Capítulo 19

509 45 10
                                    

    Me desperté de primeras, y al verlo junto a mí no pude explicar la felicidada que invadió por completo a mi cuerpo.

Acaricié su mejilla y me acerqué para darle besos a toda su cara. Cuando vi que comenzó a despertar me reí, se veía tan hermoso abriendo sus ojos.

—Buenos días, alegría! —susurré bajito.

—Hola —dijo con su voz ronca—. Cómo dormiste, hermosa?

—De maravilla —murmuro abrazándolo—. Aunque roncas un poquito —digo riendo.

—Qué? Yo no ronco —dice a la defensiva.

—Sí, sí lo haces —digo riendo—. Aunque muy poquito. Pero roncas —río.

—Claro que no —ríe y comienza a hacerme cosquillas.

—No… Ya, por favor. Para! —grito riendo y él se ríe de mí, cuando por fin se detiene me besa.

—Yo no ronco —murmuró haciéndome reír.

—Te amo Christopher —susurro sonriendo.

    Qué acabo de decir? Ya no lo recuerdo, los labios de Christopher me hicieron olvidarme de todo. El beso era profundo y sin límites, haciéndome llegar hasta el cielo. Al separarnos para recuperar el aire lo noté algo triste, acaricié su mejilla y lo miré a los ojos preocupada.

—Qué pasa, Chris? —el vuelve la mirada a mis ojos, los suyos parecen estar reteniendo las lágrimas.

—No pasa nada, Dul —me abraza y esconde su rostro en mi cuello—. Yo también te amo —dice haciendo que mi pecho se hinche de felicidad.

    Lo abracé con más fuerza, lo amaba, y mucho. En muy poco tiempo se metió muy en el fondo de mi corazón, volviéndose casi imposible de quitar. Dulce romántica estaba que se subía por las paredes. Absolutamente todas las versiones de mí estaban felices. Eufóricas.

    Christopher logró lo que nadie pudo, logró hacer que vuelva a creer en el amor. Después de que Bruno se fuera… Yo no volví a ser la misma, nunca más.

Pero este hombre al cual estoy abrazando en este preciso momento, al mismo que le acabo de confesar mis sentimientos más profundos, al que siento que las lágrimas escurren de sus ojos, logró que yo volviera a amar después de tanto tiempo.

—Chris? Estás llorando? —pregunto mientras hundo mis dedos en su cabello.

Él levanta la cabeza y que no intente engañarme, tiene los ojos rojos y brillantes, mi corazón se encogió al verlo así. Por qué estaba llorando?

—Por qué lloras? —acaricio su mejilla suavemente. Él niega con la cabeza.

—Es que… Yo nunca fui una persona que creyera en el amor, para mí eso no existía. Pero llegaste tú —las lágrimas volvieron a deslizarse debajo de sus ojos—, así tan preciosa, y lo cambiaste todo tan fácilmente… Cómo lo hiciste? —pregunta haciéndome reír y me encojo de hombros.

—Ya ves. Una tiene sus encantos —digo y su risa me hace sentir mucho mejor, lo abrazo y deposito un beso su cuello—. Te amo Chris, demasiado.

—Y yo a ti, Dulce. Te amo.

    Luego de un rato de estar abrazados y de hacernos cariñitos, nos levantamos para desayunar. Mi abuela ya había despertado y había preparado café, perfecto. Desayunamos todos juntos y mi abuela atacó a Christopher con sus preguntas, luego de un rato, cuando vi que él ya estaba algo cansado de responder a sus preguntas, yo corrí a su rescate.

—Abue, sabes algo?

—Qué cosa, mi niña? —pregunta ella alejando su mirada de Chris.

—En dos días vuelvo al DF.

La Misión Secreta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora