Capítulo III Despertar A Tu Lado

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   Abrió sus ojos exhaustos esa mañana mientras buscaba el rostro de su esposa en la gran cama que compartían.

Al voltear a la derecha vio la cara angelical de aquella mujer que le encantaba ver todas las mañanas, su cabello rubio caía en su cara, cubriendo su hermoso rostro lleno de pecas alrededor y en su nariz y mejillas.

Se veía tan tranquila que no la quería despertar a pesar de que ya era hora de ir a sus respectivos trabajos, y es que Dios... Como la amaba, solo verla dormida hacía que su corazón diera un vuelco y no pudiera hacer nada más que mirarla.

Desde que la conoció en la Universidad hacía unos 6 años, no había sido capaz de pensar claramente, pues solo al verla se veía sin escapatoria.

Recordaba como si fuera ayer a esa chica tímida que conoció en la biblioteca, era callada e introvertida, me tomo mucho tiempo poder hacer que se abriera, pero, con el tiempo se volvió el la mujer habladora y extrovertida que ahora es.

Miro el reloj que estaba en la mesa de noche al lado de la cama y veo que estaba aún algo temprano, y que tenían tiempo de más antes de tener que levantarnos de la cómoda cama.

Los brazos de ella se enredaron en s torso y se acercó más a él, aún dormida. El la abrazo y beso su frente con una sonrisa en su rostro.

Sus ojos grises se abrieron segundos después, bostezo mientras quitaba sus brazos de alrededor de su esposo y se estiraba, volteo hacia él y le dio un corto beso en los labios.

El acaricio su rostro, que se veía diminuto comparado con el tamaño de sus manos, una vez más, la tomo en sus brazos y la acerco a él abrazándola antes de tener que levantarse. Disfruto aquel último momento de serenidad con ella, antes de comenzar a alistarse para ir a sus trabajos.

De los labios de ella salió un murmullo, tan bajo que solamente él lo podía escuchar, tres palabras, unas con las que ya estaba familiarizado, pero de las que no se cansaba.

-Te amo. - le dijo y su sonrisa se engrandeció, él la abrazo con fuerza mientras aún estaban en la cama, sus brazos se encontraban rodeando su cuello, y la cabeza de ella estaba en su pecho

Y así en ese momento sintió que ya nada le hacía falta, si estaba con ella podría contra todo, ya todo estaba bien.

Amor, Amor, Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora