Llanto

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Es curioso el llanto, el requerir de el una satisfacción por el simple hecho de hacerlo. Resulta interesante el que sea necesario, como si fuera un puente resbaloso y viejo por el que tienes que cruzar para llegar a salvo a una nueva tierra donde te emociona explorar y conocer únicamente porque sentiste como se revolvía tu estómago al cruzar el puente, únicamente porque sientes la satisfacción de haberlo cruzado sin problemas.

Tras meditarlo un poco me empecé a preguntar por la razón de que se sienta tan bien llorar después de no hacerlo en mucho tiempo y por que es que es necesaria una razón para hacerlo creíble y demostrar el dolor que sientes, el hecho de tener algo que soltar de tus hombros, el hecho de cargar algo para tener que cruzar ese doloroso puente. Es que se necesita una razón para hacerlo, no puedes solo cruzarlo, no puedes subir al puente mientras te ahogas en el río, por ende no puedes llegar al otro lado satisfactorio, simplemente eres arrastrado por el río hasta que te chocas contra un pedazo del mismo puente para que puedas ver aquello que no puedes cruzar aún si lo necesitas para estar a salvo, solo sigues llendo a la deriva sin ahogarte pero conservando parte del río en tu ya cansada y deteriorada garganta que lucha por seguir tratando de llamar la atención de aquellos que van cruzando el puente que tú no puedes alcanzar. Pero ¿Por qué no puedes? La respuesta es muy simple; porque no tienes una buena razón para cruzarlo pero aún así te ves en un eterno sufrimiento de ahogarte a medias en ese río que te arrastra por tu dolor, por ese río que te demuestra que no tienes una razón para llegar a la satisfacción de soltarlo todo.

No eres capaz de liberarte con un simple llanto y no lo serás hasta que alguien te lance una cuerda con la que te ayude a subir al puente para cruzarlo sin soltar tu mano y así ambos lleguen al otro lado y consigan descubrir esa satisfacción por poder vivir y sonreír nuevamente sin la necesidad de recalcar la razón por la que te encontrabas cruzando ese endemoniado puente del que si caes es difícil que puedas volver a subir. Estando en el río solo te quedan dos cosas a las que puedes recurrir; ahogarte en tu propio dolor o esperar a que alguien escuche las suplicas de tu garganta y te ayude a subir nuevamente.

Aislamiento VoluntarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora