la última vez que la vi ¿Cómo podría reconocerla luego de tanto tiempo? Probablemente este imaginándolo todo... nada más que eso. Un hombre ha salido y la esta abrazando, no puedo ver su rostro pero es alto y rubio ¿Sera Adrien?

Los miro desde el otro lado de la puerta de cristal, congelada ¿Adrien ha encontrado a Marinette? Siento que mis ojos duelen ¿Estoy llorando? Avergonzada me llevo las manos a la cara intentando secar las lágrimas antes de que alguien las nota, yo nunca lloro.

Él chico se da la vuelta y mi corazón vuelve a latir, no es Adrien, ese chico no es Adrien. Empujo la puerta y entro al local, haciendo que la pareja se separe.

La chica que confundí con Marinette se levanta y me sonríe, me da los buenos días y se sienta en la caja, su novio le susurra algo y cruza una puerta que debe llevar a la casa, nos deja a solas.

¿Ella no puede ser Marinette verdad? ¿Podría ser su prima quizá? ¿Alguna hermana? No me atrevo a pensar en lo que haría Adrien si Marinette regresara, se marcharía sin pensarlo dos veces.

-Marinette – pregunto girándome, ella se sorprende, casi se cae de la silla... es Marinette ¿Quién más es así de torpe?

-¿Nos conocemos? – me pregunta, esa pregunta resulta extraña.

-¿Eres Marinette Dupain - Cheng? – le repito ignorando su pregunta anterior, ella sonríe un poco y asiente levemente con la cabeza.

-Lo soy... - mi mundo comienza a caerse hecho trizas, cuando Adrien se entere tendré que enfrentarme a lo que he temido siempre, lo que sabido desde siempre también, tendré que afrontar el hecho de que soy su segunda opción, su premio de consolación.

-¿Planes regresar con Adrien? – pregunto con más brusquedad de la que debería, ella parece sorprenderse, incluso retrocede un poco ante mi mal carácter, sé que ella no tiene culpa de que Adrien la quiera, pero siento que la odio, es un sentimiento irracional que me resulta imposible evitar, Marinette niega con la cabeza.

-No, nunca... él está loco – dice atropelladamente, lo que me hace olvidar de momento la aversión que tengo contra mi recién reencontrada rival.

-¿Está loco?

-Lo siento, pero Adrien se comporta un poco... extraño.

-¿A qué te refieres exactamente? Creía que te gustaba cuando estábamos en el colegio.

-Tengo que contarte algo... perdí la memoria, recién intento hacerme a la idea de qué quien fui.

-¿Tienes tiempo? – le pregunte luego de unos segundos de silencio -. Quisiera que hablemos un rato.

Aunque tuviera miedo de perder a Adrien, ya no tenía que seguir ignorando su amor por otra mujer y aun si me dolía, él tenía que elegir de una vez por todas y necesitaba la ayuda de Marinette para esto.

La chica que una vez fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora