Capítulo 11

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–No sé por qué, Gaia, pero tengo la leve impresión de que estamos perdiendo el tiempo con este tal Zayn. – dijo Alex terminando de morder su último bocado de galleta con almendras.

– Yo en vez  no. Todos son sospechosos, para empezar él. – dije con cara pensativa, dándome suaves golpes en la sien con el dedo índice.

– Gaia… ya sé que te gusta jugar al Sherlock Holmes, pero esto no es un juego. Puede ser peligroso.

– Eres un odioso, ¿sabes? – le mencioné inclinando mi cabeza de manera cansada.

– Pero bueno… ¿Vamos?  Ya son las nueve y cincuenta.

Nos levantamos y nos subimos a nuestras respectivas bicicletas para volver a la descolorida y aburrida calle sin salida.

Comenzamos tocando la puerta de la primera casa, en la cual nos abrió una niña de unos seis años diciendo que en ese momento no había nadie que pudiera ayudarnos.

– Dios. ¿Acaso no le enseñaron a esa pequeña a no abrirle la puerta a los extraños? – pregunté indignada. ¿Qué clase de padres la dejarían sola en un lugar como este?

En las puertas siguientes nadie nos abrió. En algunas se escuchaban algún ruido de perros ladrando y en otras silencio completo.

Hubo una casa en la que nos abrió un hombre tan horrendo y gigante, que simplemente le dijimos que nos habíamos equivocado y nos fuimos de ahí a paso veloz.

Finalmente llegamos a una casa donde nos abrió una anciana que tenía cara de saber cada movimiento que ocurría en esa calle:

– Hola señora. – comenzó Alex. – Queríamos saber si usted conocía a un Zayn Malik. Nos gustaría saber algunas cosas a cerca de él.  – prosiguió.

– Por supuesto. Pasen si lo desean. – dijo demasiado contenta para mi gusto, abriéndonos paso a la pequeña sala de estar.

Alex y yo nos miramos por algunos segundos pensando si entrar o no. Luego yo sacudí mis hombros y seguí a la anciana al interior de la casa. Alex estuvo a punto de aferrarme por el brazo para detenerme, pero yo fui más rápida y entré. Definitivamente esa era una casa pequeña. La sala, únicamente poseía dos sillones viejos para una sola persona, una televisión vieja y pequeña, y un mueble con un reloj, claramente después había algunos adornos y plantas, pero todo estaba viejo y feo. Era evidente que la mujer que vivía en esas condiciones no recibía muchas visitas a la semana o al año, quizás.

– ¿Y bien? ¿Qué les gustaría saber? – preguntó ella dejándose caer en el gastado sillón.

Era tan obvia su emoción por una pequeña plática que mi corazón se estrujó. Me senté en el sillón que estaba en frente mientras que Alex se quedó de pie a mi lado mirándose entorno.

– ¿Nos podría contar si Zayn es alguien extraño? Algo así tipo que sale a horas de la noche o de la madrugada que son inusuales.

La anciana me miró con ternura ante mi pregunta claramente estúpida mientras que Alex me dedicó una mirada de “¿Es en serio?”.

– ¿Qué nos podría contar a cerca de Zayn? – me interrumpió Alex. – ¿Sabe en donde vive?

– Sí, vive justo en frente. A su casa no entra mucha gente, lo único son mujeres las que he visto cruzar de la entrada de su hogar. – dijo ella frunciendo un poco los labios secos y arrugados con notorio desagrado. – Viste siempre de negro u otros colores oscuros.

Alex y yo nos volvimos a ver. Aunque eso no significara nada, podía ser una pista.

La mujer parecía saberlo todo y luego de unas cuantas preguntas hubo una respuesta que nos llamó un poco más la atención.

– No tiene trabajo, ya que siempre entra y sale de su casa a horas indefinidas.

Justo después de decir eso, el sonido de una moto al otro lado de la calle interrumpió nuestra detectivesca conversación.

Alex asomó su cabeza por la puerta que aún seguía abierta y después me miró.

–Gaia, creo que deberíamos irnos. – dijo Alex tomándome del brazo.

Después de darle las gracias a la extraña anciana nos dirigimos a la casa del frente.

–Era Zayn, dejó su moto en el garaje y entró a su casa.

Estuvimos algunos segundos en frente de la casa para ver si salía o se detectaba movimiento. En el garaje había un auto feo y viejo pero no me era familiar; estaba lleno de polvo, más bien, estaba segura de que no se había usado en un largo tiempo. Después de minutos de silencio decidí hacer una gran estupidez.

–Alex, ¿me darías tu celular? Por favor.

Ni siquiera dudó un segundo en sacarlo de su bolsillo y me lo tendió.

Me acerqué a la moto y tomé una foto de esta en donde se pudiera apreciar el número de placa. El error estuvo en no haberme asegurado de quitarle el flash y el sonido. Todos los cabellos de la cabeza se me pusieron de punta al oír la puerta de la casa abrirse de golpe.

– ¡Hey, niña! ¿Qué piensas que haces? – dijo Zayn acercándose hacia su moto como si tuviera que protegerla de un ladrón.

No pude articular palabra alguna. Simplemente me quedé ahí de pie, aturdida como si hubiera recibido un golpe en el pecho.

– ¿Qué están haciendo? – volvió a preguntar Zayn mirando a Alex y luego a mí.

–Sabemos quién eres. – las palabras salieron de mi boca sin pensármelo dos veces.

– ¿Qué?  –Preguntó él notoriamente confundido.

– Nos has estado siguiendo, ¿no es así? – pregunté acusatoriamente, y no sonó tanto a pregunta sino a una afirmación.

– ¿Pero qué demonios? – habló Zayn mirándome como si fuera un engendro de la naturaleza.

– Gaia, vámonos… – susurraba Alex, acercándose a mí para retirarme.

– Pero no creas que no te hemos visto nosotros también. Mi padre sabe quién eres tú. ¡El llamará a la policía y hará que te metan en prisión por el resto de tu vida!

– ¡El que va a llamar a la policía soy yo si no se largan ahora mismo de mi casa! – nos gritó Zayn caminando enojado hacia nosotros.

Alex y yo dimos media vuelta y echamos a correr lo más rápido que pudimos. Nos subimos a nuestras bicicletas y pedaleamos sin parar hasta después de unas cinco o seis cuadras más allá.

–Eso fue aterrador. – dije casi sin poder respirar.

– Lo he dicho ya mil veces, Gaia, estás loca. Honestamente no creo que él sea el acosador o como quieras llamarle. Esa no es la reacción de una persona que fue descubierta y que posiblemente pasé unos cuantos meses o años en la cárcel. 

– Tienes razón. Además, Zayn es mucho más alto que el otro hombre y ciertamente más fornido.

Alex rió un poco y sacudió la cabeza.

– ¿Vamos al cine? – pregunté feliz. – No podemos volver a casa, aún es muy temprano.

–  Si eso quieres… está bien para mí.

*Primero que todo:

Capítulo de dicado a las maravillosas lectoras que me apoyan:

Mari123b, 1D-Paulina-5SOS, Yulia1809, GalileadeHoran, vale_23_directioner y NaomideGallagher. Muchas gracias por sus comentarios. <3 Espero que sigan con mi novela hasta el final.

Segundo: 

Voten y recomienden mi novela. <3 

No sé cuando volveré a subir capítulo, pero intentaré subirlo lo más pronto posible... 

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Happily Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora