Amor, Amor, Amor.

Capítulo X Desde Tu Partida

   Los días se han vuelto más largos de lo normal, cada minuto parecía ser una hora, cada hora parecía un día y un día parecía una eternidad, por lo menos para mí, así se sentía a diario.

Extrañaba verla caminar a mi lado de mí todos los días, extrañaba hablar siempre que quisiéramos, extrañaba verla haciendo cualquiera de sus tontas expresiones faciales que me hacían reír tan fuerte que todos volteaban a vernos.

Todos me decían supérala, tan naturalmente, como se me estuviera despidiendo de un amigo cuando me iba de la escuela y lo vería al día siguiente, como si fuera tan fácil olvidarla tan rápido como si nada.

Aunque jamás fuimos más que amigos, no podía evitar sentir más que una amistad por ella, y cuando decidí por fin decirle lo que sentía por ella, me rechazo como si estuviera acostumbrada a ese tipo de confecciones, siempre tranquila, sin perder la calma.

Unos meses después me enteré de que tenía una pareja, esa es la forma linda de ponerlo, al parecer llevaba varios meses saliendo con alguien, al parecer desde antes que habláramos, pero jamás lo menciono, lo que me subía los ánimos, pensando que sería posible estar con una persona como ella, pero al final solo me fue mi imaginación creándose una fantasía.

Con el tiempo, nos alejamos más y más, ya no hablábamos tanto como antes lo hacíamos, no nos saludábamos en las mañanas, nos ignorábamos como si no nos conociéramos y lentamente nos volvimos desconocidos.

Dios... Es que era perfecta, sus ojos color miel acentuaban su color de piel bronceada, su cabello entre castaño claro y rubio que caían en su espalda, sus labios llenos y rosados, además de su pequeña nariz que la hacían ver mejor que cualquier diosa griega, era un sueño.

Todo fue un juego de mi mente, ¿Como una mujer como ella podría estar interesada en mí? Era ridículo, imposible. Hasta caminando se veía como un delicado y hermoso ángel que había caído del cielo, era todo lo que podría desear y más.

Al final, se fue sin despedirse, el día en el que menos lo esperaba, haciendo que doliera aun más de lo que habría dolido si me lo hubiera dicho.

Aun esperaba sus mensajes o una llamada, solo escuchar su dulce voz decir mi nombre, sería suficiente para mí, pero, sabía que no pasaría, éramos desconocidos ahora, siempre me olvidaba de eso.

Aun pensaba verla caminar los pasillos de la escuela, con su tranquilidad usual, veía su silueta perfecta pasar enfrente de mí y escuchaba su suave voz en mis sueños siempre, se había vuelto una costumbre, mi manía.

Pero luego recordaba que nada de eso era real, solo trucos de mi subconsciente, no estaba aquí, y por más que no quería, lo tenía que aceptar, pues no la volvería a ver, tenía que aceptar de una vez y por todas lo que mis amigos decían y dejarla ir, eso era lo mejor.

Dejarla ir de la misma forma, en la que dejamos ir nuestra ir nuestra amistad, de la misma forma en la que ella dejo todo para irse, de la misma forma en la que dejo ir todo el amor que le ofrecí.