Allí se encontraba él en su acostumbrada soledad, sentado en aquel viejo café que frecuentaba cada mañana antes de ir a trabajar, contemplando a todas esas personas que se paseaban por las ocupadas calles de Nueva York, con prisa para poder llegar a sus destinos.
Llevaba más de cuatro años en aquella ciudad y aún no se acostumbraba al abrumador ambiente de aquel gran lugar comparado con la pequeña ciudad en la que vivía de pequeño.
Las personas iban y venían por la acera, algunos pasaban rápidamente otros sin inmutarse al ajetreo de su alrededor, unos con disgusto y otros con alegría, todos diferentes a su manera.
Todos los días eran distintos, lo único que no cambiaba en su rutina era ir a aquella cafetería y tomarse una taza de café, se había vuelto su rutina diaria.
El café estaba en una calle sin mucho tráfico y tenía algunas mesas acompañadas de sillas, algo gastadas por los años, que se encontraban en la cera donde se sentaba cada vez que iba por la mañana.
Esa mañana al salir de su pequeño departamento, camino hasta el café que quedaba a pocas cuadras de donde vivía y se sentó en una de las sillas que estaban afuera del café, le gustaba el aire fresco que se sentía al estar allí. La mesera lo saludo con cariño y le llevo lo que tomaba todas las mañanas.
Todo cambio en el momento en el que vio a aquella chica.
Su largo cabello rizado de color canela caía en su espalda y su piel de caramelo resaltaba de entre todas las personas que la rodeaban, pero, aquellos ojos de color verde eran como una droga para él, mientras más o veía más adicto se volvía a ellos.
Maravillado la miraba caminar por las calles con una cámara en mano, tomaba fotos a los árboles y a las personas que pasaban a su alrededor.
Se preguntaba si ella lo notaría, aquel hombre que la miraba desde la lejanía... Aquel chico que se encontraba hipnotizado por ella.
No podía dejar de mirarla, desde sus zapatos algo gastados hasta su cabello lleno de rizos... Toda ella era increíble de ver.
La chica se paseaba por las calles de aquella ciudad con tanta gracia que lo deleitaba y su corta estatura hacía que se perdiera entre la gente, pero para el extrañamente no existía nadie más que ella.
No le importaba si se veía extraño o como un acosador mirando a aquella joven, se encontraba fascinado de ver a alguien como ella.
Su pequeño rostro adornado de una sonrisa y su cámara colgada en su hombro lo hacían sentirse aún más atraído a ella.
La chica con gracia volteo a aquel café y lo observó primero con curiosidad, instantáneamente ambos quedaron cautivados el uno con el otro, con ansias de más, sus ojos incapaces de fijarse en otro lugar que no sean los de ellos y sus corazones al explotar.
Sus ojos lo cautivaban y al verse a pocos pasos de distancia el interés crecía más y más.
Se quedaron así disfrutando ambos de aquel momento sin poder alejar sus vistas, la chica tomó su cámara y la apuntó a aquel café tomando una foto, miro en su cama y sonrió.
El sin oscilar se levantó de la silla en la que estaba sentado y lentamente se acercó a la chica que aún tenía la mirada en su cámara al levantar su mirada lo vio acercándose a ella, noto que cada vez estaba más cerca de él, de la nada se sintió nerviosa, finalmente quedaron frente a frente y él decidió hablarle.
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Este es el primer cuento de una serie de diez, me siento muy emocionada al este ser el primer capitulo, espero les guste y de ahora en adelante estaré actualizando todos los martes .
¡Nos vemos el próximo martes!
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Amor, Amor, Amor.
RomanceEste es un libro de relatos cortos, todos relacionados con el amor y en las formas en las que este se manifiesta durante la vida de las personas y como con el tiempo se puede fortalecer o debilitar las relaciones, enseñando los diversos casos de cóm...