Capítulo 4

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A la mañana siguiente, me dirigí a la comisaría de Bon Temps para continuar con el interrogatorio. No tenía otra alternativa. Una vez allí, encontré al sheriff Andy Bellefleur bebiendo café. Él me ofreció un vaso de la máquina, pero yo decliné su oferta.

Después, ambos nos dirigimos a la pequeña sala de interrogatorio de la comisaría. Era una estancia con u unas cuantas sillas atornilladas al suelo, una pequeña mesa y una pared a modo de espejo. Había visto demasiadas series policiacas para deducir que aquel espejo tenía la capacidad de hacer que los policías del exterior pudieran ver lo que pasaba en la sala.

—Señorita Carter, Tome asiento, por favor Indicó el sheriff Bellefleur.

Le obedecí y me senté frente a él. Crucé las manos sobre el regazo y me dispuse a afrontar el interrogatorio una vez más. El hombre encendió una pequeña grabadora y la posó en la mesa frente a mí.

—Soy el sheriff Andy Bellefleur. Hoy es lunes, 28 de marzo. Estamos aquí para interrogar a la señorita Hope Carter, quien fue la primera persona en presenciar a la víctima.

¿Puede describirnos lo más detalladamente posible lo que sucedió esa noche? —

Suspiré antes de hablar.

—Bueno, cuando llegué a casa, percibí un olor metálico, e inmediatamente supe que era sangre. Me dirigí al domicilio contiguo y encontré a... Agnes, la chica que vivía justo al lado de mi chalé.

Parpadeé varias veces para contener las lágrimas.

—Ella... ella estaba tendida en el suelo y tenía un gran charco de sangre bajo la cabeza. Su cuerpo tenía varias heridas extrañas, como si huviesen sido causadas por mordeduras de un animal salvaje, pero creo que ninguno de ellos vive cerca de los apartamentos que alquila Sam. —

—¿puede agregar algo más a su declaración, vio algo más que nos pueda acercar a la persona que perpetró tan macabro crimen? —

—No, lo siento. Eso fue lo único que pude ver —

Andy apagó la grabadora y después dijo:

—Vale, señorita Carter, si recuerda algo más, no dude en llamarme, aquí tiene mi tarjeta. Puede telefonear a la hora que quiera —

Asentí y él deslizó una tarjeta en mi dirección. La cogí con la punta de los dedos y me levanté de esa incómoda silla.

Abandoné aquella comisaría lo más rápidamente que me fue posible. Una vez fuera, me dirigí a toda prisa al adosado de Sam. Una vez allí, inspiré unas cuantas veces antes de entrar. Aquel suceso me había afectado más de lo que me habría gustado admitir. Cuando por fin logré recobrar la compostura, saqué las llaves del bolso e ingresé a la vivienda.

Sam aún se encontraba allí, frente a los fogones de la cocina.

—¿Cómo ha ido? —inquirió él

—Bueno... no ha estado mal —respondí yo, antes de coger una botella de agua de la nevera. La abrí y di un gran trago. Dios, cuanto la necesitaba. Sam retiró una sartén del fuego y vertió su contenido en dos platos.

—He preparado huevos revueltos con beicon. Esta mañana te has ido sin desayunar. Estarás muerta de hambre Declaró, antes de depositar los platos en la mesa del comedor.

—Gracias, Sam —

Él hizo un gesto restándole importancia. Ambos nos sentamos a la mesa para degustar el desayuno. Cuando terminamos, él se levantó.

—Lo siento, hope, pero hoy he quedado con los proveedores para reponer las provisiones del Merlotte's. Pero si surge algún imprevisto, no dudes en llamarme. ¿DE acuerdo? —

—Vale. Gracias por todo, Sam —

SE acercó a mí y nos fundimos en un abrazo. Olía a aftershave y a algo más, Me recordaba a los bosques de Arkansas.

Cuando nos separamos, él abandonó la casa cerrando la puerta tras sí.

Habían pasado algunas semanas después de aquel macabro incidente, afortunadamente, no se habían cometido más asesinatos, así que los policías del Bon Temps lo consideraron como un caso aislado.

Me encontraba sirviendo la décima cerveza a la señora Bodehouse, a la quien todos los parroquianos consideraban la alcohólica del pueblo. Ella me agradeció con una gran sonrisa, gesto que devolví. Me retiré de su mesa para continuar atendiendo a los demás clientes. Después de que Jason y su amigo Hoyt pidieran un par de hamburguesas, enfilé mis pasos hacia la cocina para encargar la comanda a Antoine, el nuevo cocinero del Merlotte's.

Tara me cogió del brazo, causándome un gran sobresalto.

—¡Joder, Tara! Casi me provocas un infarto —

Ella sonrió.

—Lo siento. Unas amigas y yo hemos quedado para ir al Hooligans, un club de striptease donde hay muchos tíos buenos. ¿Te apuntas? —Inquirió expectante.

—Bueno... nunca he estado en un club de esos, pero... —

—¡Vamos tía! ¡Será la ostia! No te arrepentirás, te lo aseguro —

Tras pensármelo por algunos segundos, finalmente expresé.

—Vale, Si tú lo dices, supongo que será guay —

Ella chilló entusiasmada y las dos nos afanamos en seguir atendiendo a los clientes que abarrotaban el bar.

Terminó mi turno y me dirigí al despacho de Sam, Cogí mi bolso del cajón donde todas las camareras lo depositaban al principio de su turno y ambos echamos el cierre metálico del Melotte's.

Nos despedimos y yo caminé en dirección al adosado el cual ahora consideraba mi hogar.

Estaba tan absorta en mis pensamientos que no pude percibir que alguien se aproximaba a mí por la espalda. El extraño me propinó un fuerte golpe que me hizo caer al suelo. Traté de ponerme de pie, pero el intruso se posicionó encima de mí y continuó con la paliza. Intentaba defenderme descargando puñetazos y patadas a mi atacante, pero estos no causaban efecto en él.

Finalmente, me cogió por el cuello y comenzó a apretar. Pude notar como me quedaba sin respiración paulatinamente. Por un momento, estuve segura de que iba a morir. Mis últimos pensamientos fueron sobre mi padre, quien se enteraría de la muerte de su hija de veintidós años a través de un noticiero local. Recibiría el desafortunado acontecimiento con absoluta indiferencia, al igual que toda mi vida a su lado.

A penas pude reaccionar cuando el intruso dejó de estrangularme. Mientras pugnaba por recuperar el aliento, observé como una criatura se ensañaba con mi agresor, infligiéndole varios zarpazos y mordiscos de los cuales no podía siquiera defenderse.

Cuando todo terminó, El cuerpo inerte del desconocido yacía sobre el asfalto. La criatura se acercó a mí con aire cauteloso.

Levanté la mano para acariciarle. El animal lanzó un sonido de satisfacción y yo cerré los ojos, sumiéndome en la inconsciencia.

Hope (Sam Merlotte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora