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-¿Podemos parar un momento?-pidió Joseph mareado.

-¿Estás bien?-se preocupó el rubio arrodillándose cerca de él pero, cuando se dio cuenta que el otro había notado su preocupación, cambió su semblante a uno más serio y se levantó, dándole la espalda.

-Sí, solo... solo necesito descansar un poco.-suspiró.

-John.-nombró Benjamin.

-Joseph.-corrigió el otro.

-Sí, eso, Joseph. Tenemos que ir más rápido, si paramos o seguimos a este ritmo el celo llegará antes de que podamos separarnos.

-¿Qué?-Joe estaba confuso, no había escuchado hablar del celo, en Agris ya eso no era un problema.

-El celo. Eres omega, ¿verdad?

-Sí pero... ¿Eso qué tiene que ver ahora?

-Una vez al mes los alfas nos... Volvemos locos por decirlo de alguna manera y queremos... Reproducirnos. Lo ansiamos y no podemos resistirlo. Tener a un alfa cerca podría ser peligroso para ti.-explicó el de ojos verdes.

-¿Estás seguro de lo que dices? En Agris eso no ocurre, alfas, betas y omegas convivimos sin ningún problema a parte de la falta de alimento.-Joe tenía el ceño fruncido, incrédulo.

-Si seguimos andando tan lento, descubrirás que digo la verdad.-Joe se levantó y aceleró su paso. No se creía lo que decía Ben pero tampoco quería ser abusado sexualmente por aquel rubio al que había conocido porque había allanado su casa y él le había cortado el cuello superficialmente

Siguieron andando por unos minutos hasta que el de fuera del muro se paró y puso el brazo ante el pelirrojo, que no entendía muy bien la situación.

-¿Qué ocurr...?-fue interrumpido por el otro, que lo mandó callar y puso su dedo índice en los labios del mayor.

-¿Escuchas eso?-susurró.

-No... ¿A qué te refieres, Ben?

-Creo que es una especie de alarma y algo me dice que aquello tiene algo que ver.-el rubio señaló al horizonte.

Joseph entrecerró los ojos y forzó su vista. Fue capaz de distinguir una nube de niebla de un aspecto raro. El salvaje agarró su mano y, tras gritar que corriera, ambos se movieron en dirección contraria al gas. Después de unos segundos corriendo, soltaron sus manos y separaron sus caminos.

-¿Joseph? - el pelirrojo había caído en un agujero durante su huida y lo único que el rubio escuchó fue el grito de este acompañado por el sonido de rocas cayendo.-¡Joseph!-gritó mientras miraba hacia diferentes direcciones.

-¡Benjamin!-escuchó el grito procedente del este y lo siguió hasta toparse con una laguna subterránea en la que había caído el otro.-Ayúdame a salir de aquí, las paredes resbalan y no puedo hacerlo solo.

-Coge mi mano.-se la tendió e intentó obedecerle pero no llegaba a ella.-¡Venga, Joseph!-el pelirrojo se estiró más pero Ben, al mirar tras su espalda para ver por dónde iba la niebla, subió la mano un poco y, de nuevo, Joseph no la pudo alcanzar.

-¡Ben!¡Por favor, baja más!-por fin logró sujetarse a ella pero, a pesar de los músculos del rubio, debido a un resbalón, terminó también en el agua, cayendo sobre el otro.-¡No puede ser!-maldijo el aldeano.

-¡Me has tirado al agua, Joseph!-se levantó del cuerpo del otro.-¿Qué pretendes que hagamos ahora?-estaba enfadado, muy enfadado.-Tengo toda la ropa mojada y no podemos salir de aquí.-se quejó.

-Lo siento, creí que me sacarías, no que te unirías a mí... ¿Crees... Crees que vamos a morir aquí?-preguntó mirando hacia el suelo.

-Probablemente sí, nunca debí de haberte ayudado con lo de tu hermano...-se arrepintió.

-¿Alguna vez has visto la niebla antes? Tu casa no tenía ventanas así que no era un lugar muy seguro.-comentó el pelirrojo.

-Nunca la había visto pero sí había oído hablar sobre ella.-estaba buscando formas de salir de allí pero ninguna funcionaba.

-¿Y qué es exactamente lo que has oído?-cuestionó Joe preocupado por su vida.

-Es niebla tóxica, una nube de ácido... Y la muerte es muy dolorosa. Se te empieza a descomponer la piel poco a poco, mueres desangrado. El suicidio es una buena opción frente a esto pero...-se calló inmediatamente.

-¿Pero?-el pelirrojo no había entendido lo que quería decir.

-No sería capaz de hacerlo...-susurró con la voz entrecortada.-Así que me sentaré en una esquina y esperaré a que mi muerte llegue, no hay otra opción. Hay un cuchillo en la mochila, por si quieres hacerlo tú.

-No.-el tierno corazón de Joe se apiadó del miedo del otro.-Me sentaré a esperar contigo.-cogió la mano del rubio y la colocó entre las suyas, intentando darle algo de esperanza.

Ben sonrió y miró a los ojos color hazel que tenía frente a él. De repente, bajó su mirada a su mano y la retiró rápidamente, sonrojándose levemente. No estaba acostumbrado al contacto humano, y menos a ese tipo de contacto amigable. Después de tantos años era agradable sentirse... ¿querido? 

Más allá del muro.-Hardzello. [AU]Where stories live. Discover now